Moscú/Kiev, 23 jul (EFE).- Rusos y ucranianos se reúnen esta tarde en Estambul, diez días después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diera al Kremlin un plazo de 50 días para lograr un arreglo, so pena de sanciones y aranceles secundarios.
La agenda de la tercera ronda de negociaciones vuelve a incluir los memorandos de paz presentados por ambos bandos, aunque ninguna de las partes espera grandes avances, aparte de nuevos canjes de prisioneros y civiles.
Estas son las claves de las negociaciones después de más de 40 meses de combates:
Un acuerdo a contrarreloj
Ya han pasado diez días desde que Trump anunciara su ultimátum, es decir, Moscú y Kiev tienen menos de seis semanas para alcanzar un acuerdo que satisfaga a la Casa Blanca. Algo improbable.
Rusia reaccionó con calma al anuncio. El líder ruso, Vladímir Putin, ni se inmutó. Es verdad que ambos bandos entendieron el aviso a navegantes y convocaron la tercera ronda, pero también es cierto que la mejor respuesta del Kremlin fue la intensificación de su ofensiva estival.
Mientras, Ucrania apoyó los nuevos suministros de armas estadounidenses pagados por sus aliados europeos, pero consideró demasiado largo el plazo que Trump le dio a Putin, que tiene todo el verano para seguir martilleando indiscriminadamente las principales ciudades ucranianas.
Menos alto el fuego, más canjes
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, insiste como en anteriores ocasiones en la necesidad de lograr en Estambul un alto el fuego de al menos un mes, pero la prioridad esta vez de su delegación serán los intercambios.
En primer lugar, que continúen los canjes de militares -varios miles han sido canjeados en las últimas semanas- y civiles cautivos para lograr el retorno definitivo de todos los ucranianos a casa.
Zelenski también aspira a que la reunión sirva para conseguir que vuelvan a su hogar todos los menores ucranianos que se quedaron atrás en los territorios ocupados por el enemigo, cuya deportación forzosa a Rusia llevó a la Corte Penal Internacional a dictar una orden de arresto contra Putin por crímenes de guerra.
Rusia prometió el pasado 2 de junio estudiar la lista de 339 niños presentada por Kiev, tras lo que la Presidencia ucraniana dijo recientemente haber recuperado once menores por mediación de Catar.
Memorandos diametralmente opuestos
Putin puso las cartas boca arriba en la anterior reunión al demandar en su memorándum el reconocimiento jurídico internacional del ingreso en la Federación Rusia de la península de Crimea, anexionada en 2014, y de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, incorporadas en 2022.
A su vez, según ese documento, Ucrania deberá reducir el número de efectivos de sus Fuerzas Armadas, al igual que el armamento pesado, además de renunciar a la entrada en bloques militares y al despliegue de tropas o bases extranjeras.
Con respecto a un cese de las hostilidades, Ucrania debe dejar de recibir suministros de armamento y también asistencia militar del exterior; ofrecer garantías de que suspenderá las actividades subversivas y de sabotaje contra Rusia, anular la ley marcial y convocar elecciones presidenciales y parlamentarias.
Kiev, que nunca reconocerá la ocupación rusa de su territorio y no renuncia a recuperar Crimea, exige en su memorando un alto el fuego inmediato e incondicional por tierra, mar y aire como requisito previo para las negociaciones políticas y territoriales.
Además, plantea medidas para fomentar la confianza como el compromiso de que no se repita la agresión; garantías de seguridad internacionales y la posibilidad de tener un ejército soberano e integrarse en un futuro en alianzas militares internacionales como la OTAN.
La guerra sigue, los suministros occidentales también
Los expertos rusos advierten que las auténticas negociaciones no comenzarán hasta que Kiev capitule o, en su defecto, cuando el ejército ruso haya conquistado todo el Donbás y el sur de Rusia.
Aunque ese objetivo parece muy lejano, el Ministerio de Defensa ruso informó hoy sobre la conquista de una nueva localidad en la región ucraniana de Sumi, donde Moscú quiere crear una franja de seguridad y cuya capital quedó hoy parcialmente sin fluido eléctrico por culpa de los drones enemigos.
A su vez, Zelenski recibió esta semana un espaldarazo cuando el canciller alemán, Friedrich Merz, aseguró que cuenta con la «aprobación general» de Estados Unidos para que Washington envíe los sistemas Patriot -cinco, según el ministro de Defensa, Boris Pistorius- que Berlín quiere entregar a Kiev.
Alemania ya ha puesto tres sistemas Patriot en manos de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que precisan de este tipo de equipos para neutralizar los ataques rusos con misiles de crucero, balísticos e hipersónicos, especialmente en Kiev.
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