Tras la huella de un Santo | Por Hermann Pargas Meza

Resulta incuestionable la importancia que reviste destacar los valores humanos que representa el Dr. José Gregorio Hernández como venezolano ejemplar, como ciudadano, estudiante, profesor universitario, científico, médico y cristiano, de manera que sirva de paradigma de los valores que debe tener un venezolano, sobre todo en un país que sufre una profunda crisis en lo moral, ético y espiritual, donde los antivalores y falsos paradigmas enmarcan la conducta de un gran número de venezolanos. Crisis que conlleva una profunda degradación de los valores que conforman la idiosincrasia de nuestro pueblo y definen su identidad.

Vivimos un proceso que lamentablemente que nos puede conducir a una peligrosa anómia social. De allí, la importancia que reviste rescatar, resaltar y mantener en vigencia la obra de hombres paradigmáticos y ejemplares como el Dr. José Gregorio Hernández.

La percepción mágica y la explotación comercial de la imagen del más insigne venezolano del siglo XX, han desdibujado la grandeza de su obra. Despojarlo de la superstición exacerbada que mitifica su legado, le acrecienta como un hombre que consagró su intelecto al servicio de sus semejantes, y  como un cristiano que hizo de la práctica de la virtud en grado heroico, el desideratum de su vida.

 Resulta interesante que el 2004, como año conmemorativo de los 140 años del Natalicio del Dr. José Gregorio Hernández, coincida con esta grave crisis que mantiene a la sociedad venezolana dividida, en un peligroso ámbito de confrontación. Contexto que brinda la ocasión de abrir un espacio para la tolerancia y la unidad; resaltando los valores que representa la figura de este notable hombre y transformarla en emblema de la convivencia, dado el respeto y veneración que todos los venezolanos le profesamos.

Paradójicamente la vida de un hombre que fue un símbolo del bien y la bondad, transcurre en una de las épocas más oscuras de la vida republicana. La Venezuela de finales del siglo XIX y principios del siglo XX estuvo marcada por guerras intestinas, un país donde las montoneras y el caudillaje asolaron toda la extensión del territorio nacional. Es en este contexto histórico, concretamente en Trujillo, un estado emblemático y protagonista en esa sociedad tumultuaria, en la pequeña villa de Isnotú, cuando el 26 de octubre de 1864 ve la luz José Gregorio Hernández Cisneros, hijo de Benigno y Josefa Antonia.

Antes de continuar quisiera aclarar que  esta breve palabras no se concretará a una reseña biográfica o un recuento histórico de la vida del Dr. Hernández, temática que ha sido ampliamente estudiada por notables biógrafos y especialistas sobre el tema, sino que me voy a permitir reflexionar sobre las cualidades que dieron sentido a la vida de un hombre ejemplar y sobresaliente, que se ha convertido en el venezolano más reconocido por su pueblo en el siglo XX.

El dolor por la muerte prematura de su señora madre, Doña Josefa Antonia Cisneros, cuando era un niño de apenas 8 años, fue un hecho traumático que le marcó para toda la vida e influyó en grado sumo en la formación de la personalidad del Dr. José Gregorio Hernández. Ilustra esta aseveración lo narrado por el Dr. Miguel Yaber en su obra “José Gregorio Hernández”, cito:

 “Muy cerca del cementerio de Isnotú existen unas piedras grandes, llamadas Las Piedras Negras; en ellas se sentaba José Gregorio todos los días, al caer la tarde, y, recordando a su madre, solía decir:

 

-Mi madre, que me amaba desde la cuna me enseñó la virtud, me crió en la ciencia de Dios y me puso por guía la santa caridad.- “

 

Igualmente, nos narra el Dr. Yaber en su obra, que el Dr. Hernández una vez que llega a Isnotú para ejercer como Médico Rural, en ocasión de visitar la tumba de su madre, expresaba:

Madrecita querida, ahora soy médico como te prometía, ayúdame a cumplir la misión que me encargaste un día y que Dios en sus santos designios ha puesto en mis manos de humilde pecador. Guíame ahora que no te tengo a ti.-

 

Palabras que reflejan la profunda devoción que sentía el Dr. José Gregorio Hernández por el legado materno y revela la soledad que le embargaba al recordar a la madre ausente.

Otro hecho que se constituye en un punto de inflexión que influyó en la personalidad del Dr. Hernández fue la muerte de su hermano, José Benjamín, acaecida en 1894, a quien atendió denodadamente como médico, pero que fallece a pesar de aplicar los conocimientos más modernos de la medicina. Esta frustración, que evidenciaba sus limitaciones humanas, le acercó aun más al mundo espiritual.

