“que te toque vivir tiempos interesantes”. Milenaria sentencia china
El año 1648, en la Renania Alemana se firmó la Paz de Westfalia, impuesta en los tratados entre Alemania, Francia y Suecia (Dinamarca) para finalizar la “guerra de los treinta años” (1.618-48) motivada por la lucha de la intolerancia entre católicos y protestantes, así como por la definición de los poderes de los Estados. Los alemanes tuvieron libertad religiosa con posibilidad de alianzas entre sus pequeños principados y la casa de los Borbones la hegemonía europea.
En ese Tratado se establecieron principios, algunos de los cuales todavía se alegan para caracterizar el concepto de Estado. 1.- El Estado es soberano, sin autoridad superior; 2.- La creación de derechos y resolución de conflictos internos es asunto de cada Estado; 3.- El derecho internacional es promovido cuando atiende asuntos y objetivos políticos de las naciones; 4.- Las acciones “ilegales” fuera de su frontera son su responsabilidad, que concierne a los afectados; 5.- Los Estados son iguales; 6.- Las diferencias se resuelven por el poder efectivo; 7.- Las restricciones a la libertad del Estado deben ser mínimas.
En el siglo pasado, con la Sociedad de Naciones primero y luego con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada al finalizar los más de 30 años de la gran guerra europea (1914-45); también y de manera especial, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948) y otros tratados en diversas áreas, se ha transformado aquella realidad hacia un modelo de Política Global, la cual introduce limitaciones a la soberanía de los Estados, por la vía de aceptación con la celebración y ratificación de Tratados que le comprometen y también, por la vía de los hechos sobre la base del poder efectivo que otro Estado o alianza de ellos, puede imponerles (“torcerles el brazo” diría un galardonado Nobel de la Paz).
Pronto se dio inicio a la “guerra fría” con el bloqueo de Berlín decretado por la URSS el 24 de julio de 1948 y la creación el 4 de abril de 1949 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO por sus siglas en inglés), que vino a ser la estructura militar central de Occidente durante todo ese período, con el propósito de enfrentar la amenaza del Pacto de Varsovia, firmado en la capital de Polonia, a orillas del rio Vístula. Con la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y la posterior disolución de la URSS y consecuentemente del compromiso de Varsovia, se podía pensar que la OTAN se disolvería, con una Europa en pleno proceso de unificación y ampliación hacia los estados del Este que antes formaban parte de aquel Pacto.
Visto el papel estelar donde se le coloca en la actual crisis ucraniana, cabe preguntarnos ¿cuál es el propósito de la OTAN?, ¿qué función representa? ¿a quiénes interesa? ¿cuáles son sus agentes?. Para acercarnos a ellas me valgo del sociólogo e investigador Immanuel Wallerstein (nacido en Nueva York en 1930 y fallecido hace un par de años), quien en el libro “Un mundo incierto” hace diversas reflexiones muy vinculadas al momento que estamos viviendo, entre las cuales “¿para qué sirve la OTAN?.
Wallerstein nos señala que en el mantenimiento de la OTAN como estructura actúan varios agentes principales. Los EEUUA para su propósito de tener un ejército de ocupación combinado y sostenido por los europeos, a quienes les asignaron el cargo del “mantenimiento de la paz”, una vez que se hubiera ganado la guerra; eso hizo la OTAN en Bosnia y Kosovo, luego en Afganistán e Irak; en Libia y otros espacios incitados por la “primavera árabe”, también cumplieron ese papel; así podía EEUUA lavar lo que a la opinión pública interna le era políticamente desagradable.
Los europeos occidentales inicialmente vieron la OTAN como garantía que las tropas de EEUUA se mantuvieran en caso de ataques desde el Este, por eso siempre funcionó bajo el comando norteamericano. Al consolidarse la Unión Europea económica y políticamente, Alemania y Francia lideraron la idea de crear un ejército propio, lo que EEUUA saboteó y enfrió. Cuando se abrió “la cortina de hierro”, la OTAN se expandió con el proceso de nuevas incorporaciones a la UE, lo que significó para el bloque algunas dificultades para consolidar un centro político fuerte y destinar recursos para mejorar la situación económica en esos nuevos miembros del Este; éstos también la sostienen y se mostraron encantados con el papel que les tocó, para formar parte de “Europa” e integrarse a Occidente que para algunos era el paraíso y la anti-Rusia.
