Una mirada de Alí Medina Machado, profesor universitario del Núcleo Rafael Rangel de la Universidad de Los Andes (ULA), excronista de la ciudad de Trujillo, escritor, historiador, autor de varios libros sobre la ciudad capital, entre ellos, el libro “La advocación de la Virgen de la Paz de Trujillo”.
Todos estos hechos han fortalecido las bases para arraigar más la fe a la Virgen y, a la vez, hacerla más fuerte para la cultura e identidad de un pueblo que nació para encubar la historia.
En la Peña de la Virgen son muchas las oraciones, peticiones, alabanzas de fe, de los hijos de un pueblo que están seguros que, desde lo alto de la montaña, su patrona los vigila y los protege justamente desde aquel día que dejó la ruta itinerante.
La influencia mariana en la ciudad de Trujillo es compleja por sus diversas interpretaciones y manifestaciones de fe, tanto de la mariología eclesiástica como de la expresión popular de un pueblo creyente en su patrona: la Virgen de La paz, así como en las demás advocaciones marianas, tal es el caso de la Virgen de la Peña o Peña de la Virgen.
Ello es parte de la tradición religiosa de Trujillo, pero con un carácter popular, de gran expresión de alabanza de una fe imaginaria, intangible, que, podríamos decir, de características de leyenda religiosa. A ciencia cierta, no sabemos cuál es el origen del fervor y pasión por la Virgen de la Peña. Esta es una leyenda con mucha fuerza que nace en el Valle de los Mucas y que se fue extendiendo a toda la capital.
La Virgen de la Peña es intangible, a nuestro juicio, no tiene cuerpo de una interpretación de vivencias e historia local, pensamos que Monseñor Estanislao Carrillo tuvo mucho que ver con esta creencia, coadyuvando a sembrarlas en el sentimiento mariano de ciudad portátil.
Monseñor Carrillo es hoy día el ícono más importante de la religión para Trujillo, quien estuvo desde 1885 hasta 1953 como vicario; es una figura monumental, es el primer gran sacerdote que se transformó en un símbolo religioso, quien tuvo en su haber 65 años de actividad religiosa.
Esto es una manifestación de la fe, de la esperanza. No es un monumento y el día que se haga visible dejaría de ser una creencia, es una visión, el día que sea una cofradía, ese día se rompe el encanto.
¿Por qué eso? Porque es un encanto que está desvinculado con la Virgen de la Paz, son dos realidades distintas, que contrastan con el concepto religioso aunque esa creencia e interpretación lo lleva cada quien en su imaginario. La Virgen de La Peña o viceversa, no es celebrada, sea la de La Paz o del Rosario o, cualquier otra advocación, cada quien la lleva en su fe. La imagen que aparece allá que es la Virgen del Rosario, no se sabe quién la llevó hasta allá.
La creencia de la Peña de la Virgen es popular, no eclesiástica, es decir, existe en Trujillo una expresión pagana y sincrética. Son realidades que han sido mezcladas, pero en el plano de las crónicas trujillanas, es decir, más allá de la institucionalidad de la iglesia. Ya que, la Peña de la Virgen, insistimos, ha salido de un tinte de leyenda, mágico, de encanto, sino, solo debemos fijarnos en los tres ríos, los cuales son producto de la tradición: el río de agua, el río de la leche y el río de sangre. El primero; es la fuente de agua. Esta identifica la existencia geo-histórica de la ciudad y está alimentada por la Quebrada de los Cedros y el río Castán; pero más importante para la ciudad, es la Quebrada de los Cedros; de hecho, las columnas de la Catedral fueron sacadas de las riveras de esta quebrada. El río de sangre es la lucha encarnizada entre los aborígenes y los conquistadores. El río de leche es la alimentación de la ciudad maternal, porque eso es Trujillo. Tanto es así, que, Mario Briceño Iragorry la llamó la tierra de María Santísima. Recordemos que esta creencia se desarrolla en el cerro de Carmona y es un lugar ¡mágico!
Todas estas creencias son una suerte de manantial para la literatura más que para la historia. Es un reservorio ficcional subutilizado. Tenemos que aprovecharlo para la educación; agregarle una carga de sensibilidad para con el colectivo. Tenemos que hacer un llamado de atención y hacer muchas cosas con ese gran imaginario; reforzarlo en los medios de comunicación, llevarlo a los centros educativos, a las cátedras universitarias para que sean consideradas como estudios cotidianos.
Hace mucho tiempo que la ciudad está en silencio…