El agua funda pueblos. Siempre me ha gustado hablar con Arturo R. Dice las palabras sin aspavientos. Nos traemos el agua del río San Lázaro y por gravedad llega a la Virgen de la Paz, justo allí hacemos un embalse y salvamos a Trujillo. Los pueblos si no tienen agua desaparecen. Pienso en el verbo “mermar”. En vez de crecer nos paralizamos. Viene a mi memoria un poema dedicado a los momoyes. Allí los ríos se ponen la ropa para morirse o se vuelven caminos llenos de polvo. Nos vamos resecando y nos llenamos de desencanto, nada nos humedece el alma, nos volvemos hebras de harapos. Un pobre cuerpo lleno de polvo con el alma deshidratada. Después, al pasar al pasado vienen las frases huecas al estilo de “era muy buen pueblo” como usualmente lo hacemos con los que se van a viajar en la zona de lo invisible. Podemos escribir un cuento donde los habitantes de tal pueblo son momoyes deambulando en busca de agua para sobrevivir. Pero, el agua ha sido sustituida por otros líquidos inventados por un personaje siniestro. Los tomamos creyendo que es agua y adquirimos esa capacidad de subsistencia. Gracias, gracias por el agua, Dios lo bendiga profesa la gente. Unos lo hacen en voz baja para que el verdadero Dios no se entere.
José y Ana me pagan el pasaje. Le digo al conductor que se cobre el de Arturo. Me indica que no paga por su edad. Arturo era muy amigo de mi padre. Es un personaje que transcurre toda mi infancia y me acompaña de vez en cuando por las calles del pueblo con sed. Es escritor pero no publica lo escrito, “a mí no me publican” dice. No importa, eso no lo pagan diría alguien conocido. Lo importante es dejar las palabras para la próxima visita del otro. Sí, pero eso no lo pagan, insistiría una voz chillona, un timbre escandaloso creyente del precio universal del universo. Ah quiere decir que todo tiene precio. Sí, eso mismo pero el escritor le dijo a otro escritor (que) no utilizara muchos “que”. Eso se llama queísmo. Todo tiene solución hubiese dicho Arturo pero la conversa no era con él. Busquemos un sustituto, por un que ponemos un pero o tal vez un… Al fin y al cabo le prometí a Ana y José visitar a toda la familia. Visitar a la familia es importante, si no la visitamos la olvidamos, deja de ser familia. El pasajero de al lado se rasca la cabeza, seguro está pensando “por eso me he quedado sin familia”.
No iba a escribir todo esto. Hoy ha sido difícil pero encontré a Arturo en la parada de la plaza y comenzamos a conversar. A fin de cuentas y del cuento terminé deseando (que) todos fueran como Arturo. Después del saludo siempre cordial comenzó a decir “El agua funda pueblos…”. Todos tenemos sed, llevaría de título la mudanza.
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