Ante ese panorama los rusos actuaron; por una parte, trataron de frenar mediante amenazas la expansión de la OTAN, pero sus bravuconerías no impresionaron a nadie y menos a EEUUA y por la otra, intentaron acercarse en un acuerdo especial –coloquialmente “19+1”-, que le colocó como semi-miembro de la OTAN; lo cual motivó el recelo europeo de sus élites que no deseaba admitirla en el “hogar común” y la presión de EEUUA para no acercar esa relación, la cual podría impulsar el desarrollo de una UE como fuerza política y económica relativamente unificada en el escenario internacional y el importante rol que representaría la participación de Rusia en su mercado interno.
Las últimas décadas mostraron que EEUUA no aprecia militarmente a la OTAN pero procura que permanezca para evitar que Europa occidental pueda desprenderse de su influencia y control. En políticas y discursos de las administraciones desde Clinton, Busch, Obama, Trump y ahora Biden así lo muestran, en el papel que le asignan a la OTAN en su intento de manejar la situación militar mundial por su propia cuenta.
También en este tiempo, es innegable que la presencia de Putin en la presidencia de Rusia, permitió mejorar las cartas con las que hoy juega en la escena internacional al fortalecer su unidad interior, su capacidad económica y militar, junto con una intensa actividad diplomática que le han permitido ampliar su influencia y alianzas en diversos espacios internacionales, de manera significativa en el área de la energía y la geopolítica que de ello se deriva.
La doctrina de la “soberanía limitada”, muy al estilo Henry Kissinger (asesor y Secretario de Estado de 1973-77), es la misma que fue aplicada a Checoslovaquia por la URSS conducida por Leonid Bréznev en la noche del 20 agosto de aquel alucinante 1968, cuando el sacudimiento social, con la insatisfacción en los pueblos liderada por los jóvenes, representó crisis marcadoras en Occidente y también para el bloque soviético. Sin embargo, a través del famoso teléfono rojo entre las cúpulas de ambos frentes, se aseguró que “Nadie se apartará de los acuerdos de Yalta”. A finales de los 70 hubo crisis en el sistema capitalista y también en el sistema soviético, que transformaron la dinámica política en el escenario mundial.
Con relación a la actual situación en Ucrania, el inefable Kissinger escribió en el “Washington Post” (reproducido por diario “La Calle”, edición del 25/2/22) “he visto cuatro guerras comenzadas con gran entusiasmo y apoyo público, todas las cuales no supimos terminar y de tres de las cuales nos retiramos unilateralmente. La prueba de la política es como termina no como comienza. La cuestión de Ucrania se plantea como un enfrentamiento si se une o no al este o al oeste. Pero para que ella sobreviva no debe ser un puesto avanzado de ninguno de los lados contra el otro, debe funcionar como un puente entre ellos”. Luego hace un conjunto de consideraciones donde pondera el liderazgo de Putin, que pueden leer en el enlace del Diario. Añade “La política exterior es el arte de establecer prioridades”, para concluir, “Es mi noción para producir un resultado compatible con los valores y los intereses de seguridad de todas las partes”.
Este pasado 23 de marzo, el presidente de EEUUA declara a la OTAN más unida que nunca, mientras da a conocer su primera estrategia para el Indo-Pacífico enfocada a la contención de China; al señalar la firmeza del QUAD grupo del Diálogo de Seguridad cuadrilateral formado por EEUUA, Japón, India y Australia. “Japón ha sido extremadamente fuerte al igual que Australia en términos de lidiar con la agresión de Putin. Presentamos un frente unido en toda la OTAN y el Pacífico”. La obsesión por la “amenaza china”, es determinante en las jugadas de EEUUA.
Con la ONU en desuso, en la real-política del derecho internacional la doctrina de la soberanía limitada, permite a quien tenga el poder suficiente, sostener su acción de intervenir “causado por el otro»; al final gana la intolerancia, en un juego donde además de la verdad, la mayor víctima es la humanidad.
¿Prolegómenos de otra gran guerra?. Mientras avanza el nuevo desorden mundial y por ahora mirando de lejos los fuegos de las explosiones, ¿nos conformamos o nos indignamos?, ¿nos sometemos o nos rebelamos?; como canta Alí Primera “… no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz!”.-
Casatalaya, caracas 27 marzo 2022