Finaliza un año recio, de realidades difíciles y complejas, en cuyo curso hay muchas personas, familias y organizaciones que han demostrado una enorme capacidad de sobrevivencia con dignidad. En toda la espléndida geografía venezolana se despliegan iniciativas que luchan a contracorriente, para disponer de sus mejores fortalezas al desafío cotidiano de ganarse el pan de cada día con una sobredosis del sudor de su frente.
Padres y madres, hijos y relacionados han metido el hombro para vencer las dificultades de la incertidumbre, del entorno hostil, de los servicios públicos deficientes, de la burocracia paralizante y otros obstáculos para la serena marcha de los procesos, y han aprendido que sí se les puede con base a esfuerzos constantes. Empresarios y trabajadores se han fajado como los buenos para surfear con habilidad las encrespadas olas de las diversas realidades.
Hay una transformación de base de enorme trascendencia en la cultura del venezolano que, convencido del fracaso del estado rentista y paternalista, se ha empoderado de sus propias capacidades y ha tomado su vida como protagonista principal de su realización personal, familiar y de sus medios para vivir decentemente.
Se nota en todas partes esa realidad, sobre todo en estos días decembrinos donde las exigencias del consumo se hacen más apremiantes. Miles de actividades nacen por doquier en una manifestación de creatividad y emprendimiento que causan asombro al que sepa mirar con buenos ojos.
No hay confianza en las instituciones, una de las bases principales de la prosperidad, pero hay confianza en sí mismo, en la familia y en las organizaciones que son manejadas por mentes y manos sanas, y desde allí parte la esperanza de que el esfuerzo dará sus frutos. Allí está una realidad emergente que es el fermento de la Venezuela posible.
Son las bases que permitirán la expansión exponencial de estas virtudes, cuando la libertad, la democracia y el Estado de Derecho tomen el lugar que les corresponde en el devenir de nuestra patria. Estos héroes civiles del trabajo y la virtud encontrarán entonces los anchos horizontes fruto de unas instituciones decentes y confiables, una poderosa sociedad civil organizada y una empresa orientada a la satisfacción de las necesidades humanas y sociales.
En el año que se acaba en estos días pasaron muchas cosas, unas buenas y otras malas, pero sin lugar a dudas, una de las más importantes fue esta transformación de la gran mayoría del pueblo venezolano. El año 2024 fue el cruce de un río crecido hacia los anchos espacios de la libertad.
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