Tópicos | De Resistencia Política

Por Camilo Perdomo

 

<Buscar como quien debe encontrar y encontrar como quien debe seguir buscando> San Agustín, en Carlos Díaz: Escucha postmoderno, 1985: 19.

 

Con suficiente tiempo para aprender de los errores políticos, los venezolanos estamos obligados a mirar la sociedad o este templete tropical que tenemos por ella, desde otro lado y otras referencias, otros autores. De todos los términos que podemos nombrar sin cultivar el error, destaca hoy el escepticismo, la incertidumbre, la complejidad, la perplejidad y otros. Nuestra identidad se fracturó y ahora no sabemos qué somos, cómo pensamos, cuál es la referencia segura. Los sujetos políticos que tenemos y a quienes les otorgamos el valor confianza desde el voto, devinieron bandidos, traficantes de esperanza, choros del dinero público. La vergüenza, el honor y la palabra empeñada pasaron a ser algo pornográfico, desagradable. De este cuadro complejo deduzco la necesidad de repensar la idea de resistencia política y me apoyo en un dato de todo escepticismo: su familiaridad con la ironía y el humor fino. Pienso que desde ese término la pesadilla que tenemos como sociedad puede ser abordada con otra idea de lo venezolano. En efecto, en cada cola se observa al sujeto escéptico, ese que aun con la soga al cuello es capaz de tomar con humor su situación. Incluso ya el vendedor ambulante del plátano lo anuncia por megáfono de manera irónica: “Plátano y cambur amarillo” Algo nos dice de eso que el término maduro es una mala palabra. ¿Cómo llega ese vendedor a reinventar su resistencia desde el lenguaje?

También la poesía es un lugar de resistencia, lo supo una judía escritora e investigadora de los horrores del totalitarismo, me refiero a H. Arendt y su texto Cronopios. Allí se maneja el chiste sobre el compromiso del intelectual atrapado en ese estandarte anticuado denominado izquierda. Nuestra herencia crítica no tiene ningún testamento, eso es la resistencia, usted lo hace a su modo y no siguiendo manuales o métodos preestablecidos.

Pero para ello debe haber algo que la trampa política todavía no ha sepultado en el individuo: su dignidad, su capacidad de sacarle el cuerpo a cualquier postramiento ante el poder, su rechazo a adular a tramposos en cargos públicos obtenidos cuando metamorfosearon sus presupuestos principios êticos. No hay hoy lazos entre pasado y tradición; por ello es vital pensar; verbo que todo intelectual está obligado a cultivar en su responsabilidad social. Ya la risa, entre nosotros, tiene la mueca de la complicidad y de la derrota ante la seducción de los tramposos que le ponen el precio a cualquiera: una embajada, un ministerio, una comisión de algo, una necedad cultural o un tarantín denominado bodegón. Tampoco es un asunto de recomendar gárgaras de cordura: Tómelo positivamente. Lo que hay en aumento es una indignación ocultada en la risa y las miradas tristes del transeunte. Pienso que los hacedores de imagen a los políticos, sus maquilladores y quienes le escriben sus proclamas u opiniones, aun no se enteran del monstruo que ha crecido en estos tiempos del pastiche cívico militar decretado Socialismo. Usted como lector lo intuye, sabe que entre políticos no se discute ideas sino el “cómo quedo yo allí cuando usted llegue al gobierno.” Que un político salga de un partido y entre a otro sin rendirle cuentas previamente a sus electores, confirma lo anterior y nos muestra no a un fabricante de ciudadanía, sino a un mafioso. En México hay toda una literatura que da cuenta de la herencia revolucionaria que instaló el voto democrático: grupos de control apoyados por el aparato represivo de Estado, vacunas a comerciantes y empresarios, rectores de universidades que entraron en la vida pública para apoyar al nuevo monstruo. Panamá, Nicaragua, Cuba y Colombia, también nos dan datos al respecto. Saque sus conclusiones.

 

 

camiloperdomot@gmail.com

@CamyZatopec

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