Desde joven demostró poseer la fuerza de la inteligencia creadora, una mente organizada y multidisciplinaria, todos los estudios que realizó los culminó con honores, además  demostró cualidades innatas para las artes, sin embargo su entrega total al conocimiento científico y el cumplimiento de los deberes como militante activo de la fe cristiana, no le permitieron incursionar con seriedad en ese campo. Otro hecho que demostraba su amplia cultura intelectual es el haber aprendido varios idiomas, a saber: latín, francés, inglés y alemán; ello le permitió mantenerse actualizado en los conocimientos científicos de vanguardia.

Si bien su trayectoria como estudiante resulta impresionante por el nivel de excelencia que alcanzó, sus méritos como médico, pedagogo  e investigador lo son más aún. Además, logró integrar su formación académica europea a su profunda venezonalidad.

 En 1904, el reconocimiento a las cualidades del Dr. José Gregorio Hernández  en esas disciplinas académicas le hicieron merecedor de ser miembro fundador de la Academia de Medicina, donde ocupó el sillón XXVIII, con antelación funda la Asociación Médica de Caracas, simiente del Colegio Médico de Caracas, del cual también fue miembro fundador. Igualmente, en 1905 recibe la Medalla de Instrucción Pública, en honor a su trayectoria como pedagogo, al grado que muchos lo han considerado como el más grande profesor que ha impartido clases en nuestra universidad más importante.

Igualmente, es considerado el fundador de la ciencia experimental en Venezuela, creó el Laboratorio de Fisiología y Bacteriología en la UCV, e introdujo reformas sustanciales en la educación médica en el país. Son numerosos sus investigaciones, estudios y publicaciones.

Muchos consideran al Dr. José Gregorio Hernández como un hombre que supo conciliar lo científico con lo espiritual. Su génesis como hombre de fe nace bajo el cobijo de las montañas andinas en una sociedad profundamente católica, militancia cristiana que se acrecienta con el transcurrir de los años, al grado, que es conocido su intento de ingresar  a la vida cenobita en la Orden de los Cartujos o su frustrado paso por el Seminario Metropolitano para así obtener las sagradas órdenes como sacerdote.

Indudablemente que estas actitudes me llevan a pensar que al igual que sucedió con muchos hombres geniales, el Dr. José Gregorio Hernández vivió su propio conflicto, en él bullía  la confrontación entre el materialismo positivista de la época y el idealismo místico, es decir entre José Gregorio el científico y Fray Marcelo, el cenobita.

Pero la grandeza de su genialidad radica, en que era tal el compromiso en lo que creía, que tuvo la suficiente lucidez para conjugar racionalmente sus vivencias como científico y creyente, sin renunciar a los principios y valores que fundamentaron cada una de esas facetas de su vida. Quizás la expresión más cabal de lo que representa el Dr. José Gregorio Hernández como valor nacional,  se plasma en lo dicho por el Dr. Tomás Polanco Alcántara, cito:

 

“El Dr. José Gregorio Hernández es el venezolano que ha alcanzado el valor espiritual más alto”.

 

Cabe preguntarse: ¿Es Dr. José Gregorio Hernández un santo?, la respuesta a esta interrogante, desde el punto de vista de la iglesia, es negativa, por cuanto se hace necesaria su beatificación mediante la comprobación de un milagro realizado. Pero resulta imposible desarraigar la percepción que tiene el pueblo de su santidad, cómo evitar que se le evoque como: “Evangelizador de la medicina”, “Médico de los Pobres”, “Apóstol del Bien ante el Dolor”, “El Siervo de Dios”, “el más médico de los santos y el más santo de los médicos”, calificativos que enaltecen el legado de un hombre que no solo se conformó en creer sino en obrar, que fue  modelo y paradigma de virtud.

 El sociólogo Roberto Gonzáles León en este sentido expresaba:

“Él es el santo de los venezolanos, y además de una manera muy linda, porque representa lo bueno de los venezolanos. Las figuras y los símbolos de alguna forma también representan lo que nosotros somos, porque nos identificamos con ellas. Él es laico, es un profesional, es un hombre, y en términos de espiritualidad y bondad hay un nexo entre la espiritualidad etérea y la espiritualidad terrena, logró su santidad por su trabajo, por su profesión, por su humildad. Él es el alma de los venezolanos”.

 

Para finalizar mi intervención quisiera recordar unos versos de mi recordado abuelo, el poeta trujillano, Rosalino Pargas Morales:

 

Venir de la nada, volver a ella

A escondidas, callando y sin destino,

Pisando leve sin dejar la huella,

He ahí el sacrilegio a los caminos.

El hombre cierto afinca el paso

En la grandiosa tierra

Para dejar presencia de su huella.

La muerte del Dr. José Gregorio Hernández el 29 de junio de 1919,  marca la desaparición física de un hombre cierto que nos dejó un camino signado por los valores más puros que puede albergar el alma humana, senda de solidaridad y convivencia. Tengo la seguridad que los venezolanos sabremos honrar la memoria y el legado de este hombre, y seguiremos el camino que nos señaló… Con la certeza que estaremos tras la huella de un santo.

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