Somos Apolo… somos Dionisio… somos diversos | Por: Clemente Scotto Domínguez

 

“la multiplicidad de los dioses corresponde a la multiplicidad del hombre” C.G.Jung

 

La compleja condición humana nos integra en sus diversas expresiones de semejanza/ desemejanza, inclusión/ exclusión, masculino/ femenino, individuo/ sociedad/ especie,  con una unidad/ diversidad a todos los niveles biológico, individual y cultural; en compleja y dinámica interacciones complementarias/ concurrentes/ antagónicas; de modo que la condición del ser humano nos define en una forma bipolarizada, donde la afectividad está siempre presente. Considero que sólo la comprensión que nos envuelva en nuestra integralidad, puede darnos luces para encontrar vías hacía el compromiso de transformación personal y social -que nos demanda, ante esta pandemia del covid-19 en  este comienzo de la tercera década del Siglo XXI-, de manera que contribuya al necesario cambio de mirada desde el antropo-centrismo de la modernidad, hacia el bio-centrismo que atienda y proteja la especie humana y la vida toda del planeta.

En anterior artículo, “la alegría de vivir”, dijimos que la condición de multi-diversidad del ser humano, siempre ha formado parte de la inquietud e interrogantes en la historia de las distintas culturas; hicimos referencia que  “Los griegos y en general todos los pueblos,  acompañaron sus preguntas sin respuestas con el mundo mitológico, lo que les permitía darles explicación en la existencia de los dioses y semidioses que acompañaban la vida y conducta de los seres humanos y les complicaban o aclaraban sus inquietudes y acciones. De esa realidad surge en la cultura de occidente, de una parte lo apolinio derivado de Apolo el dios solar, del orden, la simetría, la concordancia y que nos invita al ”gnoscete ipsum”, es decir “conócete a ti mismo” y de la otra, lo dionisíaco derivado de Dionisio, dios de la fiesta, la danza, la voluptuosidad, de la ruptura del orden social y político dado; de la liberación que nos muestra las posibilidades del caos y del éxtasis. Lo apolíneo y lo dionisíaco son dos actitudes necesarias para el desarrollo de la condición humana”.

En la mitología griega, Apolo en el templo de Delfos abatió a la gigantesca Pitón que simboliza la gran madre-tierra (gaia) con sus potencias telúricas y matriarcales, ligadas a la adivinación y a la intuición femenina. Allí se instauró el “conócete a ti mismo” como camino al saber y la ciencia. Sócrates en Platón y sobretodo Aristóteles, con su influencia en el pensamiento y el imperio romano, van a marcar la preponderancia de la racionalidad y el sometimiento al orden como el modo de filosofía y ordenamiento del poder en occidente, lo cual nos fue traído e impuesto en el proceso de colonización. La cuestión de los conceptos en el lenguaje contribuyó a crear un nuevo orden en los métodos de pensar y por tanto las bases del lenguaje científico.

El origen del mito de Dionisio, nacido del fuego, es revelador del enredo de los dioses y los humanos; como es usual en el mito, hay muchas versiones, les echo el cuento que he conocido, en la brevedad de un artículo. “Un día Zeus viajaba por la tierra, iba disfrazado, porque ningún mortal podía mirarle y seguir con vida”. En Tebas se enamoró con pasión de Semele quien  quedó embarazada y quería verle a los ojos a su amante; en un encuentro le hizo prometer que la complacería en un deseo, Zeus juró y ella le pidió verle sus ojos; “no!” grito él con angustia; pero ella insistió y él lo había prometido. Cuando reveló su resplandor,  Semele ardió en llamas, Zeus arrancó el feto de la matriz, se hizo una incisión en su propio muslo y lo introdujo allí para culminar la gestación. Cuando nació Dionisio, los Titanes –poderosos dioses que representaban las cualidades masculinas instintivas- no podían permitir su existencia y por ello despedazaron a la criatura; donde cayó una gota de su sangre, nació una mata de granada, símbolo de fecundidad; Rea, la madre de Zeus, lo reconstruyó entero de nuevo. De modo pues que Dionisio nació tres veces: de la matriz de su madre mortal, del muslo de su padre inmortal y de la sabiduría de la tierra representada en su abuela. Los griegos celebraban las fiestas dionisíacas que luego los romanos al transformarlo en Baco -esa deidad de exaltación del exceso en comer y beber-, degradaron y ocultaron el valor exultante y rebelde de Dionisio en el ser humano y la sociedad.

