Todo, algo o nada

Para resolver la crisis venezolana no hay soluciones mágicas

 

Algunos todavía acarician la idea de que esto se resuelve con un golpe militar. Esa hipótesis no es probable ni aconsejable. Los golpes no resuelven sino que agravan. Venezuela ha sufrido mucho, a lo largo de toda su historia, de ese mito según el cual los golpes militares son solución a nuestros problemas.

Dentro de este mismo grupo de los que apuestan por una solución mágica hay los que creen que la crisis venezolana podría resolverse al estilo de lo que ocurrió en Panamá en tiempos de Noriega. El señor Trump viene, pone preso a Maduro y problema resuelto. De nuevo les digo, esa hipótesis es nada probable y nada deseable. No resuelve la crisis sino que la agrava.

Mi experiencia algo vale en este asunto. Recuerdo que en 1992 oí a mucha gente decir que si sacábamos a Carlos Andrés de Miraflores todos los problemas del país quedarían resueltos. Sacaron a Pérez de Miraflores y los problemas no se resolvieron sino empeoraron.

Después escuché a mucha gente decir que bastaba con salir de Chávez por cualquier medio para que todos los problemas de Venezuela se resolvieran. No fue necesario utilizar medios prohibidos. La Providencia Divina se ocupó del asunto. Chávez se fue y los problemas de Venezuela lejos de haberse resuelto se agravaron exponencialmente. Ahora me dicen que basta con que los gringos se lleven a Maduro para que todo se arregle. Las experiencias anteriores y el sentido común me hacen ser muy escéptico.

Venezuela tiene que encontrar su propio camino. Las tragedias de Siria, de Irak, de Libia, de Afganistán y de tantos otros países me obligan a ser muy precavido. Pero lo que más me influye es la convicción de que esa hipótesis no es probable ni deseable. Un segundo grupo propone no hacer nada. Abstenerse y quedarse en la casa esperando a que ocurra algún milagro.

Hay un tercer grupo que es el de los que queremos hacer algo. Queremos salir de Maduro por la calle real, por la vía electoral, por la vía inteligente, democrática y civilizada y estamos dispuestos a recorrer ese camino a conciencia de lo duro que es y de lo infinitamente tramposo que es el gobierno. El objetivo es aprovechar la rendija electoral que se nos abre para denunciar al gobierno y para derrotarlo. Contra una avalancha electoral no hay trampa que valga.

Seguiremos conversando.

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