Río de Janeiro, 13 sep (EFE).- El brasileño Davi Lopes consiguió compatibilizar sus dos mayores pasiones y ocupaciones, la de bombero y la de luthier, mediante el uso de destrozos de incendios y demoliciones en la confección de instrumentos de alta calidad, hoy en las manos de músicos como Gilberto Gil o Paulinho da Viola.
Aunque hace unos 15 años se dedica a fabricar guitarras, violines, cavaquiños y mandolinas con maderas nobles y antiguas que rescata intactas de incendios y demoliciones, Lopes ganó una inédita fama en Brasil este mes tras el lanzamiento de un documental que narra la historia de los instrumentos que confeccionó con los destrozos del calcinado Museo Nacional.
El subteniente del Cuerpo de Bomberos de Río de Janeiro fabricó hasta ahora cinco instrumentos (dos guitarras, una mandolina, un cavaquiño y un violín) con los destrozos del museo más antiguo y de mayor acervo de Brasil, con más de 200 años, que fue reducido a escombros en septiembre de 2018 por un incendio que destruyó la mayor parte de su colección de 20 millones de piezas.
«La propuesta es hacer entre diez y doce instrumentos. Quedaron listos cinco. La intención es hacer instrumentos representativos de los diferentes ritmos musicales de Brasil, como el cavaquiño de la samba», afirmó Lopes en una entrevista a Efe.
Los instrumentos están provisionalmente en las manos de famosos músicos que los apadrinaron, como Gilberto Gil, Paulinho da Viola, Hamilton de Holanda y Paulinho Moska, algunos de los cuales ya los usan en sus conciertos, pero, cuando termine la reconstrucción, serán reunidos y expuestos como piezas del propio Museo.
Los restos de la puerta de la taquilla del Museo, que era de madera de jacaranda, fueron aprovechados en las guitarras, así como los de muebles y vigas hechos con pino silvestre, canela amarilla y otras maderas nobles y propicias para instrumentos.
Pero así como su trabajo con los destrozos del Museo Nacional se convirtió en un documental del canal Globonews, Lopes tiene planes para desarrollar otros proyectos semejantes a partir de sus obras con las sobras de un centenario piano o con maderas retiradas de la antigua Casa de la Moneda.
«Todo comenzó con la historia de ser músico. Comencé a estudiar música muy temprano, con 10 años de edad, en la iglesia a la que acudía. Y a los 15 años fui aceptado en una escuela de música», relató el luthier en la entrevista que concedió en su apartamento en una Villa Militar (los bomberos tienen estatus militar en Brasil) y en el que montó un pequeño pero muy bien equipado taller.
«En 1997 hice el concurso para ingresar a los bomberos y trabajar como bombero se convirtió en una pasión. Comencé a juntar las dos pasiones ese mismo año, cuando fui a combatir un incendio y vi que en medio de los destrozos había maderas nobles intactas», explicó.
Lopes dijo que ya en la época también era apasionado por las maderas, algo que heredó de su familia de artesanos, lo que le permitió distinguir maderas nobles como la caoba en medio de destrozos de antiguos caserones de Río de Janeiro.
«Como apasionado por las maderas vi que podía hacer alguna cosa con eso y juntar todas mis pasiones: la música, los instrumentos y los bomberos. A partir del año 2000 comencé a juntar las maderas de los incendios ya pensando en instrumentos y en 2007 tuve la oportunidad de hacer un curso de luthier en Sao Paulo en el que aprendí el oficio y las técnicas», relató.
«Al comienzo, cuando rescataba maderas de incendios, los otros bomberos y hasta los músicos me decían que eso no funcionaría para hacer instrumentos nobles, que estaba loco. Pero el hecho es que, pese a que hay que hacer un intenso trabajo de limpieza y rescate, las maderas halladas son las mismas usadas por los luthiers», dijo.
«Después cuando comencé a mostrarles los instrumentos que hacía con los destrozos, comenzaron a apoyarme y a entregarme maderas que ellos van encontrando», agregó al referirse a sus colegas.
Lopes admitió que al comienzo se desempeñó como luthier por hobby y pasión, pero que ahora lo hace profesionalmente y fabrica instrumentos especiales encomendados a la medida por músicos, en los que llega a invertir hasta un mes de trabajo y por los que cobra precios muy superiores a los del mercado.
Recordó que la noche del incendio del Museo Nacional estaba de descanso y que, al enterarse en casa, se fue al trabajo. «Me fui al cuartel, me puse mi uniforme y me fui a ayudar a rescatar lo posible», dijo.
«En ese momento la intención era salvar los objetos pero ese mismo día tuve la idea de hacer algo con lo que sobró, de hacer algunos instrumentos y venderlos para ayudar a reconstruir el museo», aseguró.
La publicidad conseguida con el documental le ayudó a impulsar su nuevo proyecto: la creación de una fundación en la que ofrecerá clases de música para menores carentes y formará a nuevos luthiers, «un oficio amenazado de extinción».
Carlos A. Moreno