Toda la historia de la humanidad ha sido una serie de arduas luchas para lograr objetivos libertarios.
El filósofo alemán G.W.F. Hegel (1770-1831) planteó una concepción filosófica idealista sobre la historia en la cual, lo que denomina ‘Espíritu’ (la humanidad), se abre paso a través de sacrificios humanos para alcanzar sus metas de libertad. En su importante obra: ‘Lecturas sobre la Filosofía de la Historia’, impartidas por primera vez en 1822, Hegel plantea que la historia puede ser vista como un ‘matadero’ o ‘altar’ (Schlachtbank) en el cual se hacen sacrificios. Citemos sus palabras en la “Introducción” de dicha obra: “Pero aún considerando la Historia como un matadero en el cual son sacrificados la felicidad de los pueblos, la sabiduría de los Estados, y la virtud de los individuos, nuestros pensamientos inevitablemente nos inducen a preguntar: ¿A quién, o a qué fin último son hechos estos monstruosos sacrificios?”. Más adelante en la misma ‘Introducción’ Hegel dice: “La Historia del Mundo no es el teatro de la felicidad”. Hegel responde su propia pregunta diciendo que el fin último de la Historia es el logro de autoconciencia en los humanos, que simultáneamente es el logro de libertad. Este proceso es la ‘razón’ –el patrón racional u orden– subyacente a todo lo que ocurre, y siempre ha estado actuando en la Historia, aunque los seres humanos por lo general no estén conscientes de eso. Según Hegel, cuando los sucesos están ocurriendo, pueden parecer totalmente malos e irracionales, pero en el gran esquema de las cosas que es la historia del mundo, se puede ver que cada suceso es usado por ‘la astucia de la razón’ para dar lugar a la realización última de las metas universales del Espíritu Mundial. Una interpretación es que ese ‘Espíritu’ se refiere simplemente a la humanidad y su conciencia.
La concepción de Hegel es discutible porque no todos los sucesos malos ocurren para lograr una buena meta. Sin embargo, muchos avances en la historia se han logrado con enormes sacrificios. Por ejemplo, en el caso de la Revolución Francesa (1789-1799) hubo fuertes convulsiones, pero esa lucha de la burguesía para superar el feudalismo dejó un importante legado de derechos humanos. En efecto, en 1948 cuando la naciente ‘Organización de las Naciones Unidas’ proclamó una ‘Declaración Universal de los Derechos Humanos’, tanto el preámbulo como 14 de sus 30 artículos, fueron tomados en lo esencial, y a veces textualmente, de la ‘Declaración de los Derechos del Hombre y los Ciudadanos’ aprobada por la Asamblea Nacional de Francia en 1789. Igualmente las luchas independentistas de las naciones, las luchas para abolir la esclavitud, las luchas de los trabajadores para lograr reivindicaciones, las luchas por los derechos humanos y contra las dictaduras, frecuentemente han sido cruentas pero al final dejaron un importante saldo libertario.
Hegel en esa misma ‘Introducción’ se refiere a la conquista de la ‘libertad’ y dice que tal libertad “no posee en sí misma una existencia inmediata y natural. Tiene que ser ganada y conquistada por medio de la mediación interminable de la disciplina actuando sobre los poderes del conocimiento y la voluntad”. Dicho en otras palabras, la libertad nunca viene gratuitamente sino que debe ser buscada con esfuerzo.
Por otro lado, podemos recordar al gran escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) cuando en su famosa obra titulada: ‘Fausto’ (Primera Parte: 1808, Segunda Parte: 1832) hace referencia a la necesidad de luchar para conservar la vida y la libertad. En efecto, en el último acto de la Segunda Parte, el personaje Fausto dice: “La palabra final y verdadera de la sabiduría / Nadie merece la libertad y la vida / Si no lucha cada día para conquistarlas” (Parte II, Acto V, Sección: ‘El Gran Patio del Palacio’)…..¡La historia de la humanidad ilustra dramáticamente la gran verdad que dice Fausto!