Oración: El Principio, la Mitad y el Final

 

«Cuando terminó de decir estas cosas, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces hubo gran llanto de todos, y echándose al cuello de Pablo, lo besaban, y se dolían en gran manera por la palabra que dijo de que no verían más su rostro. Y lo acompañaron al barco.” (Hechos 20:36-38)

En la congregación a la cual asisto LBN-Valera. Toda vez que estamos juntos — en alguna reunión, servicio, o sólo conversando — siempre concluimos  en oración. Debo admitir que mi primera respuesta a cualquier problema no siempre comienza con la oración (aunque estoy mejorando). Siempre estoy buscando algo que hacer o arreglar; luego recuerdo, “Ah si, debo orar”. Pero para la madre terrenal que Dios me dio, la oración no es sólo el punto de partida en todo, es además la mitad, y el final también.

Nuestro pasaje de hoy no nos dice para qué oraban Pablo y los ancianos de Éfeso — sólo cómo lo hacían – arrodillados. Estoy seguro que ellos estaban muy preocupados por la seguridad y el bienestar de Pablo por lo que el Espíritu Santo le había revelado: versículo 23, “salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio de que me esperan prisiones y tribulaciones.” Y en versículo 25, “Y ahora, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro”. Pero el temor acerca de que Pablo se fuera no terminaba allí, la misma salud y prosperidad del ministerio en Éfeso también estaba en riesgo: versículo 29, “porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño.” Entonces, ¿qué hicieron ellos? Se arrodillaron y le ofrecieron todo al Señor.

Y ¿Cuándo oras tú? ¿Cuándo todo lo demás no da resultado? En mi oración de hoy el Señor me reveló que la plenitud viene de un vaciamiento previo de nosotros mismos – poniendo las preocupaciones, esperanzas, inquietudes, planes. A Sus pies. Cuando permitimos que la presión y el estrés de la vida nos colmen — nos encerramos fuertemente. Necesitamos vaciarnos regularmente encomendando nuestras cargas o responsabilidades al Señor — entonces estamos mucho mas abiertos a las enseñanzas, instrucciones y direcciones del Señor — nos posicionamos, ubicamos, para ser llenados por el Espíritu Santo y experimentar la plenitud en Cristo. ¿Qué cosas te hacen arrodillar, la exasperación, la frustración o alguna otra cosa? ¿Te acercarás al señor en oración en este instante? ¿Harás que la oración sea el principio, la mitad y el final en tu vida? ¿Cómo puedes empezar hoy?

José Rojas

joserojastrejo68@gmail.com

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