TÓPICOS| Claves del Autoritarismo | Por Camilo Perdomo

 

 

 

<Todo animal es lo que es-sostiene Fichte-, solo el hombre es originalmente nada. Él ha de convertirse en lo que debe ser: y, porque debe ser un ser para sí, ha de convertirse por sí mismo>. Virginia L. Dominguez, Fichte: Acción y libertad. 1995: 149.

 

En el 2005 por este mismo Diario dije algo parecido. 15 1ños después las claves son más claras. De las variadas formas del dominio político destructivo se ha escrito bastante. Nombres como Hitler, Mussolini, Stalin, Somoza, Pinochet, Fidel, Juan Vicente Gómez, Pérez Jiménez, Franco, Amin, y otros tantos son invitados de honor en ese vicio político.  Destaca por su crueldad antisemita Hitler, el anticomunismo en Pinochet o Franco y, en desprecio por la democracia y debate abierto, sobresale con altas notas el gobierno fidelista y su propia visión del socialismo: capitalismo salvaje dentro y promoción de antiimperialismo fuera de la isla.  Él más aventajado en el uso del término socialista fue Mussolini.  En cuanto a perseguir disidentes, incluso en el exilio, destaca José Stalin, cuando mandó a Ramón Mercader a asesinar en México a León Trotski. Curiosamente Fidel le dio asilo luego que ese asesino cumpliera su condena por ese crimen. Los libros de Historia dan abundantes ejemplos de lo terrible del autoritarismo contra la humanidad.  Algunos lo denominan fascismo, nazismo, falangismo, exterminio.  En fin, poco importa su nombre y sí cómo reproduce la concentración de poder en un hombre o un grupo político resentido para someter a otros hasta el exterminio o el destierro.  Mussolini en Italia unió en su partido a miembros de la mafia, masones y grupos resentidos por la crisis política de la época.  Clave fue controlar todos los espacios de la sociedad con personal de su confianza.  Otra fue crear grupos de choque en el odio a todo debate de ideas, pensamiento y tolerancia y exaltar viejos rencores históricos donde el orgullo nacional se consideró humillado por generaciones pasadas.  En esto Stalin, Hitler, Fidel, Franco, Pinochet, Gómez y Mussolini son auténticos académicos eficientes para enseñar cómo exterminar disidentes en nombre del progreso nacional.  Camisas negras, pardas, boinas negras, comités de defensa u otra sopa de letras vale en tales grupos de choque.  En el fondo todo autoritarismo acepta todo menos organización de la disidencia democrática.  Allí la ideología es bien clara: obedecer al jefe político y trabajar para él sin otra condición que una vergonzante sumisión.  A la larga el autoritarismo crea condiciones para que los privilegiados se adueñen de riquezas públicas, siembren el desencanto, el pesimismo y controlen las instituciones donde se hacen sentencias, leyes o decretos.  El arte y la producción intelectual tampoco quedan al margen del autoritarismo en nombre del proyecto político: no hay difusión para enemigos del ideal nacional.  Y no son raros ver ingenuos sosteniendo que tal control no existe, que siempre eso existió y por qué ahora no cuando se hace en nombre de la soberanía nacional.  Cubanos, mexicanos, salvadoreños, brasileños, chilenos, argentinos y venezolanos sabemos de eso.  Urge la necesidad de cambiar el lente y la brújula para mirar a otro lado.  Exigir cuentas claras,  ¿Por qué admitirle a un gobernante elegido con el voto que privilegie la frase: “ese es un enemigo del proceso y para él no hay ni agua”? Saque sus conclusiones.

 


Por Camilo Perdomo

camiloperdomot@gmail.com

@CamyZatopec

 

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