<…Los discursos de los mítines nacionalsocialistas se destacaban por un hábil manejo de los sentimientos de los individuos integrados en la masa y por evitar en la medida de lo posible toda argumentación objetiva.> El Fhurer y la estructura de masas. En W. Reich. Psicología de masas del Fascismo. P. 65.
De todas las definiciones del olvido que me interesa destacar en el siguiente artículo es esa donde se trata de negligencia o descuido por recordar algo y que en mi opinión influye mucho cuando se trata de rasgo cultural para la política del bien común. Reafirmo esto porque escribo mis opiniones desde una crítica de la sociedad y a veces eso implica que algún lector piense que no estoy en el momento ni en la cotidianidad salvaje y algunas veces fuera del foco de la solución. Es decir que ante el pragmatismo imperante, el tareísmo de los partidos y organizaciones sociales y el deseo de muchos por acaparar la atención del momento en las redes de comunicación tenga que colocar a un lado la investigación rigurosa de nuestros males. Lo lamento bastante, pero que cada quien asuma su rol y el mío no es otro que examinar actitudes y aptitudes a los fines de identificar limitaciones que nos impiden ser en el siglo XXI miembros de una sociedad decente y no por el contrario la muestra internacional que usted y yo conocemos, sobre manera, en estos últimos 20 años. Son 240 meses, 7200 días y 1728 horas. ¿Faltarían aún más para repensar el país? ¿Recuerda usted aquél programa de una televisora nacional dirigida por cubanos llegados a Venezuela en el inicio de la democracia donde se jugaba con la comida y la risa era allí signo de venezolanismo? Cosas de los”Artistas de la Farándula” decían algunos.
Pues bien, allí se preparaba a un tipo de venezolano para soportar lo que hoy como carestía tenemos. ¿Recuerda usted el esfuerzo de algunos intelectuales venezolanos para reformar el Estado y cómo la burocracia partidista los atacó? Siempre el pragmatismo adolece de intenciones de cambio democrático y sobre todo si son institucionales. ¿Ha imaginado usted por cuáles razones un rasgo distintivo del venezolano es no apreciar el tiempo de los otros y por eso no tiene escrúpulos de autocrítica en llegar tarde? ¿Ha razonado usted por qué el chofer de transporte público es tan agresivo con las personas? ¿Podemos aceptar que a unos venezolanos rendidos, caso del Sr. Óscar Pérez y su grupo, se les responda desde el Estado con fuego destructivo y no con la guía del “respeto a la vida” escrita en la Constitución de 1999? Todo este esquema reflexivo nos reenvía a la política, pues sin un modelo de ciudadanía activa lo que se reproduce es esta barbarie que nos invadió con el nombre de socialismo. Las naciones que no han olvidado aquello que les hizo daño en un momento dado como la Inquisición, las Cruzadas, la persecución de los Judíos, el extermino de los Templarios, el Socialismo conocido en Rusia, Cuba, Vietnam, China, la Alemania irónicamente llamada democrática, el Fascismo, el Nazismo, el Falangismo, el castrismo, las dictaduras del llamado Cono Sur; en fin, allí donde el mal y la maldad devinieron política y poder son las que hoy se denominan espejo a mirarse como gobiernos democráticos donde si bien no hay perfección hay prensa libre, seguridad en la calle, educación de calidad y otros aspectos importantes a destacar. Hoy sabemos que el mal como política tiene ingredientes específicos en los humanos: odio, rencor, agresividad, violencia, impunidad, mentira, dolor, suplicio, tortura, crimen, abuso, arbitrariedad; todo dentro de unos fines políticos no negociables: generar daño, miedo, terror, desorden social. Para ello la estrategia consiste en producir un sujeto social colectivizado, adoctrinado y quien ante cualquier arbitrariedad recibirá apoyo del mando respectivo. Por supuesto, ese sujeto debe (está obligado) ser sumiso, obediente y acrítico. Esa es su moral que el dominador identifica y exige. De allí que se requiera en forma paralela fabricar un enemigo que al ser calificado desde la burla o el chiste oportuno pierde credibilidad ante la masa. ¿Recuerda usted los adjetivos escuálido, derecha, traidor, pírrico, chupa medias y otros por el estilo? Poco importa desde dónde se invocan, en eso el mal no diferencia franjas. Si usted para hacer política destruye al otro moralmente con adjetivos, lea bien, usted no es diferente a lo que critica. En una entrega próxima analizaré esta reflexión: ¿Por cuál tipo de razón nosotros en Venezuela siempre añoramos ante nuestra tragedia política un salvador y mejor si viene uniformado desde los aparatos represivos de Estado? Saque sus conclusiones.
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