Gabriel Montenegro
Gráficas Alexander Chaparro Viloria.
Sin dudas que el hoy denominado Hospital Universitario «Pedro Emilio Carrillo», o sencillamente otrora el Hospital Central de Valera, representa para los trujillanos una de nuestras instituciones mas emblemáticas e importantes a lo largo de la historia de nuestro Sistema de Salud, esencialmente en lo que respecta a la atención pública.
Han sido más de setenta años de largo y exigente trajinar, entre los éxitos, fracasos, renacimiento, dificultades diversas y sobre todo la consolidación como referencia de buena atención y calidad médica sin discusión.
Proceso de deterioro
Desde hace unos treinta años, en los albores de los 80’s, el Hospital Central de Valera comenzó a presentar inconvenientes de tipo estructural, relativos mayormente a fallas en sus calderas, sistema eléctrico, tuberías y sótanos, éstos últimos los cuales comenzaron a inundarse debido al colapso y tapado de los drenajes y todo el cúmulo de viejos problemas en esa área interna.
Igualmente aparecieron los primeros signos de contaminación en los pabellones de cirugía, sala de neonatología y quirófanos en general y por supuesto comenzó a crecer el índice de infectados y fallecidos.
Diario de Los Andes inició entonces una secuencia de reportajes realizados por el periodista Pedro Matheus, un trabajo informativo tendente a llamar la atención de las autoridades sobre la necesidad imperiosa de ejecutar acciones urgentes, dirigidas a solventar el cúmulo de problemas detectados, empero poco o nada se hizo al respecto, realizándose como respuesta ante el clamor general solo pequeñas reparaciones de tipo estructural, pero inefectivas.
El cambio de la sala de emergencia y construcciones internas improvisadas sin ningún tipo de supervisión técnica agravaron la situación de acceso para hacerlo menos funcional y paralelamente crearon barreras excluyentes y aislantes entre las distintas dependencias, limitando una mayor funcionalidad general.
Contaminación y maltrato lo más grave
Si alguien acude al «Pedro Emilio Carrillo», notará que desde sus adyacencias exteriores y zonas de ingreso abundan la basura, la falta de un ornato al menos cónsono con la majestad de un hospital de sus características e importancia para el pueblo .
Deterioro de paredes, tuberías expuestas, falta de jardinería y ornato, daño en sus pisos y escaleras, la mayoría de los baños dañados, quirófanos vueltos un desastre, cerámica obsoleta, falta de pintura, arreglos en general y por supuesto el drama de la distribución tanto de aguas blancas como servidas, son solo referencias del colapso inminente de lo que no hace mucho tiempo fue motivo de orgullo para los valeranos.
Pero esa problemática, lejos de resolverse aumenta a medida que pasa el tiempo, todo agravado con el estallido de la pandemia del Covid 19, lo cual aunado a los salarios de miseria que los médicos, enfermeras (os) y obreros perciben, fomentan un ambiente de decepción e incertidumbre.
Habla el pueblo afectado
En los alrededores del «Pedro Emilio Carrillo» pulsamos la opinión y escuchamos las propuestas de un significativo grupo de pacientes y usuarios de nuestro emblemático hospital, quienes coinciden en su mayoría que el problema no es sólo estructural sino laboral.
El señor Benito García Jeréz, preocupado vecino y comerciante de la zona, cree que antes de iniciarse una reparación general de la edificación para evitar contaminación y la propagación de enfermedades infecto-contagiosas, primero se debe revisar y honrar los salarios, tanto del personal médico, paramédico y por supuesto gente de talleres y mantenimiento, ya que para nadie es un secreto que el poder adquisitivo de todos los trabajadores de la salud, educación y empleados públicos en general esta por el piso y urge sincerar está situación para que exista estímulo y se trabaje con verdadera vocación.
Así mismo, es necesario que los pacientes y sus familiares cumplan las normas de limpieza e higiene y no arrojen basura en zonas como jardines y emergencias de niños y adultos. También- agregó- urge solventar el problema de agua potable y de alumbrado en zonas interiores y exteriores. «Ese llamado lo hago al nuevo gobernador Gerardo Márquez».
