TÓPICOS | SOCIEDAD Y SUFRIMIENTO | Por: Camilo Perdomo

 

“El verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que he escrito debería contribuir a matarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo.” J. Cortazar: Rayuela.

 

La sociedad es un reflejo de lo que piensan sus miembros, y así se dan su estilo de gobierno. En Venezuela lo social tiene un sustrato ideológico de fuerte influencia judeo-cristiana donde el dolor y el sufrimiento se asocian (de manera manipulada) con vías para alcanzar a Dios. Cierto conformismo acrítico se refugia en esa tendencia pensando que tanto el dolor como el sufrimiento vienen por voluntad divina. Cuando eso ocurre es una lectura de lo moral donde se permite explicar tan atroz conducta. Sufrir puede ser una acción frente a la felicidad que se reproduce como necesaria para algunos humanos. Incluso pasa como natural que en el acto de traer un humano a la tierra una mujer tenga que sufrir. En el mundo de algunas propuestas políticas el dolor y el sufrimiento funcionan como mecanismos de control bajo la ideología de que eso es revolucionario y cada quien debe sacrificarse frente a sus inclinaciones individuales. Ahora bien, ¿cuándo se sufre y cuándo hay dolor, o cuándo hay placer y felicidad? Tal preocupación pasa desapercibida hasta que dolor, sufrimiento e infelicidad tocan a cada uno en su cotidianidad. En efecto, tenemos los venezolanos una sociedad reproductora de dolor y sufrimiento y su resultado general como control es instalar en cada quien conductas de resignación y aceptación de ese mal. La llegada del COVID19 indica lo inútil de las políticas públicas en sanidad, prevención y seguridad social. Así, dolor, sufrimiento y resignación ocupan el mismo espacio cognitivo. Pregunto: ¿Dónde está el dolor y dónde el sufrimiento? El dolor puede ser vencido o regulado con la ayuda de fármacos o psico-fármacos, según sea el caso. Aparatos sofisticados de tecnología de punta también contribuyen a ello. Sin embargo, el terrible sufrimiento de no poder tener una vida digna como consecuencia de la enfermedad es el preciso lugar donde reposa el sufrimiento y para ello no existen aparatos, fármacos o psico-fármacos. No tenemos una educación para la felicidad y negadora del sufrimiento y el dolor. En Venezuela el orden caníbal está por encima del orden ciudadano y democrático. Una sociedad uniformizada es garantía del control por medio de la resignación. El debate está frío y no se ven espacios para esta temática. Otra arista a debatir serían los conceptos de vida y de muerte, pues no se observan excluyéndose. Debatir es debatir y no jugar con palabras vaciadas de contenido real. El aspecto económico que vive del dolor y del sufrimiento, otrora medio cubierto por las compañías de seguros, está así mismo tocado. Es decir, todo depende de los costos que produzca el binomio dolor-sufrimiento y ¿quién los asume? Es la vieja pregunta: ¿Quién se ocupará de los vulnerables? Dolor, sufrimiento, temor, miedo, terror e incertidumbre son términos que llegaron a Venezuela en este siglo para instalarse con fuerza y poder. El asunto, como siempre, es desde cuál lado mirarlos o leerlos. Sin embargo, un dato interesante sobresale de todo esto: ¿Acaso una persona, en caso de una enfermedad terminal, por tener dinero estaría menos expuesta al sufrimiento?  ¡No!, respecto de otra persona con carencias económicas y de seguridad social sólo puede regular su dolor. El asunto entonces es este: ¿cómo vivir en una sociedad donde el dolor sea mitigado y el sufrimiento sea un asunto que lo decida, siempre que tenga lucidez para ello, la persona enferma? He aquí un tema para debatir con los moralistas y fanáticos de una ética imaginaria.

 

Camilo Perdomo.

camiloperdomot@gmail.com

@CamyZatopec

 

Salir de la versión móvil