Un ateneo luminoso | Por: Ramón Rivasaez

Con 71 años de florecientes labores, el ateneo valerano ha sido el escenario  generoso y propicio para la realización de numerosos eventos que han enaltecido a la pequeña urbe a través de las actividades dedicadas al arte y a su difusión masiva y democrática.

Evocamos ahora, aquellos encuentros en el cual en una ocasión estuvieron presentes en el ateneo Adriano González León, César David Rincón, Alberto Patiño, Francisco Pérez Perdomo y otros escritores, quienes abordaron el tema de la creación; específicamente, sobre el concepto de poesía. Adriano defendió la poesía visceral y contundente del Chino Valera Mora, quien acababa de publicar su poemario Amanecí de bala.

Fue una hermosa cita a la que acudí con pasión y ardor por la temática que implicaba para mí escuchar de viva voz a estos reconocidos escritores venezolanos, que coincidieron en el ateneo, para ahondar acerca de la poesía y sus creadores.

Luego estuvo en el ateneo el novelista Miguel Otero Silva, quien con su don expresivo hizo alusión a  la inundación de Florencia, y cómo las aguas del Arno, habían afectado las joyas artísticas que atesora la espléndida ciudad-museo toscana.

Más recientemente nos deleitamos de la sabiduría del filósofo José Manuel Briceño Guerrero, quien desgranó su sapiencia entre los privilegiados que le escuchamos una calurosa noche.
Igualmente, otros protagonistas ha tenido este templo de la cultura, en el cual técnicos y profesionales, han debatido en torno a las dificultades que plantea el desarrollo regional, las perspectivas y potencialidades que subyacen en la entidad, considerada al lado del estado Sucre, la más deprimida del país.
Trujillo, debemos decirlo con hartas evidencias ha sido el estado más relegado del desarrollo holistico; tema que, recurrentemente, se ha planteado de manera insistente, pero con escasos resultados, en los espacios del ateneo de Valera.
Hoy, a finales de 2021 el protagonista es el propio ateneo, víctima del oscurantismo más profundo, del desprecio de la cultura y del arte que son las señas de identidad de un régimen troglodita, agrafo, cimentado en el odio, el resentimiento y el primitivismo de la bota y el sable.
En el ateneo donde se escuchaban resonancias de René  Char, Francis Ponge, Borges, Octavio Paz, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Juan Emar, Cortázar o Bertrand Russell o quizá Antonio Pérez Carmona, entre otros, hoy se atisban uniformes militares que hacen palidecer el verdor circundante.
Evocamos el ateneo donde la fragante poesía, el color y sabor de la música de las orquestas juveniles e infantiles de José Antonio Abreu, nos hicieron creer que estamos en un país del primer mundo. La vida es sueño, como dijo Calderón de la Barca; ahora soñemos que lo que vemos hoy es una terrible pesadilla que muy pronto desaparecerá; que la vida nos deparará un brillante porvenir que en definitiva será una suerte de resurgimiento artístico y cultural de este llamado ex país que es como se conoce a Venezuela.
Los ateneos venezolanos serán protagonistas, en el proceso de reconstrucción que ha de emprender un futuro gobierno  de sólidos principios democráticos que, sin duda, significará el despeje de la Venezuela del porvenir.
Comencemos con la recuperación del ateneo de Valera;  un paso adelante para reivindicar el esfuerzo de una comunidad que sabe a conciencia que la cultura es un derecho ciudadano; además su ateneo es una de sus expresiones más genuinas. El ateneo pertenece a la comunidad valerana,  no es propiedad de ninguna ideología o tendencia partidista o grupal. La cultura y el arte son universales, constituyen la manifestación más liberrima del ser humano.
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