La señora Ana Barrios es otra asídua usuaria del HUPEC, quién expresó que tras la intensa ola de emigrantes salidos del país a otras latitudes, muchos de nuestros especialistas y buenos médicos se marcharon en búsqueda de nuevos caminos, por lo que es necesario que el Estado reponga parte de ese talento con los nuevos valores de la medicina y de esta manera logremos una verdadera atención integral. «Carecemos actualmente de especialistas en hemodiálisis, ginecología, patólogos forenses, neumonólogos; éstos últimos tan necesarios con el problema del Covid en la actualidad. Espero las cosas mejoren para el 2021.
Hermes Rendón es un paciente de muchos años en el central valerano. Desde muy niño recibió las vacunas antirubeólica, la triple y demás inyecciones de inmunización infantil. En su adultez continua recibiendo asistencia médica y se siente orgulloso de esta importante casa de salud.
» Desde mi punto de vista muy personal, creo que hay que revisar todo dentro y fuera del HUPEC, comenzando por descontaminar la sala de neonatología, los quirófanos y cambiar hasta los viejos pisos y paredes de cerámica, pero esto no se logra sin un presupuesto bueno y el estímulo económico a los médicos, enfermeras y desde las cocineras, gente de lavandería, vigilantes y mantenimiento hasta el último supernumerario de la nómina»- subrayó Rendón.
El señor Luis Enrique Coronado acudió recientemente a recibir sus dósis de la vacuna Anticovid, notando no solo la falta de zonas de descanso en las zonas y áreas de espera para los pacientes y quienes acuden a sus citas medicas, además de que las escaleras y zonas de acceso sin luz, y los pisos uno y dos son un verdadero desastre.
También hay que activar la planta eléctrica y buscar la manera de contar con tanques de almacenamiento de agua potable porque en Valera ya es común y normal que se produzcan apagones y nos quedemos también sin una gota de agua por los grifos. Subraya que la construcción de un tanque subterráneo sería ideal en estos casos. «Urge construir un tanque subterráneo y reparar la iluminación además de pagar buenos salarios a los médicos y enfermeras.
Horacio Coronado ha sido distribuidor de nuestra edición impresa por más de cuarenta años. Como valerano no escapa a la necesidad de acudir junto a algún familiar a recibir atención médica.
En vista del estado de abandono del hospital local, cree que es necesario contar con médicos graduados universidades que ofrezcan su garantía profesional y no los llamados «Tapa amarilla» . También para acabar con las muertes de neonatos por contaminación de pabellones hay que asignar un ir es supuesto lo digno para reconstruir, tumbar lo que haya que tumbarse y hacer una limpieza general de las zonas interiores y parques aledaños donde lo que se consigue es basura y abandono donde antes hubo limpieza y se respiraba higiene por todos lados. Coronado recuerda a galenos insignes pasados por esa importante institución como los doctores Luis Omar Rojas, José Antonio Roman, Romer Rubio, Nava Rullo, José Vasallo Cortés, el propio Pedro Emilio Carrillo, el doctor Vielma, doctor Montes, Hernán Castellanos, Evencio León Tang, Zacarías Suárez, Jorge Mandl, Gustavo Nava, Nacho León, Rafael Isidro Briceño, Fernando Díaz, Rixio Chacín Parra, Pérez Quintero, Pérez Bencomo, Gustavo Montilla, Raúl Díaz Castañeda, doctor Dugarte, Gomer Chiquito Gómez, doctor Francisco Marval, y tantos hombres y mujeres sinónimo del buen profesionalismo en la salud trujillana.
Esperemos que a nombre de la salud del pueblo se reduzca el índice de decesos por contaminación, haya sindéresis a la hora de revisar el salario de la nada trabajadora y por fin se rescate toda la estructura física de un hospital construido con la gran esperanza de la salud de muchos, no solo de Valera y Trujillo, sino de buena parte del occidente del país.