Venezuela está ante un gran desmadre político, sin liderazgos ni instituciones confiables, en medio de una crisis social y económica de gigantescas proporciones. De convocarse a unas elecciones en los próximos 3 meses, la oposición estaría en aprietos si no hace correcciones urgentes
Jesús Seguías/Presidente de Datincorp
La implosión política. La mayoría absoluta de los venezolanos no confían en los políticos, ni en los partidos políticos, ni en las instituciones (con excepción de las iglesias), ni en el gobierno, ni en la oposición. Es el desmadre político total. La más severa crisis social y económica de la historia venezolana sorprende al país además sin liderazgos confiables, sin orientaciones, sin esperanzas de nada. Y para completar la tragedia, más de medio país quiere abandonar a Venezuela. Sin duda, estamos ante un vacío muy peligroso que debiera obligar a los políticos de oficio a reaccionar, a entenderse, para ponerle punto final a la tragedia que conmueve a la nación. Eso es lo que piden los venezolanos. El 64% de los venezolanos considera que la crisis de Venezuela debe resolverse con elecciones presidenciales y con negociaciones entre los factores políticos. Los más propensos a las negociaciones son los chavistas, y los más propensos a las elecciones son los opositores y los no alineados. Sólo el 2% de los venezolanos cree en una confrontación violenta entre el gobierno y la oposición como método para superar la crisis, y un 15% cree que la crisis se resolverá a través de una intervención militar extranjera.
El éxodo. De hecho, en el último estudio de Datincorp hemos descubierto una cifra alarmante: el 59% de los hogares venezolanos tienen al menos un miembro del núcleo familiar primario en el exterior. En Venezuela existen 7 millones 600 mil hogares aproximadamente de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística. Pues bien, el 59% de estos hogares representan en cifras absolutas 4.5 millones de familias primarias. Esto significa que la cifra de venezolanos que se han marchado del país sobrepasaría significativamente los 2.8 millones de personas hasta ahora calculadas, en su mayoría jóvenes y opositores ¿Sabemos cuánto impacto tendrá en la votación opositora esta cifra de electores que ya no están votando por la oposición? Pero hay otro fenómeno que genera impacto en la economía: las remesas de los que se han marchado. Si cada emigrante enviara mensualmente 50 dólares promedio a sus familias en Venezuela, lo cual no es nada difícil para quienes perciben ingresos en otras divisas, eso representaría un ingreso a la nación, por concepto de remesas, por el orden de los 2.500 millones de dólares al año. Esto significa un inmenso alivio para las familias beneficiadas.
El nuevo invento político. Pero los venezolanos comienzan a inventar de nuevo, al igual que en la década de los noventa del siglo pasado. Tenemos varios años advirtiendo que cuando los políticos de oficio fallan, los pueblos inventan. Los venezolanos tienen más de 30 años inventando. Primero inventaron a Andrés Velásquez, luego a Irene Sáez, reinventaron a Rafael Caldera, finalmente inventaron a Chávez cuyo legado ha durado 18 años hasta que les llegó la hora de la implosión producto de sus propios desaciertos y fantasías revolucionarias.
Lorenzo Mendoza. El nuevo invento de los venezolanos es Lorenzo Mendoza, quien sin ser político, sin haber abierto jamás la boca para decir que quiere ser presidente (y a lo mejor jamás se presentará en una contienda política), que nunca ha estado en una actividad política de calle, es el único que aparece cómodo en las preferencias de los venezolanos. Le lleva una ventaja significativa a Nicolás Maduro. Es un fenómeno que tiene claras explicaciones: los venezolanos quieren en este momento a alguien alejado de la confrontación política, a alguien que esté enfocado en la agenda del país la cual no es otra que la agenda económica y de seguridad ciudadana, y si ese alguien además tiene un buen background en la producción de bienes, alimentos, servicios, pues entonces bingo. Para ser franco, en estos momentos los venezolanos están hastiados de los políticos, más no de la política. Esta diferenciación es muy importante señalarla. Pero perciben que los políticos actuales les han fallado, los perciben como excesivamente enfocados en sus (legítimos por los demás) deseos de poder, que les han mentido, que llevan 5 años diciendo que Maduro se va mañana, y bueno… paremos de contar. Esos errores se pagan en política, nunca quedan inmunes al castigo de los electores. No olvidemos que los políticos tienen mucho poder de decisión en la vida cotidiana de los ciudadanos; así como sus aciertos son premiados, sus errores son castigados.
