Superan las barreras de la desconexión: resiliencia comunitaria en tiempos de educación a distancia

El inicio de las clases virtuales en la zona andina ha estado marcado por la falta de recursos y equipos necesarios para estudiar o dar clases en línea. Si tienen o no computadora o teléfono inteligente; si tienen que compartir un mismo equipo con otros miembros de la familia; si tienen internet, megas, saldo o luz; son algunas de las preocupaciones más recurrentes en alumnos y representantes entrevistados.

El año virtual no me gustó, siento que el aprendizaje quedó inconcluso para mí este año, tengo como un espacio en blanco, un vacío, en mis cuadernos y en mi cerebro. Tenía muchos problemas para conectarme e investigar, lo hacía desde el celular con saldo, porque no tengo internet en mi casa y a veces las tareas se me acumulaban. Fue una preocupación la falta de recursos, y no hablo solo de internet, sino de las hojas y otros materiales, si se va la luz es otra cosa”, contó Bárbara, estudiante de 4to año.

La rutina educativa en Venezuela como la conocíamos cambió de manera abrupta el 16 de marzo de 2020, escuelas y liceos cerraron sus puertas y niños y jóvenes debieron quedarse en su casa.

No solo tuvieron que adaptarse rápido al uso de tapabocas y medidas de bioseguridad, la llegada de la pandemia al territorio nacional trajo consigo una nueva realidad que los obligó a cambiar los pupitres y la interacción presencial por una pantalla hacia la modalidad virtual.

Docentes y alumnos tuvieron que ingeniárselas para afrontar esta nueva realidad educativa en un contexto venezolano marcado por las carencias.

“Las aulas virtuales conllevan un esfuerzo de parte de los docentes para mantener a sus estudiantes conectados al aprendizaje valiéndose de herramientas tecnológicas, innovación y creatividad. Haciendo evidente su compromiso con la notable tarea de educar”, así lo expresó Josefina Paredes, docente.

El reto fue más allá de quedarse en casa y adaptarse a estudiar a distancia por un tema de metodología y disciplina, sino hacerlo en medio de circunstancias, privaciones materiales y fallas constantes en servicios públicos.

“Logré aprobar mi año virtual, pero me costó bastante, algunos temas estaban inconclusos y sentía que la información que recibía de mis profesores no era suficiente para entender los temas, por lo que tenía que investigar por mi cuenta para reforzar. Ha sido difícil aprender sin alguien que te explique o aclare dudas en matemáticas, física y química por ejemplo”, contó Daniel Yépez, estudiante de 3er año.

 

Ambiente familiar y educación en pandemia

Tras la paralización de las actividades académicas presenciales el reto de aprender desde casa supuso la alteración en la dinámica familiar de muchos hogares trujillanos:

“La educación a distancia deteriora la calidad del aprendizaje en niños y jóvenes, cambió por completo la dinámica familiar. Muchos padres y representantes no cuentan con la capacidad tecnológica o intelectual para apoyar en el proceso de aprendizaje. Muchos tuvimos que buscar maneras de ayudar y ponernos a estudiar también”, expresa Arelys Vazquez, representante.

 

Aprender a distancia. Un acto de resiliencia

Nadie duda de la huella psicológica y social que la pandemia dejará en la mayoría de la población, pero también de la capacidad de los venezolanos de buscar estrategias creativas para sobreponerse a las dificultades.

“Reforzando el Aprendizaje” es un programa comunitario que se realizó en la Urbanización Santa Cruz del Municipio Valera, promovido por el equipo de Animadores Comunitarios de esa zona.

Su objetivo fue brindar un espacio de educación alternativa y participativa basada en principios y prácticas comunitarias de inclusión, igualdad y diálogo. Mejorar estrategias de formación y generar bases de convivencia ciudadana. Enmarcado en una transformación social educativa, componentes de la educación popular promovida por el Centro de Animación Juvenil desde hace más de 40 años.

Dicho programa se llevó a cabo por dos meses, con dos clases por semana dirigidas a niños y jóvenes de la comunidad, estudiantes de primaria y secundaria en aulas comunitarias improvisadas de Santa Cruz. El programa atendía las áreas de: Pensamiento lógico y cienciasHabilidades lingüísticasCrecimiento espiritual y valores.

