El término “Coco seco” fue utilizado por primera vez en criminalística en el año 2014, ante la conducta del delincuente que mata por matar, sin contemplación, siendo perverso para demostrar que es capaz de todo y ganar el respeto de su banda. En esta entrega de Zona Roja en el Semanario Los Andes, presentaremos las características del antisocial trujillano que forma parte de los llamados “Coco seco”
Patricia María Araujo CNP 14.082
patriciaperidistavalera@gmail.com
Un porcentaje del hombre trujillano es de mente cerrada, individualista, terco, machista y sangre fría, la crianza casi siempre a cargo de la madre sobreprotectora, no le importaba si su hijo estudiaba o trabajaba, mientras permaneciera cerca. Si la madre era el sostén del hogar, ella debía laborar casi todo el día y la crianza quedaba al ritmo de la calle o del círculo de allegados de su muchacho.
La violencia sexual por parte de su padre o familiares cercanos, el abandono y la pobreza acentuaron el modelo de hombre frío, sin sentimientos, que quiso ser más vivo que otros y obtener dinero sin esfuerzo. La manera de hacer frente a las duras condiciones de vida de este ser, lo hizo desviarse hacia la delincuencia; esas circunstancias dieron paso al pre adolescente criminal.
El primer paso
Inició robando, buscó un arma blanca, se juntó con los malos de la comunidad y al probar que podía cometer delitos menores le dieron una pistola o revólver, mató a la primera persona y así quedó en la banda delictiva. Con los primeros delitos aseguraba su subsistencia, muchos de ellos tenían 8 años de edad cuando entraron a las filas de la delincuencia y luego de acciones repetitivas, por lo menos cinco años, entre robos, extorsión, “cantar la zona”, microtráfico de droga y armas, el maleante podía subir de escalón, salir de la casilla, buscar más sensaciones, más bienes, más recursos y atreverse a más que los demás. Esa búsqueda la halló en la perversidad para asesinar, un nuevo estilo, una marca, la sangrienta.
El “Coco seco” es el fruto de concha dura que no tiene nada por dentro, ni carne ni agua; el catedrático de la Universidad Católica Andrés Bello e hijo de un exdirector de la Disip, Fermín Mármol García utilizó el término para referirse al perfil del antisocial venezolano cuando cambiaron sus características, desde aproximadamente el año 2014. Además de cometer fechorías para obtener dinero u objetos, este nuevo sujeto armado necesitaba sentir que era respetado, que le dieran un lugar, que fuera reconocido y por supuesto, le tuvieran miedo.
En su cabeza no hay ningún tipo de educación ni valores, sólo efectos de drogas y alcohol ocupan el espacio y le queman aún más el raciocinio. El centro de su atención es infundir miedo para que lo respeten a la fuerza, utilizando un arma de fuego que disparará sin temor ante la mínima actitud desafiante de su víctima: si se resiste, muere; si miente, muere; si no coopera, muere; si lo hacen molestar, mata en segundos y así prometa que “nada malo va a pasar” lo que ocurrirá en instantes, será un asesinato a sangre fría.
Desafío
Esta transformación del delincuente por necesidad al sujeto perverso con gusto, no siente remordimientos para matar, disfruta ejecutar atrocidades y va escalando en el respeto de sus secuaces. Mientras más perverso para matar, más reconocimiento entre sus pares, mayor temor de sus víctimas y más desafío para los enemigos; allí encontró el “Coco seco” un sitial de honor.
La perversión del “Coco seco” tiene su origen en el resentimiento. No tuvo atención cuando la necesitaba de pequeño, nadie lo crió ni le enseñó valores así como tampoco a ser útil según su potencial humano, mucho menos supo del cariño familiar sino que aprendió en la calle a defenderse; sus padres no se preocuparon por su alimentación ni bienestar y le tocó “arreglárselas solo” e iniciarse en el hampa donde se sintió alguien con identidad y personalidad social.
Para el criminal común bastaba con dinero, armas, placeres y droga, pero el “Coco seco” desea que se comente su nombre, que salga en los periódicos, que haya simpatía entre sus allegados, que los foráneos le teman y sus vecinos lo sientan como amigo, servidor y protector. Burla a los cuerpos de seguridad y obtiene aliados rápidamente.
Poderío
Ya no le interesa andar en la urbe, dejó las calles y avenidas para aventurarse en cambuches por las montañas trujillanas o extensas zonas boscosas, donde tiene múltiples puntos a su favor: acceso a alimentos, cobro de vacuna entre los productores y comerciantes, tráfico de armas y droga, dominio de territorio, robo de vehículo, abigeato y sicariato.
En su poder tiene pistolas, escopetas, granadas y fusiles, además de navajas, chuzos y machetes, puesto que causar la muerte por disparos no es suficientemente aterrador para el “Coco seco” y por ello, los asesinatos cruentos en los últimos tres años en el estado Trujillo, las víctimas tienen marcas de armas de fuego y armas blancas.
Las atrocidades las registran con teléfonos modernos y luego las difunden en redes sociales como un trofeo: decapitan, mutilan, queman, seccionan, cuelgan y arrastran las partes del cuerpo de sus víctimas instaurando la zozobra ante los que pretenden desafiarlos y mostrando lo que les puede ocurrir.
Algunos exhiben paquetes de dinero y parejas en la red social Facebook, como si se tratara de logros personales; de igual manera, usan las redes para amenazar y dar claves de sus próximos movimientos o situaciones de vida. En sus perfiles se pueden observar con sus bebés en brazos pero con el arma en la mano, dando a entender el nivel de importancia de ambas partes; frases como “Te amo boba” con municiones colocadas para la ocasión, es su manera de demostrar cariño de pareja y sorprendentemente, a alguien enamora.
Lo que se dice en Caracas
Este párrafo corresponde a la opinión de un cabecilla de banda criminal en la ciudad de Caracas, quien accedió a responder la pregunta a Zona Roja sobre el “Coco seco” y su relación con la manera de ser del trujillano:
“En Trujillo nacen los “cocos secos”, el gocho negro que es malo por naturaleza. Quien no lo es, allá hace el curso. Por eso todos tienen un arma desde pequeños; hay mucho `gatillo´ porque así nacieron. Hasta los funcionarios son “Coco seco”, matan rápido y sin remordimientos. De Caracas y otros estados van al estado Trujillo a aprender a ser de sangre fría, a burlarse de la agonía de la víctima y a destrozar el cuerpo del muerto”.