Un recuerdo para Néstor Vielma / Por: Elvins Humberto González

Sentido de Historia

Su buen ánimo ante la vida y su empeño por hacer siempre el mejor periodismo fue su carta de presentación. Fueron muchos los sacrificios para alcanzar sus anheladas metas. Innumerables las cuartillas que llenó para expresar sus sentimientos y llevar hasta sus lectores, los hechos lamentables que solo los hombres son capaces de cometer

 

Son muchos los recuerdos que deja la ausencia de una persona, más aún cuando este era poseedor de cualidades tan magníficas como las de Néstor Vielma. Y es que no se trata de un ser humano común, de alguien pasajero o gris, sino de una persona que dejó huellas a su paso, por su inquebrantable pasión por cultivar la amistad y la verdad.

Son muchos los momentos de angustia y peligro que vivió al lado de compañeros de los cuales se supo ganar el aprecio y la admiración, demostrando que la fuente de sucesos podría transformarse en una vía para la lucha por la justicia, equidad y verdad.

Fueron muchos los sacrificios para alcanzar sus anheladas metas. Innumerables las cuartillas que llenó para expresar sus sentimientos y llevar hasta tus lectores, los hechos lamentables que solo los hombres son capaces de cometer.

Como el mismo lo dijo: «El Suceso: cuando la vida es una pasión». Y de eso estaba lleno Néstor. Pasión para mantener una conversación, para discutir el contenido de un libro, para explicar sus sueños y anhelos, para disfrutar de una sabrosa comida y bebida, para luchar por los menos favorecidos, para decir una palabra de aliento e incluso para sonreír.

Su fuerza para alcanzar objetivos de vida, dejó un gran ejemplo de constancia, dedicación y responsabilidad, pues nunca dijo un «no se puede» o «es imposible alcanzarlo», con su presente e incansable sonrisa y su inigualable forma de hablar siempre lograba lo que se proponía.

A 22 años de aquella fatal tarde del jueves 29 de abril de 1998, para él, el mejor de los recuerdos, porque nunca perdió su sensibilidad como ser humano, porque ante los más terribles hechos de la bajeza del hombre, siempre encontraba una moraleja y una enseñanza para la vida.

Fueron muchas las luchas que se propuso alcanzar y prueba de ello es «A plomo Limpio», un sueño que con mucho esfuerzo cristalizó junto a sus grandes amigos, Carlos Terán y Armando Ramírez, sin importarle las horas de calor, sueño y sed que pasó para supervisar la colocación de un bloque o la pasada del friso. Esa tarde, esas páginas quedaron huérfanas, sin su progenitor, que con su carro vinotinto recorría el estado en busca de anunciantes y colaboradores.

Néstor se marchó hace 22 años como dice aquella vieja canción, que tanto tarareaba, “Veinte años no son nada”, cuando el sabor del éxito rondaba su corazón. Justo cuando alcanzaba los logros que siempre encontraron una razón, una fuente de inspiración: su hija, motivo para seguir luchando y garantizarle, como él lo decía, un óptimo futuro. Con tan solo 39 años dejó un extenso legado y muchos sueños y proyectos por cristalizar.

Fue muy difícil acostumbrarse que un día amaneciera y nunca volveríamos a leer sus titulares o su única manera de narrar y describir los hechos. Fue muy difícil leer en las últimas páginas el suceso del día donde era él la noticia.

Con la partida de Néstor, se nos iba un amigo, un poeta y cronista de un periodismo auténtico, pero como consuelo quedan sus enseñanzas, sus palabras de aliento y ánimo para seguir adelante, la alegría y amabilidad para con todos. Sus ganas de vivir.

En Diario de Los Andes dictó cátedra como periodista de sucesos. Los trujillanos ajenos a esa crónica donde se conjugaba lo garciamarqueano, la poesía, el verbo, con la pesquisa, el relato policial, lo convirtieron en su favorito. En el pionero.

Néstor Vielma fue un escritor de nacimiento y lector de convivencia, este novelista del periodismo, siempre se confesó un eterno admirador de Gabriel García Márquez, a quien le siguió los pasos muy de cerca. «El hombre es un ser humano muy complejo, por lo tanto como tal siente y padece, los comunicadores solo nos remitimos a mostrar esa realidad y aunque muchas veces a uno lo tilden de amarillista, no se puede cambiar la verdad de una población».

