-A veces no conoces el verdadero valor de un momento hasta que se convierte en memoria-
Dr. Seuss
Transcurría el año 1936, quien con mano de hierro había gobernado al país desde 1908 hasta 1935, el benemérito Juan Vicente Gómez recién había fallecido, comenzaba una nueva etapa de gobierno bajo la tutela de Eleazar López Contreras, nombrado Presidente Provisional por el Consejo de Ministros (1935), al año siguiente fue ratificada su elección, manteniéndose en el cargo hasta 1941.
Ese mismo año, un 23 de octubre, en la víspera del Día del Santo Patrono de Carvajal, en el caserío Loma de San Rafael, en una pequeña casa, rodeada de árboles, armonizada con el canto de los pájaros y un agradable clima, desde donde se divisaba desde lo alto a la meseta de Carvajal, nacía Juan Blas Barrios Rangel, hijo de Emilio Barrios y Estanislada Rangel; era el sexto de 15 hermanos (Julio +, Graciela +, Ana +, Ramona, Cástulo, Juan Blas, Emilia +, Aída, Amelia +, Idolina, Auxiliadora, Pedro +, Ángel, Nora + y Jesús), por esos años vivían de la actividad agrícola.
En medio de esos hermosos parajes de la parte alta del hoy Municipio San Rafael de Carvajal, dio sus primeros pasos y creció jugando al lado de sus hermanos; pocos años más tarde y aun siendo niños, se trasladan al poblado de Carvajal; su papá Emilio durante algún tiempo se instala en el sector San Pedro de Jiménez, donde se dedica a cultivar la tierra y a la cría de animales en un conuco de su propiedad; Juan Blas y sus hermanos ayudan a sus padres en los trabajos del campo, pero sin abandonar los juegos y las correrías propias de cualquier infante de su edad.
Más tarde se trasladan al sector Cuatro Esquinas de Carvajal, sitio donde instalan su hogar definitivamente. Desde allí el joven Emilio Barrios comienza a ejercer el comercio y la familia también se ayuda cociendo sacos de fique y la capellada de las alpargatas, por encargo del señor Carmelo Juárez, próspero empresario del fique.
En ese sentido, Juan Blas aclara: “En el Carvajal de aquel entonces, había varias personas que se encargaban de trabajar el fique, eran comerciantes florecientes, tenían telares y le daban trabajo a la gente del sector por encargo…”
Juan Blas, cursa estudios de primaria en la Escuela María Dolores de Araujo, obteniendo su certificado de Educación Primaria; no quiso seguir estudiando y se dedicó a trabajar por su cuenta como jornalero, realizando trabajos por día como ayudante de maestro albañil, de pintura, o cualquier actividad lícita que pudiera realizar con la intención de llevar dinero a su hogar. Aprendió a manejar y cuando tuvo edad también ejerció el trabajo de chofer y junto a su papá Emilio Barrios, se dedicaron al comercio trasladándose en una camioneta por diversos pueblos del estado y de otras ciudades del país.
El destino y sus cosas
Como la mayoría de los jóvenes de la época, unos años después de alcanzar la mayoría de edad, salió sorteado para cumplir el servicio militar, le asignaron la ciudad de Trujillo y al mismo tiempo, su hermano Cástulo que era casi de su misma edad (con un año y meses de diferencia), también fue sorteado y le correspondió prestar el servicio militar en Maracaibo; dos años y medio aproximadamente era el tiempo que establecía la ley para el cumplimiento del Servicio Militar Obligatorio, en ese entonces y según la misma Ley, no podían prestar servicio militar dos hermanos al mismo tiempo, por lo que las autoridades militares debieron sacar a uno y justamente le correspondió a Juan Blas salir del cuartel. “Ya yo estaba con el coco pelao y haciendo los ejercicios de rutina en el Cuartel en Trujillo, cuando llegó un soldado con un oficio en la mano y se lo entregó a mi superior, quien lo leyó y en voz alta me llamó y me notificó la novedad, ese mismo día me enviaron de regreso a mi casa…”
Por azares del destino y una vez que regresa a casa, se enamora de una joven viuda, oriunda del histórico pueblo de Santa Ana, de nombre Flor Román, un tiempo más tarde, deciden comenzar juntos una nueva vida y de esa unión nacen cuatro hijos: Alexi, Nora, Yajaira y Diomedes.
“Fíjate lo que es el destino, si hubiese cumplido el servicio militar completo no me habría unido con la que fue mi señora, estuve casi 65 años a su lado, hasta su muerte…”
Apasionado por el deporte
Juan Blas Barrios era amante del deporte, le gustaba mucho el béisbol que practicaba en sus años mozos en un terreno ubicado en el sector La Llanada, cerca donde hoy día está ubicada la escuela del mismo nombre, a donde acudían por las tardes los jóvenes de diversos puntos de Carvajal, eran los inicios de la década del cincuenta.
