Bogotá, 21 jul (EFE).- El senador Julián Gallo, que hizo parte de la cúpula de las FARC, considera después de siete años en el Congreso colombiano que la lucha armada no tiene «ninguna posibilidad en el país» y asegura que la participación de antiguos guerrilleros en política es un «testimonio vivo» de que la paz sí es
«Nuestra presencia en el Congreso de la República es testimonio vivo de que la paz es posible, que la solución política de los conflictos (…) es una posibilidad que se puede lograr si hay constancia, perseverancia», expresa Gallo, uno de los líderes de Comunes, el partido surgido de la desmovilización de la guerrilla, en una entrevista con EFE.
El senador, que en su época de guerrillero era conocido como ‘Carlos Antonio Lozada’, ocupa desde 2018 uno de los diez escaños en el Congreso otorgados por el acuerdo de paz de 2016 al partido Comunes, sin necesidad de elección popular, para los periodos 2018-2022 y 2022-2026.
Ese beneficio entró en su último año este domingo, con la instalación del nuevo periodo ordinario de sesiones del Congreso, y para continuar con representación legislativa, Comunes tendrá que bajar a la arena política en las elecciones de marzo de 2026.
Su gran reto será superar el umbral de votos que le permita obtener, como mínimo, un escaño en Cámara o en Senado, para sobrevivir como partido.
Los antecedentes no auguran mucho éxito para este movimiento, conformado principalmente por excombatientes de las FARC, porque en las elecciones al Senado de 2014 obtuvieron solo 55.587 votos y en las de 2018 consiguieron 25.708, insuficientes para superar el umbral.
«La prueba de fuego, por decirlo así, la vamos a tener en marzo del próximo año en las elecciones donde se elige al otro Congreso y nos vamos a jugar de alguna manera nuestra presencia en el escenario político con personalidad jurídica (el mecanismo que le permite a un partido participar en las elecciones)», añade Gallo.
En busca de alianzas
Para sobrevivir, Comunes busca alianzas con otros movimientos políticos de izquierda, principalmente. «Llevamos año y medio construyendo una convergencia, que hoy en día denominamos ‘Unitarios'», expresa el senador.
Para ello han tenido acercamientos con movimientos como el Partido del Trabajo de Colombia; Esperanza Democrática, surgido en 1991 tras la desmovilización de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), y el Partido Ecologista Colombiano.
De ese proceso, añade, también hacen parte la senadora Clara López, que fue elegida en 2022 por la lista del Pacto Histórico, partido del presidente Gustavo Petro, y también tienen «conversaciones con el sector político que sigue al expresidente Ernesto Samper (1994-1998)».
Igualmente están en contactos con La Fuerza de la Paz, movimiento creado por el exsenador Roy Barreras, y con Fuerza Ciudadana, fuerte en el departamento caribeño de Magdalena.
Un proceso personal «muy retador»
Para el senador, su paso por el Congreso ha sido «muy retador» porque «una cosa es hacer la crítica desde afuera» cuando estaban «incluso al margen de toda la actividad política legal, institucional», y otra muy diferente ahora.
«Cuando ya está uno por dentro se da cuenta que de pronto esas ideas generales que uno tiene no se corresponden necesariamente con la realidad que se da.
Y en ese sentido creo que ha sido un aprendizaje bastante enriquecedor», explica.
Por eso, Gallo envía un mensaje a excompañeros suyos que retomaron las armas tras la firma de la paz, como Luciano Marín Arango, alias ‘Iván Márquez’, quien fue el jefe negociador de las FARC en los diálogos con el Gobierno y hoy lidera una disidencia conocida como Segunda Marquetalia.
«Yo creo que el mensaje más importante ya se lo dio la propia realidad: no hay en Colombia en este momento ninguna posibilidad, absolutamente ninguna, de que un proyecto político revolucionario se pueda adelantar con éxito desde la lucha armada», señala.
En su opinión, «eso hoy en día es una quimera, es una ilusión, que además termina siendo beneficiosa para las élites que tradicionalmente han gobernado en Colombia. Es decir, hoy en día no es posible ser revolucionario y querer seguir adelante con ese ideal desde la lucha armada».
A pesar de las dificultades para alcanzar la paz, Gallo confía en que la implementación «integral» del acuerdo de 2016 siga adelante para que transforme «esas condiciones estructurales que hacen que en Colombia los firmantes de paz y todos aquellos» que buscan «cambios positivos en la sociedad colombiana para los sectores más vulnerables» sean «considerados una amenaza».
Jorge Gil Ángel