¡Tú no estás solo: dios está contigo!

 

¿Te sientes solo en la pareja, en el matrimonio o en la vejez? Gabriele, la profetisa de Dios, nos enseña cómo dar los pasos que conducen a una felicidad verdadera y permanente. ¡Tú no estás solo: Dios está contigo!

Sobre todo, no vayas con prisa por el bosque o por el camino del campo, por el parque o por el jardín. Camina despacio, más aún, tranquilo y con el corazón abierto. Si te acompaña otra persona, es aconsejable haber hablado antes de las cosas importantes, pues hablar mucho lleva hacia afuera y cubre las impresiones que recibimos.

Deja que tu entorno actúe sobre ti y ábrete a los impulsos que proceden del reino de la naturaleza y que quieren tocar tu corazón, tu interior. Una postura erguida y natural ayuda a que tus pensamientos se distancien y callen. Respira de forma tranquila y profunda. No esperes nada, no quieras nada. Todo está bien como es.

Esta postura interna ayuda a estar en silencio, lo cual te hace más receptivo y permeable para aquello que quiere salir a tu encuentro o irradiar o brillar en ti. Deja que suceda. A través de todo te toca el gran amor del eterno Dios creador, el ser. Has de estar, por tanto, en silencio. Si tus ojos quieren detenerse, como para descansar, al mirar un árbol, un arbusto, una flor, una piedra o un animal, deja que así sea. No pienses sobre lo que estás percibiendo, o sea, no interfieras con lo que estás queriendo o deseando. Detente y deja que actúe. Es posible que aquello sobre lo que tus ojos descansen tenga un mensaje para ti. El mensaje emergerá como una perla en ti, si no esperas nada y no desmenuzas con tus pensamientos lo que estás viendo. Una simple nube en el firmamento también puede tener un mensaje para ti.

Todo esto sería una observación externa, como fijada en lo material, si quisiéramos explicar la imagen de la forma de la naturaleza con nuestros conceptos humanos, queriéndolos interpretar, es decir, intentando proyectarlos en la forma de vida. Esto podría suceder si en las vetas de un madero, por ejemplo, quisiéramos descubrir los rasgos del rostro de un enano o de un gnomo, o si en la grácil forma de una flor creyésemos ver el gracioso cuerpo de un hada y otras cosas parecidas. Mucho más deberíamos estar abiertos para que el ser del árbol, el “corazón” de la flor, la vida que se encuentra dentro de ella, pueda comunicarse con nosotros.

En el árbol, en la flor, en la hierba, en el campo de cereales, en el pájaro, en el gatito, se encuentra la vida. La vida está, pues, viva. La vida es consciencia. Se comunica: emite y recibe. ¿Qué comunica? Aquello de lo que se compone la consciencia: finas fuerzas y fluidos de sensaciones que podríamos llamar impulsos. Así, con nuestra consciencia que se está volviendo cada día más tranquila, con nuestro interior, podemos acoger -que es lo mismo que percibir- los impulsos de la vida. Entonces nos “habla” la vida en el árbol, en la flor, en la hierba, en el campo de cereales, en el pájaro, en el gatito, en la estrella del firmamento, porque -al fin y al cabo- Dios, el Espíritu de la vida, está en todo. ¡Permitamos que nos hable el Espíritu eterno en el árbol, en la flor!

La mejor condición para que podamos recibir los impulsos del reino de la naturaleza es lograr que se callen nuestros ruidosos pensamientos y también que nuestros sentidos estén en silencio. El estar en silencio puede ejercitarse, el estar en silencio puede aprenderse.

Contactos:

www.vida-universal.org/info@universelles-leben.org

vidauniversalvzla@yahoo.com

Teléfono 0416–854.04.87 (Caracas) y 0416-451.34.56 (Barquisimeto)

 

 

Salir de la versión móvil