¿Cómo fue exiliado Dionisio? Psicológicamente su extrañamiento es el triunfo de la racionalidad la cual opera sobre las evidencias, producto de la razón humana y del “acuerdo entre partes”; el triunfo de lo establecido sobre la inquietud de cambio; del pensamiento sobre el sentimiento; el triunfo de los concretos ideales “masculinos” de poder y dominación, agresión y progreso sobre los intangibles valores “femeninos” de receptividad y crecimiento, gestación y maternidad. En la medida que las religiones patriarcales iban ganando poder, las antiguas formas matrísticas, más proclives a lo dionisíaco, fueron desapareciendo.

La modernidad va a resultar como el triunfo  del racionalismo para el acceso al conocimiento y comprensión de la realidad, al sí mismo de los humanos y a su posicionamiento sobre la Naturaleza y la vida; lo que condujo a la entronización de la diosa razón como centro de una visión que se impone a toda otra, al punto de hacer piras con aquellos que pretendan cuestionar la “verdad” que ella revela. La racionalidad se transforma en su contrario, cuando degenera en la racionalización, la pérdida del contexto, en teorías de sistemas cerrados de  pensamiento, de “palabras maestras”; fanatismo e ideología delirantes, que producen la ampliación y aceleración de desviaciones en estados cuasi-demenciales de furor y rabia. La violencia de la guerra y la criminalidad van a ser la resultante destructora en la lógica del homo sapiens/faber/oeconomicus.

Nos presentan formas generadoras de adrenalina como a un Dionisio con otra cara, se le hace aparecer en los caminos oníricos de la droga, en las imágenes del bombardeo con impiedad, en el incendio trágico, en el desastroso accidente, en el feminicidio atroz y hasta en la gran montaña rusa del parque de diversiones o en  vertiginosas simulaciones digitales; sentimos el enorme flujo de energía en el escalofrío de la boca del estómago, gritamos, lamentamos, nos da vértigo. La rebeldía social no es simplemente ir a bañarse desnudos en una playa y creer que todo se va a solucionar; esto es un Dionisio de mala calidad para un impulso humano básico que no se le ha dejado vivir en miles de años.

Apolo y Dionisio más que dos divinidades en sí mismas son dos fuerzas estructuradas de la realidad o centros de irradiación de la psicología personal y colectiva. Son dos energías que actúan en cada uno de nosotros y en el cuerpo social; dos arquetipos originarios, apolíneo para mantener y dionisíaco para transformar el orden dado. No es moverse de la esfera de la racionalidad a la esfera de la irracionalidad  ese es el pensamiento de los extremos; la elección no es esto o aquello, sino esto y aquello.

Debemos integrar a Dionisio, hacerle retornar del exilio, traerle de vuelta a nuestras vidas de una manera humanizada porque si no, al rechazarle, nos destruimos a nosotros mismos. Cultivar con arte como canto a la vida y las intensidades con las que se vive, hacen acercamientos hacia el pórtico para la recuperación de la sabiduría psíquica reprimida.   Los goces humanos alcanzan un carácter sísmico, en el momento cúspide; nos con-mueven, nos “mueven el piso”; es un instante del morir en gloria.

Debemos cambiar la relación entre el conocimiento y la vida… es necesario saltar del vivir para el conocer, que no es transformante; al conocer para vivir, que  transforma el modo de vivir.  A partir de allí los mitos y las ilusiones no van a negar la realidad sino a tejer una realidad soportable; desarrollar la salud psíquica para recuperar el camino hacia la sabiduría espiritual.

El éxtasis es un divino regalo de la condición humana, capaz de transportar a los mortales desde su realidad ordinaria hacia un mundo superior; su fuego transformador funde las barreras entre nosotros con nuestra alma; cuando nos integramos en nuestro sí mismo, abrimos las puertas para una mejor comprensión de con-vivencia, con la diversidad en nosotros mismos, con la diversidad de los otros y con el  multiverso  universo.

Casatalaya, Ciudad Guayana Noviembre 2020

 

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