Este domingo el primer mandatario nacional, Nicolás Maduro, informó que están estudiando varios casos que llegaron al estado Apure desde Colombia con la “variante británica” de la COVID-19. Añadió que en la frontera del estado Zulia han detectado la “variante andina”. “Ya la variante andina llegó al Zulia, estamos creando el cerco epidemiológico, y también llegó a Trujillo”. ¿Qué se sabe de esta nueva “variante andina”?.
“Por el alto número de casos positivos de COVID-19 en la comunidad científica se venía diciendo desde hace meses que no sorprendería que aparecieran variantes con características similares a las que surgieron en Inglaterra y Sudáfrica, pero sobre todo en Brasil, que es un ejemplo de lo que podría ocurrir y parece que así ha pasado”, dijo a DW el microbiólogo molecular Pablo Tsukayama, del Departamento de Ciencias Celulares y Moleculares de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Junto a su equipo, Tuskayama estaba estudiando genomas desde hace meses, y en abril confirmaron el hallazgo: “Reportamos la identificación de un nuevo linaje (variante) de SARS-CoV-2 que parece expandirse rápidamente en Perú y Chile. Le llamamos C.37”.
La OMS no la ha incluido en su lista de variantes de interés (VOI) ni de preocupación (VOC). Estas últimas son las de mayor transmisibilidad y virulencia, detectadas originalmente en el Reino Unido (B.1.1.7), Sudáfrica (B.1.351), Brasil (P.1) y la India (B.1.617.2), y que con la nueva nomenclatura se denominan Alfa, Beta, Gama y Delta, respectivamente.
Casi espontáneamente, la C.37 fue llamada “variante Andina” y ha despertado interés científico internacional. Desciende del linaje B.1.1.1 y llamó la atención por su rápido crecimiento. “Cuando la detectamos en Lima, entre enero y marzo de 2021, aún sin denominación oficial, correspondía aproximadamente al 40% de los casos”, relata Tsukayama. Buscando en registros internacionales comprobaron que, con otro nombre, hace un mes ya representaba el 25% de los casos en Chile.
El origen no está del todo claro. El primer caso con este patrón único de mutaciones se detectó en Perú a fines de diciembre. En Chile, alrededor del 20 de enero y en Estados Unidos, unos días después. Una reciente publicación argentina data un genoma C.37 en noviembre, que sería el caso más antiguo documentado. Pero como en la región se procesan muy pocas muestras, no hay suficiente evidencia para saber con certeza dónde surgió.
En Ecuador encontraron “la andina” casi al mismo tiempo que en Perú, dijo a DW Paúl Cárdenas, investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito. “Sin embargo hay otras variantes que estamos encontrando en gran medida y todavía no son desplazadas por la C.37”, indica. Además, ha sido identificada en Colombia, Uruguay, Brasil, Estados Unidos, España y Alemania, entre otros. “Tenemos casi mil genomas de C.37 reportados en 19 países”, afirma Tsukayama.
¿VARIANTE DE PREOCUPACIÓN?
El Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud de Perú reconocieron una presencia predominante de la nueva variante: el 80% de las muestras de diferentes regiones del país, de abril y mayo, corresponden a C.37, lo que debiera dar pie a una consideración o estudio de la OPS. “Si vemos el caso de Perú, donde en seis meses ha pasado del 1% al 80%, en Chile está en el 30% y en Argentina en el 30%, eso es evidencia preliminar, pero fuerte, de que es más transmisible. Incluso si no es oficial la denominación de preocupación, yo estoy preocupado”, advierte.
“Cada vez encontramos más comúnmente mutaciones en diferentes variantes. Sin embargo, para que se tornen de interés o de preocupación tienen que verse sus efectos en la salud pública. Viendo cómo se ha esparcido la C.37 en Perú, Ecuador, Chile y ha llegado hasta Uruguay, pienso que es solo cuestión de tiempo para que se le denomine de interés”, indica Cárdenas.
El experto ecuatoriano explica que se requieren estudios de salud pública y laboratorio para comprobar si estas mutaciones están relacionadas con un aumento de la transmisibilidad. Es necesario cruzar datos de evidencia epidemiológica y clínica hoy dispersos en los países y no siempre completos, y que las farmacéuticas evalúen la respuesta de sus vacunas.
En Latinoamérica se hace muy poco rastreo de variantes, a pesar de que “la región reporta todas las semanas más del 40% de los casos y muertes mundiales”, señala Tsukayama. Al 2 de mayo, registraba casi 26 mil secuencias en bases internacionales, una cantidad mínima comparada con el millón 600 mil que se ha generado en todo el mundo”. Brasil, México, Chile y Argentina realizan algo más que sus vecinos, pero no es suficiente. “Perú rastrea menos del 0,1% y aunque la representatividad respecto del número total de casos es muy baja, si tenemos el 80% de un solo linaje, debe estar muy extendido en todo el país, para que la tendencia sea tan clara”, afirma.
Desde universidades, institutos y laboratorios privados y públicos, científicos hacen esfuerzos por hacer mayor secuenciación y apuntan a colaborar y compartir datos. “Definitivamente, tenemos que hacer más. En Ecuador ahora secuenciamos el 0,08%. Como academia hemos hecho nuevas redes y recibimos fondos desde el exterior para aumentar la vigilancia genómica”, dice Cárdenas.
En el contexto actual de alta transmisibilidad, es esperable que surjan nuevas variantes, que es necesario identificar, saber dónde están presentes y cómo responden ante las vacunas. “Además de la C.37, que se está tornando importante, últimamente estamos identificando otra entre Colombia y Ecuador, que tiene mutaciones muy parecidas a la variante de Sudáfrica. Estamos encontrando cada vez más estas variantes que pueden tornarse en problemas de salud pública”, dijo el científico.
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Por: Alexander González
IG: @AlexGonzalezDigital
Con información de: Efecto Couyo
Foto. Archivo Digital DLA