SAN JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ Y LA VENEZUELA POSIBLE | Por: Francisco González Cruz

 

Hay a grandes rasgos dos factores de la historia: la guerra y la paz. La primera es muy costosa que arruina a la mayoría y enriquece a los que viven de las armas. Es el paradigma de que la historia la escriben los más fuertes, que exige grandes recursos financieros, tecnológicos, vistosos símbolos externos y motivaciones internas de polarización. Es la deshumanización de los caminos del progreso, que al final terminan con débiles acuerdos de paz que generalmente sirven como intervalos para prepararse para la próxima batalla.

La otra es  el camino de la paz  y de lo que en términos actuales se llama capital social, es decir: confianza, redes de cooperación, la solidaridad y la no violencia. Es el camino largo y difícil de la convivencia humana, del humanismo frente a la barbarie. Ese camino con frecuencia no se ve porque no es esplendoroso ni llamativo, pero es capaz de causar asombro si se vive la maravillosa existencia de la cotidianidad. Y de ciertas realizades, como convivir en una casa que es un buen hogar, y en una comunidad que es un buen lugar.

Puede considerarse simplista la oposición entre el paradigma de la guerra y la violencia y el paradigma de la paz y la no violencia, como las dos formas de los procesos históricos, pero es útil para las opciones que podemos tomar frente a la aún mayor simplista que el paradigma de la polarización: malos o buenos. Hay decisiones múltiples, que algunas conducen a la violencia y otras a la paz, o lo  que es lo mismo, a la miseria o a bienestar.

José Gregorio Hernández, el nuestro, es el mejor ejemplo de esa posibilidad de encontrar el camino del bienestar en el hecho de ser bueno. La pregunta sería: ¿Cuáles son factores o causas para que se desplegaran esas virtudes en esta persona?

Veamos una aproximación:

1.- La presencia de una madre amorosa, educada y trabajadora es fundamental, como lo fue Josefa Antonia Cisneros Manzaneda. Una mujer enamorada de su marido y el alma de ese hogar, que respondía por el manejo de la casa, criaba a sus hijos y ayudaba a Benigno en todo lo que podía. Además, era una persona muy sociable, atenta y solidaria en su comunidad.

2.- La presencia paterna, también amorosa y responsable de la economía del hogar, con trabajo productivo que generaba recursos suficientes el bienestar familiar y para hacer el bien.

3.- Un hogar armonioso, respetuoso y decente.

4.- El lugar es fundamental, es la calidad del espacio comunitario donde uno vive e interactúa. El capital social del lugar, es decir la confianza entre su gente, la cordialidad, las relaciones afectuosas, el respeto.

5.- La calidad de la economía local. Isnotú era un pueblo pequeño constituido por familias constituidas y de trabajo en las plantaciones de café, en los tablones de caña y sus trapiches, en la siembre de frutales, granos, elaboración de productos artesanales, en el comercio y los servicios. Era un pueblo de propietarios y la mayoría

6.- La calidad de la educación. José Gregorio Hernández y sus hermanos recibieron una educación de alta calidad, primero de su mamá y de su papá, de su tía María Luisa y hasta de la niña Juana Viloria. Luego de su excelente maestro Pedro Celestino Sánchez en la escuela particular de Isnotú. Y de la gente que se relacionaba con su familia, en general muy educada.

Si nos inspiramos en esas realidades que vivió nuestro Santo en su pueblo de Isnotú, y hacemos lo que tenemos que hacer para que:

El milagro que le pedimos a San José Gregorio Hernández Cisneros nos será concedido: La Venezuela posible, decente, educada y trabajadora.

 

 

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