MAS, Copei y Avanzada Progresista y Henri Falcón concurren a las elecciones de mayo y junio. Decisión que tranquiliza, luego del espeluznante panorama que prefiguraba la ausencia de los adversarios al gobierno. Se podrá respirar con relativa tranquilidad porque eso le mete una barra en las ruedas al control totalitario que el gobierno busca, y que concedería el abandono del campo. Alguna serpiente sopló a los oídos en 2016, desobedecer el mandato de la razón y la mayoría electoral, ya que bastaba extender la mano para arrancar el fruto. Nos arrojaron a un zanjón lodoso en el que apenas comenzamos a movernos. La prisa arruinó la AN, la amplia mayoría política.
Perdió las gobernaciones, las alcaldías, inhabilitó dirigentes e ilegalizó los partidos. Y como en los varios remakes de Carrie de Brian de Palma, basada en el libro de Stephen King, cuando recorremos los escombros carbonizados, una mano ensangrentada sale de la tierra y nos pide ¡abstención! Si yo muero que mueran todos como aquel piloto suicida que estrelló en los Alpes su avión repleto de pasajeros. Venezuela debe ser un caso incomprensible para los estudiosos en todas partes. Durante 27 años los grupos de poder fáctico se dedicaron a no dejar piedra sobre piedra. Destruyeron los partidos, el gobierno democrático, la reforma económica.
Abrieron paso a Chávez y facilitaron la quiebra de las instituciones en conjunto. Asumieron hasta 2005 el control de la oposición y la remataron. Retoman el volante en 2016 y amenazan con dejar la tierra arrasada. Ahora el objetivo de esa enfermedad febril por liquidarlo todo se enfoca contra Falcón. En la otra calle, entre Chávez y Maduro malograron la sociedad más moderna de Latinoamérica. Desmantelaron una de las primeras economías petroleras con las mayores reservas probadas de crudo existentes. Pusieron a las clases medias de mayor capacidad adquisitiva del planeta a pasar hambre, y a comer basura a los estratos bajos.
Holocausto caníbal
Esa acción devastadora, la propensión a hacer daño, caracterizó nuestros inicios republicanos (Bolívar acabó con todo lo que le pasó por delante) hasta el advenimiento de Gómez que puso un control salvaje en aquel mundo de fieras ¿Por qué esa violencia disolutoria y mortal? Parte de la oposición hará todo para canibalizar a la otra. Hubo esfuerzos desde 2006 por radicar el debate en lo social, en los asuntos de la mayoría, y eso produjo victorias. Destierran del lenguaje problemáticas y terminologías políticas. Pero hubo una oscura secuencia de 2016 y 2017, se impuso la perspectiva de grupos sociales urbanos altos y se abandonó la interlocución con las mayorías, que no quieren calle, ni sangre, ni trancones, ni hora cero.
Y el naufragio de una generación y de dos décadas de esfuerzos por crear partidos, liderazgos, alternativa democrática, condujo a esta reacción suicida. Las bases de los partidos, los dirigentes en estados, municipios, pueblos y aldeas, sufren persecución, amenazas, miseria, represión con mucha más rudeza que en las zonas urbanas. Pero demasiados dirigentes nacionales, contra la solidaridad e incluso al más elemental sentido político, les “ordenan” no participar en las elecciones municipales y regionales y al mismo tiempo les exigen nuevos sacrificios. Más que los quiméricos argumentos, la verdadera razón para abstenerse es que ninguno de los predestinados de esa cúpula urbana pudo ser candidato.
¡Sí podemos!
Asombra el argumento de que no hay condiciones, usado por aquellos que en diez años refutaron sistemáticamente esa conseja, con acciones y palabras. En dramáticas circunstancias, tal vez peores que las actuales, se ganaron las legislativas de 2015, y masivamente. Paradigma de los líderes surgidos en medio del combate feroz, nacidos en la batalla, es la gobernadora Laidy Gómez. Nunca la he visto quejarse, llorar porque no hay “condiciones”, buscar solidaridad por ser mujer. Viene de ser diputada por el circuito de la frontera tachirense, el más peligroso del país. Trabaja infatigablemente, resuelve problemas y tiene valentía verdadera.
Hizo lo debido, junto con los demás gobernadores, al juramentarse en la Constituyente, un organismo tan vicioso o cuestionado como el TSJ o el CNE. Pese a una campaña furiosa, inhumana y cobarde para desacreditarla, hoy puede exhibir un nivel de aprobación de 78%. Cada vez que le tocó, construyó su maquinaria de testigos, su aparato electoral, atesoró actas, y obtuvo la victoria. No tuvo que deambular como alma en pena en una comedia de victimización, derrotada por incumplir su trabajo, o por mera falta de capacidad. Ella y los otros gobernadores prueban que se podía y se puede.
Los arúspices dicen que el hambre derrocará al gobierno con la astucia de la razón de un desembarco extranjero o un golpe de Estado. La mentada intervención militar democrática, resolverá una especie de 23 de enero y los llamará a gobernar. Pudiera ser que los ideólogos pasen el resto de sus vidas como el coronel de García Márquez, a la espera de la carta con su nombramiento. Después de las elecciones al parecer habrá un nuevo sistema político. Dictadura solo sale con votos y afortunadamente esta tesis se ha extendido bastante y aparecen importantes nuevas fundamentaciones.
@CarlosRaulHer