Marco Rico es un pastor evangélico que emigró de México a los Estados Unidos de pequeño. Pertenece a la Familia Bethel Internacional en Dallas, Texas, y parte de la Fundación Oasis para Venezuela. Ha trabajado por 37 años en unos 42 países llevando la palabra de Dios y ayudando a quienes lo necesitan, pero desde hace seis años está dedicado a la migración venezolana.
A través de una serie de refugios ubicados en las fronteras entre México y Estados Unidos, ambas fundaciones ofrecen un espacio en donde vivir temporalmente, con comida, alimento, vestido, transporte e información sobre a dónde pueden llegar posteriormente. Los ayudan con trámites migratorios, a través de una serie de abogados e integrantes de las comunidades, que están informados sobre los pro y los contras de las leyes migratorias.
Los venezolanos reciben atención médica y ofertas de trabajo, mientras agarran alas para continuar junto a sus familias lo que se han propuesto.
En conversación con el Diario de Los Andes, el pastor Marco Rico relata que desde hace seis años comenzaron a registrar, a través de las estaciones de radio que tienen en la frontera con México, la llegada masiva de venezolanos, una nueva ola que no tenía nada que ver con lo tradicional, que eran ciudadanos de El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Colombia.
“En aquel entonces había muy poca información y muy poca ayuda para el nuevo grupo migrante a Estados Unidos a través de México que eran los venezolanos. Al principio Oasis comenzó a brindarles ayuda con información, personas que no tenían conocidos, porque la mayoría de los venezolanos querían irse para Florida, Miami, era todo lo que conocían, pero hay otras alternativas como es Texas. Entonces, comenzamos a crear con el presidente de la Fundación Oasis, el pastor Víctor Bernal y todo el equipo, grupos de apoyo para recibir a estos nuevos migrantes en Estados Unidos”, expresa.
En paralelo a la atención del ser humano, crearon una oficina de trabajo que se llama Aviu, para poder brindarles donde podían llegar los venezolanos, y donde podrían ubicarlos por si les faltaba algún documento, pues muchos se fueron sin las calificaciones de sus hijos, sin los últimos títulos apostillados, sin partidas de nacimiento. Para resolver esos problemas, ambas fundaciones mantienen conexión entre Caracas, Maracaibo, Táchira, Dallas y todas las fronteras.
Hay venezolanos que pasan tan sólo una semana en estos espacios, pero otros, con familias numerosas han llegado a quedarse hasta dos meses. “Algunas familias son complicadas por la cuestión que llegan con hijos. Hemos recibido familias con cuatro, con seis hijos, y entonces no se puede ir a trabajar mamá y papá, tiene que trabajar el papá primero, porque poner a cuidar a los niños es muy caro. La mamá se tiene que quedar o la hermana mayor, y poder comenzar poco a poco a evolucionar”, agrega.
Así, muchos venezolanos terminan siendo reconocidos en el mundo de la comida, vendiendo arepas a domicilio y destacándose en lo que conoce. “El venezolano no se queda parado”, afirma Marco Rico al respecto.
El Darién
Los últimos dos años han llevado las situaciones y los relatos más duros a estos espacios de atención, pues la mayoría de los venezolanos están cruzando por la selva del Darién, y llegan afectados no sólo corporalmente sino también emocionalmente. Hay quienes de tanto caminar llegan sin uñas en los pies.
El pastor Marco Rico recuerda con tristeza a una familia cuyo hijo de nueve meses falleció en el trayecto. “Un niño pequeño, más de nueve meses, porque lo cubrieron con una manta por tanto mosco, zancudo que había y amaneció muerto. Hemos visto de todo, personas que llegaron con los pies sin uñas, con los pies quebrados”.
Ante estas situaciones, con apoyo de otras iglesias y amigos que se han querido sumar voluntariamente a la causa, ofrecen atención médica en Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Guatemala y México.
“Tenemos una red de personas voluntarias a través de la fundación. Amigos, pastores, iglesias que nos han ayudado a poder darle la mano, especialmente a todas las personas que han cruzado el Darién. Las autoridades panameñas, como las iglesias panameñas, nos han ayudado cantidad de poder socorrer y brindar una mano de misericordia a las personas”.
Destaca que los últimos tres meses del año 2022 y los primeros tres meses del 2023 hubo una migración muy fuerte por Panamá, que ya disminuyó. Sin embargo, siguen recibiendo solicitudes de apoyo para quienes están en Guatemala, Veracruz, Guajaca, entre otros, porque no han podido avanzar, se lo impiden las autoridades migratorias.
“Están estancados en algún área, pero aún en ese estancamiento tenemos personas en toda Centroamérica y Sudamérica, que a través de las iglesias evangélicas podemos socorrer, y a través de Oasis y Familia Bethel Internacional, podemos brindarle la mano a este tipo de personas”, dice Rico.
En Colombia
Pero la ayuda no ha sido limitada al camino desde Panamá a los Estados Unidos, antes de la declaración de la pandemia por COVID-19, ambas fundaciones se unieron para apoyar a los caminantes venezolanos que salían por el departamento Norte de Santander, Colombia, y se sometían a bajas temperaturas en el páramo.
“Nosotros rentábamos autobuses en Cúcuta, para cruzar a quienes iban caminando por toda esa sierra hasta cruzar Bucaramanga. Los choferes tenían la orden de subir a las familias que traían hijos y de la tercera edad, y después a todos los demás. A veces llorábamos (lo dice con voz entrecortada) porque eran insuficientes los autobuses. Podíamos pagar cinco, seis autobuses solamente, y quedaba una gran fila sin subirse porque no podíamos más, pero la pequeña semilla que podemos ayudar, es espectacular”, relata el pastor.
Ayuda a Venezuela
El pastor Marco Rico envía un mensaje a los venezolanos que ya están radicados en los Estados Unidos y países a donde se dirigieron, para que el dinero que hagan no lo gasten en disfrute o vicios, sino que primero ayuden a la familia que quedó en Venezuela.
“Un granito de arena, las grandes remesas que envían los mexicanos para México, es la primera industria de entrada del país. México, un país con más de 120 millones de personas, la gran industria es que todos los mexicanos envían un granito de arena para sus casas. Ayudan a su papá, ayudan a su mamá. Les estamos hablando a todos los venezolanos, no se olviden de su familia, no se olviden de su gente, no se olviden de sus hermanos”, finaliza diciendo.