El chavismo. Hoy la revolución marxista-leninista colapsó, están desvariando, no logran impulsar una iniciativa realizable y que vaya más allá de los sueños revolucionarios. El chavismo es un movimiento que tiene aún mucho arraigo social y político, pero están obligados a rehacer su juego, sus teorías políticas, sus estrategias. Pero esa es una tarea casi imposible desde el poder. Ellos necesitan oxigenarse. Necesitan con urgencia depurarse de la presencia de la inmensa camada de corruptos que crecieron a la vera del estado petrolero, al igual que lo hicieron ayer con Acción Democrática y Copei, y ya vimos los resultados. Y es que la corrupción es problema-país, no atañe exclusivamente a los chavistas. El llamado chavismo se mantuvo a flote durante 12 años viviendo de la fantasía petrolera, la cual financió todas las travesuras y desaciertos, hasta que bajaron los precios del petróleo y se descubre que jamás los venezolanos dejaron de ser pobres durante la revolución socialista. Lo que sí había eran muchos pobres con dinero en la mano, producto de un reparto irresponsable de los recursos que pertenecían a la nación y a las futuras generaciones. Hoy, todos los niveles de cohesión social, económica y política están en rojo. El país está al borde de un desenlace de consecuencias impredecibles. Además, así como la oposición está en serios problemas, especialmente de liderazgo y organización, el chavismo lleva una procesión fatal por dentro.
La oposición. El estudio revela además que, de convocarse unas elecciones presidenciales para los próximos meses, la oposición venezolana nucleada en torno a la MUD estaría en precarias condiciones para participar. Veamos tres razones:
- Los electores opositores que se han marchado del país están haciendo mucho peso en la estructura de la votación opositora. Estamos hablando de más de 2 millones de votos, en medio de un escenario electoral donde la oposición nunca ha llegado a la barrera de los 8 millones de votos. Diríamos que la oposición ha tenido una merma de una cuarta parte de su votación natural, como mínimo.
- La oposición no cuenta actualmente con líderes ni partidos políticos (incluyendo los inhabilitados y presos), lo suficientemente confiables para revertir la tendencia abstencionista que tanto daño le está haciendo a los propósitos electorales de la oposición. El líder opositor más confiable es Leopoldo López, quien está inhabilitado, y tiene apenas 9 puntos porcentuales luego de haber estado en cifras superiores a los 20 puntos; el resto de los candidatos, el que más tiene no supera los 2 puntos. Y en un escenario más cerrado, con sólo los candidatos habilitados, los de más peso son Henry Ramos y Henri Falcón, pero ninguno supera los 3 puntos, mientras Nicolás Maduro se mantiene con 20 puntos duros. Obviamente, en todos los escenarios estaba incluido Lorenzo Mendoza quien llevaba una ventaja abismal a los demás candidatos opositores y a Nicolás Maduro. La situación se le complica a la oposición si Lorenzo Mendoza no es candidato. Esto no significa que sea automática una derrota opositora, pero está sin duda en serios problemas para ganar con una ventaja suficiente como para poder contrarrestar las triquiñuelas gubernamentales que surjan en el proceso electoral, y además para garantizar una mayoría sólida que permita niveles de gobernabilidad y gobernanza imprescindibles para superar la severa crisis del país.
- En la oposición están manoseando la idea de unas elecciones primarias, lo cual sería suicida en este momento. Eso será una pérdida de tiempo, y un escenario para los cuchillos largos. La convocatoria a unas primarias también revelaría que los dirigentes opositores están ensimismados en sus intereses personales y no están actuando con sentido de nación. Los venezolanos no son tontos, y lo perciben. Si todos los dirigentes opositores tienen un alto nivel de rechazo en los venezolanos, entonces es contraproducente hacer unas primarias para ver quién de los rechazados es el mejor, cuando por el contrario debieran trabajar con urgencia para neutralizar ese rechazo, y hacer que retorne la confianza en ellos. Está claro que la abstención de los venezolanos, luego de haber participado masivamente en las elecciones parlamentarias de 2015, deviene no sólo del juego duro que ha desplegado el gobierno desde entonces sino de los errores cometidos por la misma oposición. Revertir esto en 60 días no es fácil. Pareciera que a la oposición se le están reduciendo dramáticamente las opciones en esta hora donde no sólo está en juego el destino de unos cuantos dirigentes o de partidos políticos sino de toda la nación.
Quizás la opción más práctica y consistente que les queda es que todos los actuales aspirantes pongan sobre la mesa su renuncia temporal a sus aspiraciones y que, con sentido de políticos de nación, desprendidos de toda ambición personal, busquen un candidato de consenso que proyecte una buena imagen en el país y genere confianza para la superación de las crisis económica y de seguridad ciudadana que es lo que más importa al 82% de los venezolanos. Ese sería un excelente mensaje para restablecer la confianza en los venezolanos.