“A veces me cuesta recordar algunos nombres de los muchachos que se reunían junto conmigo para jugar béisbol en ese terreno ubicado arriba en La Llanada, éramos muy jóvenes, tu tío Rafael Juárez era uno de ellos…” Otro deporte que lo apasionaba era el ciclismo, desde muy joven comenzó a participar en carreras como amateur, en una bicicleta de paseo, logró inscribirse por su cuenta y sin contar con un equipo que lo representara en importantes competencias ciclísticas en la ciudad de Valera y Trujillo, en más de una oportunidad participó en los clásicos dominicales, incluyendo las famosas Vueltas al Valle de Motatán, en tiempos en que la mayoría de las carreteras no eran asfaltadas y se hacía por la carretera vieja de Motatán.
Proeza sobre ruedas
Por su destacada actuación en esas competencias, fue llamado junto a otros tres jóvenes, para conformar un equipo que debía viajar a la Capital de la República en bicicleta, con un curioso objetivo: hacer entrega una vez en Caracas, de un certificado (un pergamino) a quien ejercía el cargo de Presidente de la República en ese momento, nada más y nada menos que al propio Marcos Pérez Jiménez, era una especie de homenaje que el deporte trujillano brindaría al Jefe de Estado. El viaje se completaría en etapas y no debería superar una semana, el Instituto de Deportes sufragaría todos los gastos. “Nos seleccionaron a cuatro jóvenes de Carvajal, Ángel Monsalve de La Cabecera, Luis Berríos de la Llanada, a otro muchacho de nombre Chelo, no recuerdo su apellido, él vivía en la Peña en Campo Alegre y a mí, para llevar ese pergamino y entregárselo al mismísimo General Marcos Pérez Jiménez, no recuerdo exactamente el año, pero sé que era comenzando su mandato, creo que era durante su segundo año (año 1953) …”
Según cuenta Juan Blas, fue una iniciativa que surgió del director del Instituto de Deportes de aquel entonces, un ciudadano de origen italiano de apellido Copianni; todo fue debidamente planificado, dicho ciudadano se encargó de pagar los gastos de hospedaje y alimentación, se publicó la información por la prensa y la radio también transmitió la noticia. Se establecieron cinco (5) etapas para ese viaje a la Capital en Bicicleta: 1.- Valera a Carora, 2.- Carora a Barquisimeto, 3.- Barquisimeto a Valencia, 4.- Valencia a Maracay, 5.- Maracay – Caracas. “Fue un viaje muy duro, era por la carretera vieja o carretera Panamericana, las etapas más fuertes fueron de Valera a Carora por Casa de Zinc, La Cuchilla, Puente Villegas, esa carretera era de tierra y también, la Última Etapa, ya para llegar a Caracas, recorriendo las montañas de Miranda (Los Teques pasando por Tejerías), era un tramo muy fuerte…”.
“En la primera etapa, algunos conductores que sabían del viaje, a nuestro paso nos lanzaban dinero y hasta cauchos de bicicletas nos dieron de repuesto, nos las colgábamos en el cuello y seguimos adelante…”
Agrega Juan Blas, que el antes mencionado Director de Deportes del Estado Trujillo, debía recibir a la delegación de atletas trujillanos en el Velódromo Teo Capriles, según lo planificado, de hecho, sería este quien llevara a Caracas el fulano pergamino, para entregarlo con el resto de la delegación al día siguiente en un acto protocolar.
Lo curioso del caso, es que el fulano Director de Deportes nunca llegó a Caracas, al respecto nos cuenta Juan Blas: “Hasta el Velódromo Teo Capriles se acercó para conversar con nosotros, el propio Vicealmirante Wolfang Larrazábal, quien era el presidente del Instituto Nacional de Deportes (1952 a 1955), el mismo nos dio una charla para prepararnos con todo el protocolo que debíamos cumplir para darle más solemnidad al acto de entrega del pergamino al Presidente, sin embargo el pergamino nunca llegó, desde Trujillo el Sr. Copianni nos quedó mal, lo esperamos durante 15 días y nunca llegó; en el velódromo Teo Capriles nos dieron alojamiento y comida todo ese tiempo y nos vinimos en bus a Valera sin cumplir con el objetivo trazado, eso nos causó una gran decepción…”.
Nos comentaba Juan Blas, que además les habían ofrecido unas bicicletas nuevas de carrera, además de un viaje para unas competencias de Ruta en México, promesas que nunca les cumplieron. “Fue muy decepcionante, prácticamente nos engañaron, tanto esfuerzo para nada…”.
Esa decepción que afrontó como atleta, le bastó para alejarse de las competencias deportivas, aunque siguió usando su bicicleta, todavía a sus 86 años es común verlo por las calles de Carvajal montado sobre su caballito de acero haciendo algún mandado en las bodegas cercanas y a pesar de aquel engaño, se siente orgulloso de haber cumplido con esa hazaña, que algunos habitantes de Carvajal aún recuerdan y otros desconocen.