La iniciativa del grupo de boconeses, ahora por constituirse en un comité de rescate y preservación del patrimonio cultural del municipio, en primera instancia con lo sucedido en el Museo Trapiche de Los Clavo, cuenta con el respaldo profesional y técnico del profesor y arquitecto Gilberto Buenaño, quien tras presenciar las últimas intervenciones físicas de esta joya arquitectónica fija posición no solo por “la violación de las normas para la restauración del patrimonio, sino la forma de administrar los espacios del complejo que no están destinados al uso con fines de lucro, ni privado”.
El propósito era entregar un documento técnico a la directiva de la Asociación Civil del Museo, sin embargo, aunque recibieron la convocatoria y la reunión se desarrolló en el Trapiche, ninguno de sus integrantes asistió; por el contrario sí estuvieron presentes el equipo fundador, entre ellos la profesora Gladys de Gonzalo y otras personalidades preocupadas por el destino de estos espacios.
Un exabrupto
El actual coordinador de postgrado de Arquitectura de la UCV, Gilberto Buenaño, considera que la cerca perimetral del lado norte del predio, es un exabrupto que rompe con todo lo establecido en la normativa para la preservación del patrimonio cultural y, por consiguiente, con todo lo que rigurosamente se respetó en la restauración del mismo.
“Ni los materiales seleccionados (malla y alambre de púa), ni las técnicas constructivas, ni las soluciones formales y estéticas, se relacionan con la obra restaurada y preservada. Tampoco la piedra de canto rodado, predominantemente blanca. El aspecto que proyecta la cerca construida es de cárcel, encierro, con una agresiva y amenazante protección con punzantes alambres como si se tratara de alejar cualquier persona que se acerque”.
Inadecuado uso
A juicio de Buenaño, lo más grave es el cambio en materia de uso del Museo; “pasar de uso público, social y no lucrativo, a ser privado, particular y para obtener beneficios económicos; cuando son para preservar y difundir el patrimonio cultural de los boconeses, quienes por amar esta tierra estarían dispuestos a colaborar en cualquier forma posible para que se mantenga como auténtico patrimonio”.
De la intención de la siembra de caña asegura no se puede confundir un patrimonio cultural con una siembre de caña o un ingenio azucarero. “Estas modalidades agrícolas e industriales son perfectamente necesarias, pero no obedecen a la lógica del Museo; que en esencia es mostrar, evidenciar y eventualmente hacer prácticas de los procesos productivos del café y la caña; con propósitos culturales: de investigación, educativos y difusión”, sentenció.
Revisan documentos
El síndico procurador municipal, Adnober Valenzuela, informó que la directiva del Museo ya entregó sus estatutos, el canon de arrendamiento de la torrefactora, el contrato de enajenación de la maquinaria pero no así el avalúo. El informe técnico definitivo se lo entregará a los miembros del Museo para que decidan las próximas acciones. Él se limitará a acompañar y asesorar. Por su parte, Yohana Vásquez, directora de la Coordinación de Cultura de la Gobernación, aunque aseguró no conocer al Síndico, admitió se ha reunido con el propietario de la torrefactora e investiga algunas denuncias para pronunciarse al respecto. Aseveró no permitir que estos espacios culturales se privaticen.