A Carmen Amparo Rangel…
Corría el año de 1978 por cierto el mundo celebraba un espectáculo universal, que fue el mundial de fútbol Argentina 78, justamente culminaba un día domingo 25 de junio de ese mismo año que se había iniciado justamente el día primero. Argentina logra su primera copa frente a Holanda y Brasil se fue del mundial invicto, condición deportiva que el joven de la marusa no está muy de acuerdo con esa final porque él era fanático de la oncena brasileña. Las grandes figuras de ese evento, Daniel Pasarella y por supuesto Mario Kempes.
Durante todo ese mes, Venevisión transmitió los partidos avanzada la tarde e inicio de la noche, los jovenzuelos de Tres Esquinas salían a realizar los encuentros futbolísticos emulando a los grandes equipos e imponiendo parte de nuestras condiciones e imaginarios deportivos adaptada a nuestra realidad. Ese tiempo nos olvidamos del beisbol sobre todo el de grandes ligas, que era su temporada regular.
Justamente finalizado el último partido a eso de mediodía, nos fuimos a jugar una final entre nosotros, pero no en la calle sino en la parte superior de sector uno de Tres Esquinas, donde había un terreno plano rústico a tierra y piedra con sus arquerías limitadas por dos piedras. De hecho, este terreno rústico, fue preparado a punta de escardilla, pico, pala y machete como lo decía el libro de “Juan Camejo”. Ya que el joven de la marusa había tomado una decisión trascendental de irse a estudiar a la “Academia Militar de Venezuela” y a ese tiempo había sido admitido.
En esta planicie, él con sus amigos hicieron una pista de atletismo, una cancha, y algunas estructuras para hacer ejercicios a base de estantillo clavados en la tierra y amarradas con mecates que se servían para su entrenamiento físico. Para el entrenamiento largo por la orilla de carretera desde Tres Esquinas hasta La Concepción, no existían la Urbanización El Prado, la Redoma, ni la Villa Universitaria, el sector de La Peñita, si era punto referencial. Como es la vida en ese plano, al final del cerro, mucho tiempo después el estado construyó una piscina olímpica y el polideportivo Ulises Zuleta.
¿Cómo era el transporte trujillano de las ciudades y los pueblos?, por lo general el transporte eran carritos, que se le llamaba carrito de a medio, es decir, de 0.25 céntimos bolívar. Las marcas Dogde Dart, Coronet, Chevrolet Nova, Impala y Ford Maverick había unas pequeñas camionetas Volkswagen, que le decía chinga. ¡Ahí viene un chiga!, también a medio. Para Santiago, porque nuestro personaje, es oriundo de ella, asentado en el valle de Estivandá de la toponimia cuicas y cuyo significado es nombre de una quebrada, había autobuses marca Ford o Chevrolet 350. Otros no muy adelantados para la época, había unas camionetas rústicas.
Joven de buen tino en los estudios de dedicación laboriosa, buen amigo de los números, de la matemática y de la física, explicador de estas disciplinas académicas a sus compañeros de estudio le decían rangers, en semejanza con la camioneta Ford del momento. Era el primero de la fila de los varones por ser el más pequeño, estudiaba en la Escuela Técnica Industrial (ETI) Laudelino Mejías. Venía de haber estudiado en el liceo Ramón Ignacio Méndez. En la primeria en la Escuela Padre Cano de Santiago, en Carrillo Guerra de Santa Rosa Trujillo y en la Andrés Lomelli de Tres Esquinas.
Pa´ Caracas me voy, era un viernes 30 de junio de 1978, partieron desde la ciudad de Trujillo, la tierra de María Santísima de acuerdo a Briceño Iragorry en manso autobús de “Las Delicias” de color rojo entre líneas azules y blancas, tremendo Mercedes Benz. La parada estaba en su oficina de la avenida Bolívar al lado del Banco Venezuela hoy sede de Hidroandes. Esa oficina desapareció para la construcción del edificio Urdaneta. Se fue acompañando Don Italo su padre, su prima Carmen Amparo, su tía Hilda, su primo, él y la marusa.
