Washington, 14 feb (EFE).- Con la absolución en su segundo «impeachment», el expresidente estadounidense Donald Trump ha demostrado que mantiene las riendas del Partido Republicano gracias a su enorme popularidad entre los votantes, quienes ya están haciendo pagar un alto precio a los conservadores que quisieron declararle culpable.
Uno de los siete republicanos que apoyó la propuesta de los demócratas para condenar a Trump por el asalto al Capitolio es Bill Cassidy, senador de Luisiana y que anoche fue «censurado» por el Partido Republicano de su estado, en lo que se considera uno de los mayores castigos que puede aplicar una formación local.
No obstante, en una entrevista este domingo en la cadena ABC, Cassidy se mostró confiado en que el tiempo hará entender su decisión a los vecinos de Luisiana y consideró que la formación debe abandonar el culto a la personalidad de Trump para volver a sus valores tradicionales.
«El Partido Republicano es mucho más que una persona. El Partido Republicano son ideas. Fuimos el partido que se fundó para acabar con la esclavitud, fuimos el partido que preservó la Unión, fuimos el partido que aprobó la primera ley de derechos civiles, fuimos el partido que puso fin a la Guerra Fría», reivindicó.
Con esas palabras, Cassidy retrató la guerra que se libra dentro del Partido Republicano para definir su identidad, ahora que Trump ya no es presidente.
LA BATALLA POR EL ALMA DEL PARTIDO REPUBLICANO
Parte de los republicanos quieren que el trumpismo siga atado al partido que lo acogió en 2016 con la llegada de Trump; pero, otros, como Cassidy, temen que esa ala más radical les haga perder votos en el centro y apuestan por volver a los valores tradicionales de la formación.
Además de Cassidy, otros dos republicanos que votaron contra Trump recibieron este domingo críticas de sus constituyentes. Se trata de los senadores Richard Burr de Carolina del Norte y Patrick Toomey de Pensilvania, quienes el próximo año se retiran de la política, por lo que gozaban de más libertad que sus correligionarios para votar a favor de una condena.
De hecho, de los siete republicanos que rompieron filas, solo una de ellos, Lisa Murkowski de Alaska, se presenta a la reelección en 2022; mientras que tres (Cassidy, Susan Collins y Ben Sasse) acaban de ser reelegidos, por lo que no tendrán que enfrentarse a las urnas hasta 2026.
Mientras tanto, Mitt Romney, excandidato presidencial republicano en 2012, se ha consolidado como una figura de oposición a Trump, algo que goza de cierta popularidad en su estado, Utah.
El miedo a ser objeto de la ira del trumpismo influyó, según los demócratas, en la decisión que la mayoría de republicanos tomó para absolver al exmandatario.
«Si el voto hubiera sido secreto, habría habido condena», opinó contundente el sábado el senador demócrata Richard Blumenthal.
De todas formas, pocos republicanos han defendido las acciones del expresidente y la mayoría se escudaron en argumentos técnicos sobre la constitucionalidad del «impeachment» para evitar un veredicto de culpabilidad.
El marcador final de la votación fue 57 votos a favor y 43 en contra, lejos de los 67 votos que se necesitaban para condenar al exmandatario del cargo de «incitar una insurrección» en el asalto al Capitolio del 6 de enero, en el que murieron cinco personas, entre ellas un policía
LA PRUEBA DE FUEGO: 2022
El resultado muestra que no habrá un divorcio inminente entre el trumpismo y los conservadores, en gran parte, porque Trump ha dejado claro que tiene intención de seguir copandando titulares y rechaza la idea de pasar a un retiro silencioso, como han hecho tradicionalmente los expresidentes.
De hecho, el magnate tiene previsto reunirse la semana próxima en Florida con el senador Lindsey Graham, uno de sus más fieles aliados, para hablar sobre el futuro de la formación.
En una entrevista con la cadena Fox este domingo, Graham dijo que había conversado con el exmandatario tras su absolución y aseguró que está «muy entusiasmado» con las elecciones legislativas de 2022.
Trump ha confesado a algunos de aliados que tiene intención de usar las elecciones de 2022 como una oportunidad para recompensar a quienes se han mantenido fieles a él y castigar a quienes le han traicionado.
Además, el exmandatario ha abierto la puerta a presentarse él mismo de nuevo a las elecciones presidenciales en 2024.
Por su parte, el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, ha dicho a sus asesores que planea luchar con uñas y dientes para defender a los republicanos tradicionales en las elecciones de 2022 y evitar que sean desafiados en las primarias por aspirantes de extrema derecha afines al trumpismo.
LOS OTROS LÍOS LEGALES DE TRUMP
Sin embargo, McConnell sabe que una confrontación directa podría restar votos a los republicanos y confía en que las múltiples investigaciones que enfrenta Trump le releguen a un segundo plano en la política.
En concreto, el expresidente está siendo investigado en Georgia por sus intentos de revertir el resultado electoral, tiene pendiente un caso judicial en Nueva York por supuestos crímenes financieros y la Fiscalía de la capital investiga su papel en el asalto al Capitolio.
Pese a todo, alrededor de un 70 % de los votantes republicanos sigue respaldando a Trump, cuyo apoyo ha disminuido notablemente fuera del partido desde el asalto al Capitolio hasta alcanzar la cifra actual del 37 % entre todos los estadounidenses, según la media de encuestas que elabora la web Five Thirty Eight.
Beatriz Pascual Macías