Naciones Unidas, 31 ene (EFE).- El embajador ruso ante las Naciones Unidas, Vasily Nebenzya, negó este lunes que su país tenga intención de invadir Ucrania en su intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU y negó también que Rusia tenga desplegados a 100.000 soldados en la cercanías de la frontera con Ucrania.
«No hay invasión prevista, nadie lo ha dicho, sino todo lo contrario», dijo, y añadió que tras esa información, ampliamente vehiculada por el propio Gobierno ucraniano y por los países occidentales, se esconde «un engaño a la opinión pública» con el fin de «lavar el cerebro a los ucranianos e impregnarlos de rusofobia».
El embajador subrayó que el despliegue de tropas rusas «en territorio ruso» es algo totalmente legal, pero negó que esas tropas sumen 100.000 soldados: «Jamás confirmamos que tenemos a 100.000 soldados, ¿de dónde ha salido esa cifra?», se preguntó.
Nebenzya contraatacó además aludiendo a la «hipocresía» de Estados Unidos, país que está liderando la escalada dialéctica contra Rusia, y dijo que mientras Washington acusa a Moscú de desplegar tropas cerca de Ucrania, tiene 700 bases y 165.000 soldados desplegados en el mundo, 60.000 de ellos en suelo europeo, y el volumen de su presupuesto militar es doce veces mayor que el ruso, aseguró.
«Eso sí es una amenaza a la paz y la seguridad», recalcó, antes de criticar la «histeria» colectiva promovida por Estados Unidos y sus aliados ante los movimientos de tropas rusas: son esos países los que «parece que están pidiendo la guerra y esperando a que ocurra».
Según el representante ruso, los países occidentales apoyaron «un golpe de Estado en 2014» en Ucrania, «que llevo al poder a fascistas y nazis rusófobos (…) Se está lavando el cerebro a los ucranianos, se les impregna de rusofobia y se les dice que deben sumarse a toda costa a la Unión Europea y a la OTAN, además de abandonar el ruso que es la lengua materna de muchos ciudadanos, y de causar división en la Iglesia ortodoxa».
El embajador no esperó a que terminara la reunión del Consejo y, pretextando que tenía otra cita para preparar la presidencia rusa del Consejo (que comienza el martes), se levantó de la silla y abandonó la sala sin que terminara el debate, un debate que por otro lado terminó sin que se firmara documento alguno.