Diferentes estudios confirman que los venezolanos están seriamente afectados en su emocionalidad. Por primera vez, se detecta la tristeza como un sentimiento generalizado en la población. Valera no escapa de esa realidad, hombres, mujeres, jóvenes y adultos mayores, se auto perciben afligidos y apesadumbrados, emociones que definen el estado de luto como cuando se pierde un ser querido, lo cual afecta a opositores y oficialistas por igual
Yoerli Viloria
@yoerli2017
Transitar por las calles de Valera, conocida como la “Ciudad de las Siete Colinas”, es sinónimo de presenciar la muerte en vida de la urbe que hace más de 20 años ostentaba los vigores de una entidad pujante y llena de vida comercial. Los ciudadanos caminan como autómatas sorteando los cúmulos de basura y verduleros, en busca de un local comercial donde arrimarse a una cola para conseguir algo de alimentos para llevar a sus casas.
Desde antes de los comicios del pasado 20 de mayo se viene desarrollando un escenario incómodo para el venezolano, lleno de dificultades económicas, un ambiente de rápido deterioro que se refleja en recientes y diferentes estudios que confirman que los venezolanos están seriamente afectados en su emocionalidad. Según el Informe Mundial de la Felicidad 2018, elaborado por expertos de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, que clasifica a 156 países por su nivel de felicidad, Venezuela es el país más infeliz de América Latina.
Tristeza generalizada
“Por primera vez, se detecta la tristeza como un sentimiento generalizado en la población venezolana. Hombres, mujeres, jóvenes y adultos mayores, se auto perciben afligidos y apesadumbrados. La tristeza ha cundido en el venezolano sin importar tampoco su filiación política y el sector social. Chavistas y no chavistas experimentan añoranza por tiempos mejores, además de tribulación y desdicha”, expone Francisco Olivares, reconocido periodista de investigación.
Para Olivares esa emoción que sufren los venezolanos no se encuentra aislada, sino que va unida a una profunda rabia, además de frustraciones y decepciones que sobrellevan la mayoría de los ciudadanos, “emociones que definen el estado de luto como cuando se pierde un ser querido. Luto que están sufriendo tanto los venezolanos que se han ido, como los que hasta ahora se han quedado”.
“Mapa emocional de Venezuela”
La psicóloga Yorelis Acosta, profesora e investigadora de la Universidad Central de Venezuela, publicó el “Mapa Emocional de Venezuela”, donde revela el drama individual y social que en los últimos años se ha anidado en la psiquis de los ciudadanos. “Con rigor científico se puede afirmar que la tristeza, la rabia y el miedo son las principales emociones que se han alojado en el alma de los venezolanos en los últimos años. Tales sentimientos han invadido todos los espacios de la vida social y no hay lugar ni grupo en el que lo relevante no sea enumerar las dificultades y preocupaciones del quehacer diario”.
Abstracción social
Edgar López, conocido psiquiatra en la región, asegura que la tristeza está asociada con la situación que se vive en Venezuela, en la que está inserta la urbe de las ‘Siete Colinas’, “tengo un paciente que me dice que casi no sale de su casa, primero porque se le han ido del país todos sus amigos y segundo porque le afecta mucho ver el nivel de deterioro, abandono y soledad que hay en Valera”.
El especialista corroboró que es muy común palpar la tristeza de los valeranos sólo con el saludo, cuando responden con expresiones como “bien dentro de lo que cabe” y “sobreviviendo”. Indicó que los ciudadanos se han dedicado a autoabstraerse socialmente ante tantos factores hostiles que se aprecian en las calles.
Se acorta la esperanza de vida
López calificó como crónica la tristeza que viven los venezolanos, además de que deriva en otras consecuencias: alteraciones metabólicas que genera otras enfermedades, en momentos donde no se consiguen medicamentos y los hospitales están contaminados, “un problema psíquico que va a llevar a problemas físicos, enfermedades, envejecimiento prematuro y a su vez se acortará la esperanza de vida de los venezolanos”.
Pánico y suicidios
El psiquiatra indicó que el colapso nervioso que está generando la crisis de diversa índole en el país ha disparado el trastorno de pánico y los índices de suicidios en la región, evidenciado en el conteo que realiza la fuente de sucesos del Semanario de los Andes.
Dato
83
es el porcentaje de pacientes que acuden a consultas con el doctor López, en el municipio Valera, por tristeza o depresión, asociadas a la situación país, “antes hablaba de 43% de incidencias por diferentes causas, ahora 83% de los que van a mi consulta están deprimidos por lo que está pasando en Venezuela”.
Aumenta la intolerancia
Tras dos horas de espera en una cola de la parada “7 Colinas”, donde las maromas para cazar “las perreras” que se asoman al lugar a fin de piratear terminaban siendo infructíferas ante la agudeza “de la viveza criolla” de los cientos que intentaban hacer lo mismo, y ante la presión del ocaso del sol que comenzaba a dar paso a la noche, finalmente un microbús decidió respetar el orden de una cola.
“A 20 mil, a 20 mil el que se quiera ir y punto, si no les gusta no se suban”, gritó de inmediato el colector. Billetes en manos los dispuestos contaban frenéticos y desesperados mientras el vehículo comenzó a llenarse poco a poco. “Chamo cobren 10 mil, ayuden a la gente pana, no sean así”, gritaban los que sabían que no les alcanzaba para pagar el pasaje.
“Es un abusador, como si 20 mil le da para comer toda la vida, provoca es quemarle esa buseta”, soltó una señora cercana a los cincuenta años. De inmediato el conductor comenzó a empuñar un machete en su mano mientras amenazaba a la señora: “mire lo que le tengo aquí, venga para que vea lo que le tengo”.
La lámina del arma se estrellaba una y otra vez contra el piso del carro, a escasos centímetros de un niño de 3 o 4 años que presenciaba atónito el espectáculo, mientras el conductor seguía profiriendo amenazas, “a mí no me tiembla la mano”. Desde afuera la sentenciada lo inquiría a atacarla, “si es tan hombre venga a ver qué me va a hacer, poco hombre”.
Minutos de silencio siguieron al episodio, nadie dijo nada, ni los que habían alcanzado subirse al vehículo, ni los que quedaron varados afuera “a la buena de Dios”. Valera convertida en un ¡sálvese quien pueda!
Se esfumó la alegría
Tras un somero sondeo que se realizó en pleno corazón comercial de la ciudad, y en similitud con los estudios antes mencionados, la tristeza sobresale en las respuestas de los consultados. De 12 personas encuestadas, ocho manifestaron sentirse apesadumbradas por la situación país que les toca vivir, cinco acotaron que además de tristeza sienten miedo por el porvenir y siete exteriorizaron rabia.