Vivió felizmente casado con su amada Coromoto y orgulloso de su hija Natalia. Le gustaba pensar en la vida con apego a ella, y esto tal vez se deba en cierta forma, a la cobertura de la fuente de sucesos que realizaba en Diario de los Andes, pues día a día le tocaba vivir los casos más crudos y reales de la existencia del ser humano.

«La vida hay que vivirla con pasión e intensidad, degustando cada momento hasta sus últimos instantes y aprovechando al máximo cada minuto. La carrera de ser periodista es muy compleja y siempre tengo que estar en la calle, sin embargo, los fines de semana cuando puedo y muchas veces en horas de la mañana, comparto con mi esposa e hija», dijo en una entrevista meses antes de morir.

 

Novelista

 

Néstor Vielma, en su tesis de grado en la Universidad del Zulia -LUZ- presentó una novela en tercera persona y en la cual un periodista de nombre Gabriel Dostoievski, relata todo lo difícil que le resulta obtener la información de los juzgados, de las fuentes policiales y de los mismos familiares, quienes por estar atravesando situaciones difíciles por el accidente o la muerte, le resulta mucho más comprometedor entrevistarlos, era algo así como una retrospectiva de su trabajo de más de 15 años.

Su memoria de grado obtuvo 19 puntos y al parecer, es la primera vez que se entrega una novela como tesis en la Universidad del Zulia, lo que causó admiración entre los docentes. Néstor estuvo haciendo gestiones para poder publicarla, lastimosamente no le dio tiempo, la parca llegó antes.

 

Toda una vida…

 

Como la letra de ese tango inmortal, «toda la vida estaría contigo, no me importa en qué forma, ni cómo ni cuándo, pero junto a ti…», Vielma desde los 15 años de edad había estado presente, en los distintos medios de comunicación que se le cruzaron por el camino. Cuando vivía en Sabana de Mendoza fue el director del diario comunitario «La Voz Cultural», pero este fue solo el inicio, pues con el pasar de los años logró escritos para Panorama, La Columna, Crítica, Diario La Verdad y Diario de Los Andes su casa, así como también, fue columnista del semanario Avance. Por si esto no le bastara, fue jefe de prensa de Radio Valera y junto a Carlos Terán y Armando Ramírez crearon un órgano divulgativo para la comunidad de Morón, “A Plomo Limpio”.

Néstor, en las computadoras de la sala de redacción se quedaron tu espíritu y tus historias. Historias que encontraban en los lectores tus mejores aliados, tus más agudos críticos y tus más fieles admiradores y defensores.

Néstor, en los corazones de todos quienes tuvimos el honor de compartir contigo horas de trabajo y amistad nos queda el orgullo de haberte conocido. Quienes creímos en ti siempre estaremos orgullosos… Como Néstor Vielma, ningún otro… Fue único y lo sigue siendo. Para ti, un millón de aplausos.

 

Así lo recuerda Graterol Vargas

 

“Éramos casi vecinos. Lo conocía hace más de treinta años, porque ya a esa edad el gordito era medio famoso en el barrio, en Morón. Era inquieto, peleón. Sacaba un periodiquito comunal que más tarde se transformaría en semanario con todas las de la Ley. Cuando conocí a Néstor me di cuenta el potencial que había en él. Era un poeta, su pluma era muy buena, era un periodista de mundo, de la universidad de la vida. Y eso que apenas le había visto las pocas cosas publicadas en el pasquincito comunal. Yo nunca concebí a Néstor como un periodista universitario (sin ofensa). Era un periodista. No requería de un carnet para escribir, para ganarse el pan de cada día, para defender a los buenos y «atacar» a los malos. Por eso no estuve de acuerdo en aquellos momentos cuando había discrepancias en el gremio y ataques por el ejercicio de Néstor Vielma. Algunos de los que hoy poseen un carnet del CNP desearían tener la escritura fresca, ligera, poética, del gordo, el llamado poeta de la muerte. Fuimos amigos. Amigos de verdad hasta el momento de su muerte”.

 

Amor y constancia

 

En el horizonte de la vida de este bonachón periodista, se vislumbraba su maestría de Literatura Latinoamericana, que él pensaba le permitía profundizar sus conocimientos sobre las letras, a las cuales les rindió fiel culto hasta sus últimos días. Por su amor a la verdad y su constancia por enriquecer el mundo periodístico a través del buen uso del castellano y sus letras.

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