Judith Valderrama
@juditvalderrama
Fotos: JV
José Vivas, no comía carne desde enero, “cuando comí con las hayacas fue la última vez que la probé, porque el sueldo mínimo que uno gana no alcanza si no pa´ un kilo de carne, no alcanza pa´ más”.
Dice que al venezolano le cambió la dieta radicalmente debido a la hiperinflación y la pobreza que enfrentan. “No podemos comer ni carne, ni polló, ni nada, solo granos y arrocito, más nada”. Pero éste miércoles compró un kilo de carne y el equipo de prensa de Diario de Los Andes lo acompañó a este gran momento, según relata José Vivas: “un kilo como para 20 personas más o menos. Un pedacito para cada uno. Hoy es un día de fiesta porque comemos carne”, dijo.
Relata que antes compraba una pieza completa de carne, pero ya no puede hacerlo. Hoy celebró como un gran día poder llevar a su mesa carne nuevamente, después ocho meses sin consumirla.
Menudencias y patas de pollo
La proteína que más lleva el tachirense son las menudencias, como las patas de pollo que se consiguen a 14 mil bolívares el kilogramo, equivalente a más de un tercera parte del salario mínimo mensual de un venezolano.
En el mercado Los Pequeños Comerciantes, de San Cristóbal, que es un espacio popular donde aseguran los consumidores se consiguen mejores precios la tarea no es sencilla para poder llevar a casa algo para el almuerzo, a Gersolina Pinzón la encontramos cuando era casi el medio día y aún no llevaba nada en su bolsa, había hecho un gran recorrido pero los elevados valores de la proteína animal no le permitían comprar, estaba detenida en un puesto donde vendían patas de pollo, una opción posible para almorzar este día.
“Está tan altos los costos, primero pregunto y voy buscando lo más económico para ver que puedo llevar, porque de verdad que no se puede… Las paticas de pollo es lo que uno medio puede llevar para un caldito o guisaditas”.
Pinzón ahora no está trabajando, compra con lo que su yerno le da para alimentarse, “llevar un kilo y hay que estirarlo para dos o tres veces. Carne de primera no compramos y si lo hacemos la estiramos como chicle”.
Esta tachirense siente quien afirma que le cambió mucho la vida ahora consume caraotas y arroz, que no es económico, pero es más accesible: “!Ay mi amor! Éste presidente nos llevó fue a la quiebra mija, el país se está cayendo y nadie se da cuenta. No sé mi amor a dónde iremos a parar, porque no tenemos una buena alimentación. Demasiada hambre hay aquí, demasiada, todo el mundo está emigrando porque tienen sus hijos”.
Los legumbres y vegetales no está en su dieta, afirma Pinzón que es muy difícil comprarlas y si lo hacen es en poca cantidad, “no hay cambio, no hay nada, cada día más para atrás y para atrás. Cada día se come menos, un sueldo mínimo no da ni para comer. Un mes de trabajo no te permite ni comprar un pollo. Hoy por ejemplo no sé qué voy hacer de almuerzo, porque no he comprada nada, nada”.
Las ventas disminuyen
Randi Leal, también se ve afectado, él tiene un puesto de carne en el mercado de San Cristóbal y dice que las ventas cada día disminuyen más, porque la gente lleva muy pocas porciones, “compran es medio kilo de cada cosa, antes llevaban de a dos kilos, pero hoy buscan lo más barato. Se llevan lagarto, paleta, las vísceras las buscan mucho. Sustituyen la carne de guisar por la de cabeza”.
Un kilo de carne estaba costando este 21 de agosto, entre 26 y 29 mil bolívares, quedan 10 mil bolívares del salario mínimo del venezolano si llevan el producto, y para pasar un mes con esa cantidad es inevitable no pasar hambre.
Dos salarios mínimos en 2 kilos
María Torres, compró cochino para el almuerzo, contó que el dinero que llevaba le alcanzó este día. “La forma de hacer mercado ha cambiado bastante, hay cosas que no hemos podido comprar. Nosotros comprábamos para un mes y ahora no podemos, compramos para un día”.
Torres pagó 71 mil bolívares por un kilo 900 gramos de cerdo, es decir el equivalente a casi dos meses de trabajo de un venezolano.
“Comemos mucho menos”
Jacob Jaimes, tuvo mejores posibilidades y se llevó para su casa un kilo y medio de pechuga de pollo que debe rendir para una semana aproximadamente.
“La inflación nos lleva cada día a consumir menos. Ha disminuido todo para todos los venezolanos, los costos nos llevan a eso, pero sin embargo hay que comprar. Estoy llevando la pechuga aquí en el mercado en 30 mil, pero en un supermercado está en 56 o 60 mil bolívares”.