Montarse en un autobús de Las Delicias era lo máximo y más si se iba por primera vez a la capital, gran tamaño, asientos reclinables forrados en cuero, con cabezales, ventanas panorámicas. Eran cinco justamente los puestos seguidos del final del autobús, lo que popularmente le decían la cocina, porque esos asientos estaban sobre el motor. Al inicio todo fue normal porque las ventanas estaban abiertas, pero a medida que el autobús aumentaba la velocidad iban cerrando la ventilación y el infierno se hacía presente en la cocina.
Otras líneas de autobuses que llegaban al estado eran “Expresos Mérida, Expresos Occidente, Rodo vías de Venezuela y lo máximo era Aerobuses de Venezuela”, dizque tenían aire acondicionado. Las paradas que hacían “Las Delicias”, eran en Arenales, para esa época se estaba estrenando la autopista centro occidental o la Lara Zulia. Arenales es el lugar de Guillermo Morón el “Gallo de las espuelas de oro”. Era un negocio de mostrador gigante, se vendía de todo impresionante, varios, muchos surtidores de gasolina, y nosotros le decíamos bombas.
Continuamos llegamos a Barquisimeto, atravesamos toda la avenida Libertador de la ciudad crepuscular entremos al terminal. En una esquina de la Libertador vimos una plaza, con una botella de cerveza Zulia grande dando vueltas, derramando espuma y caían sobre unos cubos de hielo una obra de arte, de gran provocación para refrescarse, ya iban en la cocina y el calor era infernal. La segunda parada se hizo en el “Gran Chaparral” en la autopista del centro, estado Carabobo, aún más impresionante que la primera parada. Se entró al terminal de Valencia, no existía Big Low Center, luego Maracay a su terminal, que todavía se mantiene. De ahí la llegada a la gran capital, el paso de los túneles, la bajada de Tazón.
La llegada al Nuevo Circo por la Avenida Fuerzas Armadas, salieron por la entrada o salida de la Plaza de Toros, un pariente los vino a buscar en una camioneta Chevrolet 100, su padre, la tía y su prima se montaron adelante, el joven y su acompañante atrás en la batea agarrados de los tubos. Salieron por la Avenida Lecuna, cruzaron, tomaron la Avenida Bolívar – impresionante la construcción de Parque Central-, los grandes agujeros de la construcción del Metro de Caracas.
Era el tiempo de Fiebre del sábado por la noche, de la película King Kong, recorriendo la avenida Baralt pasaron por frente las Torres del Silencio, lo que hoy es la Plaza Caracas, para ese tiempo se decía que era la jaula de King Kong. Así lo hacían saber, la Feria de la Alegría de Henry Altuve o Sábado Sensacional de Amador Bendayán.
La llegada fue un sábado primero de julio, a calle Los Mangos Lidice, más tardecito a Propatria. El día domingo 02 se presentaba en la Academia Militar de Venezuela, llevando por su padre a Don Italo. Al despedirlo le costó reconocerlo, ya había cambiado su imagen ¡claro!, de civil a joven militar. Su padre sintió nostalgia, tristeza y hasta arrepentimiento. Allá se quedó y continúo, por los caminos del aprendizaje, del conocimiento amalgamo, títulos
Pasó el tiempo, ya para el año de 1992 apareció comandando tropas en los sucesos del 4 de febrero. Un hecho para el estudio de nuestra historia política reciente. En este momento hay que detenerse y hacer un estudio desde la intrahistoria de acuerdo a Miguel de Unamuno. Hacer un estudio serio en nuestra historiografía porque es un hito reciente ver los hechos y escribirlos como juez del tiempo así, lo establece Jacques de Golf en “Pensar la historia”.
Ese joven llevaba, en su marusa de ilusiones, ser Ministro de Defensa, General en Jefe entre otras cositas. Recordemos desde la filosofía del lenguaje o popular “Querer, es poder”…