Valores democráticos | José Ignacio Cabrujas |

Dedicado al ec. Eugenio Graterol

 

Por Ramón Rivasáez

Nació José Ignacio Cabrujas en Caracas el 17 de julio de 1937 y falleció en la isla de Margarita el 21 de octubre de 1995, tras ser considerado el más relevante dramaturgo venezolano del siglo XX, con obras que delinearon aspectos característicos de la estructura societal nacional.

Cabrujas vivió apenas 58 años; en su infancia correteaba por la plaza José Antonio Pérez Bonalde, de la caraqueña parroquia de Catia, en medio de borrachos y hetairas de toda ralea; su padre, José Ramón, a quién amó entrañablemente, le inscribió pronto en el Colegio San Ignacio de Loyola, donde cursó sus estudios; de los jesuitas evocó, ya en su madurez «son la aristocracia intelectual», en reconocimiento a los aportes recibidos, que le enriquecieron el resto de sus días.

Catia,le dejó no sólo evocaciones sino una gran amistad con Román Chalbaud, quien le enseñó a escribir guiones para el cine; conoció al pintor Jacobo Borges, quien le contó cómo se relacionó con Picasso; luego vendrían sus otros amigos, la actriz Tania Sarabia, Isaac Chocron,y Teodoro Petkoff, entre otros.

Tímido, de cabellos rizados y miope, Cabrujas escribió su primera obra en 1957, ya a finales de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cuando tras leer Los Miserables de Víctor Hugo, la eclosión del teatro despertó en él la inquietud de teatralizar todo aquello que la llamaba la atención; la complejidad del ser humano y sus circunstancias trágicas; la dramaturgia inundó su horizonte imaginativo.

Desde entonces, Cabrujas declaró su amor al teatro; él fue teatro las 24 horas y vivió para ello; aunque lo negó; sus cercanos amigos y admiradores sabían que «su gran amor fue el teatro».

Tan cierto que dejó 23 obras de teatro, 18 guiones de películas; 400 crónicas entre ellas miniseries de tv, «El ciclo Rómulo Gallegos»; no obstante, de todas esas obras destacó Cabrujas sólo tres piezas,  «Profundo»(1970); «Acto cultural»(1976); y «El día que me quieras»(1979).

Cabrujas introdujo en la tv venezolana la llamada «novela cultural»  en la que abordaba el perfil, las señas de identidad del habitante común del país, con sus angustias, pesadillas y frustraciones, y disparaba sus dardos de cicuta, de hirientes puntería, sobre imposturas de algún personaje capital; sus sarcasmos eran famosos como aquel durante una entrevista televisiva:»…ojalá Dr. Caldera sea el último presidente histórico, y en adelante, tengamos un gerente raso» o en una de sus tantas crónicas soltó está saeta mortífera:»…no creo en la obediencia ciega de los militares, ni en el  celibato de los curas, porque los órganos  son para usarlos, tanto el cerebro como el otro…»

La vasta cultura de Cabrujas oscilaba entre Verdi, Puccini, Ibsen, Artaud, Strindberg, Brecht, Beckett, Ionesco, Cocteau, Schoenberg, Cage,y otros artistas totales que inundaron su universo creativo, y le hicieron trascender los estrechos linderos de esta ex República como la calificó el poeta Rafael José Alfonzo, caro amigo habitante y sobreviviente de la capital trujillana.

Entre sus 18 guiones más celebrados figuran «El pez que fuma» que realizó con Chalbaud; «Amaneció de golpe» junto a Carlos Azpurua; «Doña Bárbara»; «Sagrado y obsceno»; «La quema de Judas»; mientras  en 1992 recogió en el libro El país, según Cabrujas sus mejores crónicas periodísticas.

En 1988 recibió el premio Nacional de Teatro por sus aportes a las artes escénicas; fue docente en la UCV en su escuela de Arte y en el Instituto de Creatividad y Comunicación; Cabrujas jamás ocultó su admiración por el poeta Rafael Cadenas, de quien recitaba sus textos.

Cabrujas, un venezolano excepcional, que en su obra plasmó su amor por una nación que se extraviaba entre la demagogia, la ignorancia y la felonía de sus gobernantes que nunca respetaron la ofrenda de los precursores de la independencia y a los posteriores mártires de la gesta libertaria.

 

 

 

 

 

 

 

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