Roma, 31 mar (EFE).- Las relaciones entre Italia y Rusia han sufrido hoy un importante revés, con un caso de espionaje sin precedentes: la detención de un oficial ruso «sorprendido de manera flagrante» en «un intercambio de información militar clasificada» con un capitán de fragata de la Marina italiana, detenido y acusado de «graves delitos relativos a la seguridad del Estado».
La operación policial que permitió anoche la detención durante «un encuentro clandestino» en un aparcamiento de Roma ha dejado al descubierto la intensa actividad de los servicios secretos rusos en Italia, que expresó hoy a Rusia su «firme protesta» y anunció «la expulsión inmediata de los dos funcionarios rusos implicados en este gravísimo asunto».
«Es un acto hostil de extrema gravedad», aseguró el ministro de Exteriores, Luigi di Maio, para explicar la decisión de declarar personas no gratas a los dos funcionarios expulsados, una decisión a la que Rusia responderá probablemente con una medida similar.
El oficial de la Marina detenido estaba de servicio en el Estado Mayor de la Defensa, el comando que dirige todas las Fuerzas Armadas y donde se custodian documentos clasificados no sólo sobre las actividades militares italianas, sino también de la OTAN, por lo que la «venta» de información clasificada podría afectar también a la Alianza Atlántica.
Según las investigaciones de la Fiscalía de Roma, reveladas por medios locales, la documentación entregada por el capitán de la Marina Militar al oficial ruso se refiere a los sistemas de telecomunicaciones militares. Y el precio del intercambio fue de 5.000 euros, que fueron confiscados, al igual que la información, en el momento del intercambio.
El militar italiano fotografiaba documentos clasificados del monitor de un ordenador y los descargaba en una memoria USB, que le entregó al oficial ruso, añadieron las fuentes.
La Fiscalía acusa al militar, al que se investigaba desde hace meses, de los delitos de obtención de información relativa a la seguridad del Estado, espionaje político-militar y espionaje de información cuya divulgación está prohibida por la Fiscalía, tras una larga investigación en la que ha estado implicada la Agencia de Información de Seguridad Interna, con el apoyo del Estado Mayor de la Defensa.
La embajada rusa sólo ha podido confirmar los hechos y pedir que el incidente no dañe las buenas relaciones entre Rusia e Italia, uno de los países de la Unión Europea que mantiene una colaboración más estrecha con Moscú, aunque tras la expulsión de dos funcionarios rusos es probable que los vínculos se resientan.
Convocado por el ministro de Exteriores, Luigi di Maio, para transmitirle la «firme protesta» de Italia y notificarle la «expulsión inmediata» de los dos funcionarios, el embajador ruso en Italia, Sergey Razov, se limitó a «mostrar su pesar respecto a la decisión» del Gobierno y «el deseo de que el hecho no marque las relaciones italo-rusas».
Pero es indudable que un escándalo como atrapar in fraganti a un oficial «vendiendo» información muy delicada para los intereses militares italianos y quizás europeos pasará factura a la colaboración entre Moscú y Roma.
Rusia y China «son actores que tienen sistemas políticos y valores diferentes a los nuestros», de los que «provienen también desafíos, y a veces amenazas. Lo demuestran las acusaciones de espionaje contra los oficiales italianos y rusos», dijo Di Maio hoy en una intervención en el Senado sobre la líneas programáticas de la diplomacia italiana en la que no dejó escapar la oportunidad de advertir a Moscú.
«Seguiremos actuando en línea con nuestra posición geopolítica y nuestros valores, pero también salvaguardando nuestros intereses fundamentales, que requieren mantener una interlocución crítica pero constructiva con Rusia y China», añadió.
El caso revelado hoy no es el único en el que se han visto involucrados los servicios secretos rusos en Italia, pues en los últimos años se han revelado al menos dos arrestos en territorio italiano de ciudadanos de esa nacionalidad acusados de espionaje, pero sí el primero en el que se ha sorprendido a un espía en flagrante delito, al menos desde los tiempos de la Guerra Fría.