Reina J. Cegarra S.
Trujillo es el epicentro de la conmemoración del bicentenario de dos actos políticos y humanitarios de inconmensurable envergadura, registrados en los anales de la historia del continente americano como los inmortales “Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra”.
Acaecidos en los días 25, 26 y 27 de noviembre de 1820, cuando España y Colombia pulseaban el poder político y militar, los tratados marcaron el inicio del Derecho de Gentes, hoy Derecho Internacional Humanitario, rama del Derecho Internacional Público, que busca atenuar y limitar los efectos de los conflictos armados, destacando de manera especial que el más importante y luminoso antecedente del Derecho Internacional Humanitario, está presente en los precitados tratados, por ser primeros en su género en el occidente.
Los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra fueron suscritos en Santa Ana de Trujillo, por Antonio José de Sucre, José Gabriel Pérez y Pedro Briceño Méndez, comisionados designados por el presidente de Colombia, General Simón Bolívar y por Ramón Correa, Francisco González de Linares y Juan Rodríguez del Toro, comisionados representantes del bando español, designados por el General Pablo Morillo.
Un poco de historia
El año 1820 tiene una significación muy especial tanto para España como para Hispanoamérica; todo se inició el 1ero. de enero de 1820 en el sur de España, con el alzamiento del recién creado ejército expedicionario, para culminar en la última semana de noviembre con los Tratados y el Abrazo de Bolívar y Morillo en la población de Santa Ana.
Los ejércitos de Colombia y España, estaban muy debilitados por las luchas desarrolladas desde 1810, y por más que se implorara el cese de la guerra a muerte, la matanza y el horror continuaban, por lo cual era necesaria una tregua, para humanizar la atroz contienda.
Morillo, recibe las instrucciones impartidas por Fernando VII el 6 de junio de 1820, para abrir las negociaciones con los patriotas, y después del cruce de correspondencia entre las partes, de conversaciones con representantes de ambos ejércitos, se plantea la posibilidad de suspender las hostilidades y la suscripción de documentos que así lo expresen.
Bolívar, conociendo la situación del ejército realista, calcula las ventajas que la suspensión de hostilidades pudiera generar a favor de la causa americana y procede -además de nombrar a sus comisionados- a proponer la idea de la regularización de la guerra.
Regulando la guerra
Cuenta la historia que Bolívar, en una carta enviada a Morillo, le pide autorizar a sus comisionados para concluir “con el gobierno de la república, un tratado verdaderamente santo, que regularice la guerra de horrores y crímenes que ha inundado de lágrimas y sangre a Colombia, y sea un monumento entre las naciones más cultas de civilización, libertad y filantropía”, idea esta acogida por Morillo e incluida en el proyecto a través de sus comisionados.
De esa manera, el 26 de noviembre de 1820, el general Sucre, presidiendo la terna de los comisionados republicanos, presenta el proyecto del Tratado de Regularización de la Guerra que obliga a los estados signatarios a combatir como pueblos civilizados; a evitar el exterminio; el respeto a los prisioneros de guerra; asistencia médica a los enfermos y heridos; honrosa sepultura a los muertos; la comunicación libre y abierta entre los respectivos territorios para la provisión de todo género de subsistencia y mercancías; respeto a la opinión de los habitantes de los pueblos ocupados.
Es así como los Tratados se convierten en una normativa sagrada que sustenta y cimenta los derechos humanos en el mundo, constituyendo por excelencia la sabia y esencia del Derecho Internacional Humanitario, en permanente observación y aplicación por las naciones democráticas.
Tres días históricos
El 25 de noviembre de 1820 los comisionados de ambos bandos convienen los fundamentos, escriben, corrigen los protocolos del primero “Tratado de Armisticio” integrado por 15 artículos, se ponen de acuerdo y suscriben el mismo en horas de la noche.
El 26 de noviembre, se concluyen los protocolos del segundo “Tratado de Regularización de la Guerra”, conformado por 14 artículos el cual también es acordado y firmado en horas nocturnas para, finalmente, el 27 de noviembre, ratificar los Tratados por parte de los dos altos Jefes Militares: Bolívar y Morillo, en un fraterno abrazo llevado a cabo en la aldea de Santa Ana, en el estado Trujillo.
Rumbo al abrazo
Firmados los Tratados el jefe español quiso una entrevista con el Libertador para promover un encuentro muy personal, activo, directo, amistoso, íntimo para tratar la situación política, militar que se vivía.
Morillo iba para ultimar de manera satisfactoria el contenido de las categóricas instrucciones recibidas de su Rey; Bolívar concurría para cumplir otro acto triunfal en pos de la libertad, y lo más importante para ese momento el relativo al reconocimiento del nuevo Estado y de su Gobierno.
El presidente de Colombia acepta la entrevista y el 27 de noviembre a primera hora comienza el viaje para llegar a Santa Ana.
Morillo había llegado temprano de Carache con su séquito, colocándose en un sitio que le permitiera avistar la llegada del Libertador y su comitiva, los jefes avanzan, Morillo se baja de su corcel, Bolívar de su noble mula, fundiéndose los Titanes en el estrecho y cordial abrazo, que la historia recoge como “El Abrazo de Bolívar y Morillo”.
Importancia de los Tratados
Diversos aspectos resaltan de este hecho histórico, entre los que resaltan: el intrínseco mérito jurídico del Armisticio, la paralización temporal de la lucha entre patriotas y realistas, las valiosas implicaciones políticas posteriores que tuvo la regularización de la guerra, por ser la última carta política y diplomática que aún después de doscientos años está presente.
De igual forma, es considerado pionero de los derechos humanos por poner fin a la crueldad de la guerra a muerte, obligó a los estados signatarios a combatir como pueblos civilizados, evitando el exterminio, estableció el respeto para los prisioneros de guerra, civiles y militares, otorgó asistencia médica a los enfermos y heridos, así como honrosa sepultura a los muertos.
También figuran el respeto a la opinión de los habitantes de los pueblos ocupados y, por último, pero no menos importante, que constituye por excelencia el antecedente más importante y luminoso del Derecho Internacional Humanitario.
Monumento a la posteridad
Fue el General Pablo Morillo quien propuso la idea de erigir un monumento donde se levantara una pirámide, fuesen grabados los nombres de los comisionados de Colombia y España, como fieles concluyentes de los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra entre dos pueblos.
El Libertador complacido adoptó la idea y así lo hicieron, quedando grabadas las acciones de estos valientes y nobles varones en el monumento, en la memoria de los pueblos, y en los anales de la historia del continente americano hasta el final de los tiempos. ¡En Santa Ana nació Colombia!, afirmó Bolívar.
Noventa y dos años después de este hecho histórico, el 5 de julio de 1912, se inaugura en el poblado de Santa Ana, la escultura del monumento del Abrazo de Bolívar y Morillo, realizada en París por el escultor Lorenzo González, en 1911, honrando los deseos del Libertador Simón Bolívar y del General Pablo Morillo.