El venezolano se encuentra ante una cruda realidad. Ver el mundial o morir de hambre en el intento. Cómo un padre o madre de familia puede postrarse ante un televisor mientras sus hijos lloran por falta de un tetero o nada de alimentos en su estómago.
Francisco Graterol Vargas
francisco.graterol@diariodelos andes.com
Estamos a las puertas del mayor espectáculo deportivo del mundo. La gran cita futbolística en Rusia. Los ojos del planeta estarán dirigidos a una nación cuyo nacimiento se remonta a la disolución de la Unión Soviética a fines de 1991, sin embargo, Rusia ha existido como Estado durante más de mil años. La de los Zares, Pedro El Grande, los Romanos y la Guerra Fría.
La idea de estas líneas no es una crónica del mundial. Es tarea de Superdeportes. Es compartir con ustedes una inquietud que me perturba el sueño como simple mortal y con una gran interrogante ¿Quitará el hambre en un país como Venezuela la relevancia que siempre ha tenido como nación suramericana un evento como el Mundial de Fútbol, donde muchos seres se acuestan sin probar un pedazo de pan, donde a diario se ve gente buscando algo que comer entre la basura, y además, es prohibido enfermarse, no hay efectivo, colapsa el transporte y otras calamidades más? ¿Podrá la gente con el estómago pegado al espinazo, tener la voluntad para ubicarse ante un televisor a ver los juegos del mundial? ¿Quién vencerá: el hambre o el fútbol? ¿”La Pecosa” o “La Parca”?
FÚTBOL CON HAMBRE NO DURA
Es muy complejo apenas pensar, cómo un padre o madre de familia se puede plegar a un televisor a disfrutar de un partido de fútbol con dos o tres niños llorando porque no les han dado el tetero. Si no hay dinero para comprar el desayuno y menos un almuerzo o cena para ser muy optimista, qué podemos esperar de aquellos hogares donde si medio se come en la mañana no se hace al mediodía y menos en la tarde, para estar gritando como un estúpido, ¡Viva Brasil o arriba Argentina!
CIRCO, PERO NO HAY PAN
Topándonos con un poco de historia encontramos a aquellos famosos circos romanos donde se realizaban carreras de caballos y feroces combates entre gladiadores. Los esclavos se jugaban la vida por la libertad. Había mucho circo pero no faltaba el pan, el vino y las mujeres.
El Coliseo o Anfiteatro Flavio, construido en el centro de Roma por la dinastía Flavia de Emperadores en el Siglo I, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980 por la Unesco. Su inauguración duró 100 días. Otro famoso fue el circo Massimo, con una capacidad para 300 mil espectadores, en lo que hoy es el centro de Roma.
Además de los grandes eventos y espectáculos deportivos como Olimpiadas, Serie Mundial de Grandes Ligas, me atrevería a decir que, nada despierta tanto interés al público como ver a un grupo de atletas de toda la bolita del mundo, tratar de encajar una pelota en el arco contrario el mayor número de veces posible para alzarse con la victoria.
En Rusia 2018, Venezuela es el único país donde quedará vedado el disfrute del evento futbolístico más importante del planeta, a excepción de aquellas naciones en guerra, las demás tendrán la posibilidad de vivir la emoción de la mayor gesta deportiva sin las imágenes perturbadoras de personas harapientas alrededor de un basurero buscando algo que comer en las toneladas de inmundicias, o con hogares donde si se le mete algo al estómago en la mañana no hay para la tarde, o con madres haciendo tremenda cola toda una noche en su triste rol de “bachaqueras”, a fin de comprar un poco de harina para el consumo de unas arepitas, a lo mejor para comerlas puras porque no hay para el relleno.
Los pronósticos están a favor de la huesuda “Parca” en contra de la hermosa “Pecosa”. Quisiera equivocarme y que todos disfrutemos de la próxima cita futbolística del mundo, pero ya esto en la Venezuela Bolivariana es una utopía. Así son las cosas diría Oscar Yanes.
¿Qué opina usted amigo lector?
EN LA VIÑA DEL SEÑOR
En la Viña del Señor hay de todo. Eso es lo bonito de la vida. Hay quienes ante un Alemania-Brasil; Argentina-Francia o Uruguay-Inglaterra no los mueve nadie frente a la pantalla chica. Ni un temblor para exagerar un poco. Pero ¿Podrá alguien aguantar un mes de hambruna para alimentarse de puro fútbol? Lo dudo.
Francisco Pérez, mi cuñado dice: Mundial es mundial ya veremos después. Flabio, otro amante del fútbol apunta: Dios provee, nos preparamos para el mundial. Miguel, el vecino del puente de La Arboleda responde sin titubear: No compadre, mucho me gusta el fútbol, pero primero está “la papa” de mis hijos.