Por allá por los años 70 y 80 del siglo pasado, hizo su aparición en la ciudad un personaje de los bajos fondos que fue conocido como «el Zombi».
El sujeto en cuestión – cuentan -, que hizo su debut en la ciudad siendo aún adolescente y acorde con investigaciones que hice, «el Zombi» llegó a estos lares mediante un traslado desde un correccional de Caracas a la Casa Carmania. Pocos días duró «el Zombi» en aquel recinto, pues planificó su huida, y una noche escapó siguiendo el afluente de Momboy, amaneciendo en la planicie que es hoy La Beatriz.
«El Zombi» comenzaría a escribir su historia junto con otro compinche también pasado de horno, natural de Caracas, al que llamaban el «Niche Tovar» y quien decía ser pariente de César Tovar. Por cierto, me contaron que Tovar tuvo una corta vida delictiva, cayó muerto en manos de los cuerpos policiales en el sector Santo Domingo.
«El Zombi» comenzó a escribir su historia delictual, esa que le llevó a ser el sujeto más peligroso de la ciudad. Aquel sujeto de piel negra, medía como dos metros, era corpulento, de poco hablar y tenía cara de pocos amigos. Contaban sus compinches que cuando cometía un hurto, hacía con frecuencia un apartado para ayudar a sus hermanos de clase y era frecuente verle llegar por los sectores donde frecuentaba con bolsas de comida o con objetos producto de los hurtos. A propósito de esta cara oculta del sujeto, un anciano que murió hace poco me contó que un día «el Zombi» reunió a sus colegas y les manifestó que él quería dar un golpe y que el producto de aquella fechoría debía ir a manos de la gente más necesitada.
Planificaron la acción y robaron una camioneta perteneciente a una tintorería que prestaba sus servicios a domicilio, le quitaron toda la mercancía lavada y planchada que esta llevaba; con aquel botín y a días del 24 de diciembre, se presentaron en uno de los barrios de la ciudad y «el Zombi» como todo un San Nicolás, le llevó alegría y regalos a aquel desfavorecido sector. Aquellos parroquianos no salían de su sorpresa cuando recibieron el año estrenando fastuosos trajes HRH, Montecristo, las mujeres lucieron hermosos vestidos con pedrería, de las mejores sedas y marcas, y como cosa curiosa, las prendas de vestir que más brillaron fueron los pantalones campana y los trajes safari que estaban muy de moda por aquellos años.
Fui testigo de excepción de la muerte del «Zombi»; a quien acribillaron en el viejo quemador del barrio Santa Eduviges- Hasta ese sector me dirigí con otros jóvenes a ver qué pasaba esa vez con «el Zombi» y ante la negativa de entrega de éste, un agente policial le ultimó. Quienes estaban allí protestaron porque consideraron que no tenían motivos suficientes para ultimarlo, otros lucían tristes, abrumados, quizás le lloraron en silencio y quizás tendrían razones suficientes para hacerlo.
Al «Zombi» lo sacó del olvido mi amigo el historiador Alexi Berríos en una de sus últimas publicaciones, ese gesto me animó a investigar y ahora cuento lo que me han contado algunas personas que estuvieron cerca de él.
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Desde la antigua Casa Carmania, «el Zombi» logró escaparse para comenzar su historia en Valera