Por Ramón Rivas Sáez
En las décadas de los sesenta y setenta Trujillo fue considerado el estado ateneo del país, debido al florecimiento cultural que se observó en las localidades de Boconó, Trujillo y Valera, donde una triada de mujeres adelantó una gestión de gran aliento en la difusión de las manifestaciones artísticas, a través de esas instituciones.
Evocamos el trabajo fundacional de Miriam Sambrano Urdaneta de Urosa, Mireya Mendoza de Alvarado y de Aura Salas Pisani, respectivamente, tres mujeres que se ofrendaron a la actividad cultural en las mencionadas ciudades trujillanas, con inusitado éxito. La edición de libros del poeta Ramón Palomares que realizó el ateneo de Boconó; la construcción de la magnífica sede, obra del esfuerzo denodado de doña Miriam Sambrano, son algunos de sus logros.
Igualmente, la capital trujillana brilló de la mano de su ateneo bajo la mirada atenta de la incansable propulsora Mireya Mendoza de Alvarado, que promovió la cultura de manera generosa y gran amplitud, mientras en Valera, cumplió su apostolado Aura Salas Pisani, cuya vida se la dedicó al ateneo, con eventos donde participaron escritores como Adriano González León, César David Rincón, Francisco Pérez Perdomo, Ramón Palomares, Ana Enriqueta Terán, Dámaso Ogaz, y otros tantos artistas.
Estos ateneos le otorgaron al estado Trujillo, el privilegio de ser una especie de faro de la cultura, único en Venezuela. Luego se sumaron otras iniciativas del sector privado, con la creación de los ateneos de Escuque, con Francisco Crespo Salas, el de La Quebrada con Adhemar González, el de Betijoque que ratificaron que Trujillo era el estado ateneo por excelencia.
Hoy es paradójico, esas instituciones han desaparecido, a causa del socavamiento gubernamental, .que las dejó sin presupuesto de funcionamiento, y el posterior asalto de sus sedes, como ocurrió en el ateneo de la ciudad de Trujillo, donde el poeta Rafael José Alfonzo, su presidente fue, prácticamente, defenestrado, pese a la encomiable labor desarrollada.
Igual ocurrió en el ateneo de Valera, donde una directiva, presuntamente, negó un proyecto del maestro José Antonio Abreu, que planteó la cesión de un espacio ateneísta para la creación de una sala de conciertos a fin de traer a reputadas orquestas internacionales; esa idea fue abortada por la tozudez de algunos directivos. Estos sinsabores han dejado a la actividad cultural en Trujillo huérfana, .sin dolientes.
Es preciso, volver al estado ateneo, que Trujillo se conozca en el mundo por sus aportes a la cultura, a las expresiones de la creación artística. En esto tiene razón Marlene Briceño, una de las más ardientes defensoras del ateneo valerano; es necesario perseverar, insistir para que la luz retorne a la entidad a través de la reapertura de sus ateneos.