“Esta idea nace de la inquietud y preocupación del deterioro de la calidad educativa con las clases en casa. Así como la desmotivación y deserción escolar en jóvenes y adolescentes. Es por ello que el equipo de docentes colaboradores, vecinos de nuestra comunidad, conformaron un equipo de especialistas en diversas áreas para brindar un aprendizaje vivencial comunitario, tomando en cuenta las medidas de bioseguridad. No dando tareas dirigidas, sino enseñando las nociones básicas en áreas fundamentalmente prácticas como lo son: Inglés, Física, Química, y Matemática. Como una estrategia de lograr mantener el interés por el aprendizaje y el entusiasmo en los jóvenes y adolescentes de nuestra comunidad”, relata Arelys Vazquez, quien se identifica como animadora comunitaria.

 

Docentes colaboradores, dispuestos a educar en su comunidad

“Quien disfruta de enseñar, no encuentra barreras ni excusas para hacer llegar los conocimientos a sus estudiantes. Con la emergencia por la pandemia y las aulas cerradas tuvimos que reinventar la educación”, expresó Angie Leal, docente activa y facilitadora del programa comunitario de reforzamiento del aprendizaje en Santa Cruz.

Como docente y facilitadora del programa de reforzamiento del aprendizaje en su comunidad, dice valorar la perseverancia tanto de educadores como de alumnos en mantenerse activos y continuar el proceso educativo superando las dificultades y así cumplir con el año académico.

Sin embargo, en muchas de las comunidades del municipio Valera es preocupante adaptarse a un proceso educativo virtual, ya que no se cuenta con un servicio de internet banda ancha en los hogares, el principal recurso para que la educación virtual sea exitosa.

“Tomando en cuenta que muchos niños carecían de conexión y otros recursos tecnológicos para una comunicación efectiva surgió la idea del programa de apoyo y reforzamiento educativo en la comunidad. Para nadie es un secreto la situación que estamos pasando y eso lo entendemos como docentes, como representantes y como ciudadanos. Me pidieron apoyo para esos niños y allí es donde me incorporo al quehacer comunitario por la búsqueda de un bien común”, finaliza Leal.

 

Alumnos virtuales resilientes

“Desde que dijeron que la educación seria a distancia sabíamos que tendríamos que superar muchas barreras y encontrar alternativas rápidas”.

Heymi Hernandez de 14 años aprobó su tercer año de secundaria en pandemia, y cuenta su experiencia con la educación virtual como un reto superado gracias a su perseverancia:

“Hubo dificultades con internet, electricidad y fallas de comunicación entre profesores y alumnos. La falta de recursos fue una preocupación, tuvimos que reciclar materiales de papelería. En los momentos en que decaían mis ánimos, recordaba las metas que me había planteado, incluso las escribía para tenerlas más claras y me sirvieran de impulso. Entre ellas graduarme, me repetía que lo iba a lograr: no pienso repetir el año, no quiero quedarme, quiero avanzar y si para eso tengo que enfrentar dificultades lo voy a hacer con tal de encontrar soluciones”.

Por otro lado, Aner Torres, culminó su bachillerato de forma online y aunque no fue como se imaginó su último año de secundaria, mantuvo la vista fija en aprobar y recibir su título:

«Ese fue mi método: No perder de vista mis metas y entender el reto como un aprendizaje y pase lo que pase buscar soluciones. Tenía que intentarlo, dar lo mejor de mí para lograr llegar a la meta y graduarme”.

 

Instituciones aliadas en la educación

El Centro de Animación fue un gran apoyo para nosotros, muchas de las tareas que logré enviar a tiempo se la debo a que me brindaron esa mano amiga que me hacía falta, me prestaban para investigar, el espacio y las herramientas necesarias para poder realizar las tareas cuando no encontraba la manera llegaba allá y me ayudaban, añadió Aner, quien participa en la Plataforma «Juventud Activa por los Derechos».

Pese a que Maduro insistió el mes pasado en que “hay que buscar una fórmula, donde combinemos la educación online, por internet, con la educación presencial”, aún no tenemos claro el panorama educativo venezolano. Sin embargo, la esperanza, la resiliencia activa y la perseverancia, son valores presentes en las comunidades que se niegan a sucumbir ante las dificultades.

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Por: Karen Briceño ECS

Fotos: Cortesía CAJ

 

 

 

 

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