La falta de unidades para el transporte público se ha convertido en un riesgo para la salud de los ciudadanos venezolanos. Cada día son más los conductores de camiones y camionetas de batea, quienes prestan este servicio de manera ilegal y juegan con la vida de las personas. Las someten a ir de pie -como ganado- en la parte trasera de los vehículos.
Aunque los usuarios deciden por su voluntad, la desidia de las autoridades, en cuanto a resolver la crisis del sector transporte o poner sanciones a los conductores de las líneas por doblar las rutas, y pasajes, los convierte en cómplices de algún accidente. Además, este tipo de vehículos no pueden llevar a adultos mayores y niños. Pese a esto, esta flota “no convencional” aumenta diariamente.