Funcionarios del Servicio Autónomo de Contraloría Sanitaria (SACS) Táchira, asignados a la Coordinación Estadal de Inocuidad de los Alimentos y Bebidas, continúan supervisando conjuntamente con representantes de Microempresas y Asociaciones en el renglón de Alimentos, las normas para las Buenas Prácticas de Fabricación (BPF), en los establecimientos del Táchira.
El director estadal de Contraloría Sanitaria, Milton Bracamonte explicó que es tarea del ente que dirige realizar este tipo de acciones, con fin de prevenir o reducir los peligros de la inocuidad y salubridad de los alimentos preparados, elaborados, envasados o comercializados por las empresas de alimentos de la región.
Asimismo, SACS ha habilitado el laboratorio, para que los productores que fabrican alimentos, tengan la posibilidad de realizar los análisis microbiológicos y evitar así que la elaboración de alimentos tenga baja calidad sanitaria, es por esto que los análisis microbiológicos que se realizan en el laboratorio del SACS, pueden ayudar a encontrar puntos críticos donde se requiere mayor atención por parte de los funcionarios del laboratorio y los fabricantes de alimentos analizados.
“Estos análisis microbiológicos, permiten conocer dónde y por qué es más propenso un alimento en contaminarse o aumentar su carga microbiana, para que se tomen las medidas para mejorar la calidad del mismo, evitando infecciones y enfermedades”, aclaró.
Bracamonte comentó que la Contraloría Sanitaria, salvaguarda la inocuidad de los alimentos elaborados por los productores tachirenses, cumpliendo con controles como: la desinfección, diseño sanitario, equipos, establecimiento, higiene en los alimentos, infestación, ingredientes, instalación, limpieza, materia prima, proceso tecnológico, manipulación de alimentos, producción y utensilios.
“Sin embargo, estos productos, compiten en ocasiones con algunos productos que intentan ingresar al país sin cumplir con los Registros Sanitarios Internacionales (RSI), que además han sido contaminados por el medio donde se elaboran o se almacenan, y además hay adulteración. Lo cual es sin duda es una práctica comercial deshonesta en relación con la calidad, cantidad, presentación del producto, la pérdida nutricional e higiene y la calidad de los mismos, lo que hace necesario que ejerzamos un enérgico control sobre el Registro Sanitario Internacional del país de origen y establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, concluyó.