Por Daniel García
La impopularidad y alto rechazo al actual líder de la revolución, los altos niveles de corrupción, el descontrol en su partido político, producto de la lucha por la correcta distribución del poder, la riqueza, y el mayor bienestar y felicidad posible, no para el pueblo sino para los sectores radicales, moderados y militares politizados, el fracaso de más de una década de las políticas económicas, el empobrecimiento general de la familia venezolana , la destrucción del aparato productivo nacional podría generar el cambio de tercio de quien lleva la batuta de la destrucción y aspira la reelección.
Los ciclos inesperados y de impredecibles consecuencias que se están generando en el espectro político del país confirman la debilidad que tiene el régimen de Nicolás Maduro frente a un país desmoralizado y desesperanzado, en teoría por ellos controlado, pero ahora decidido a deslastrarse del cáncer que representa la clase política dominante y la complaciente.
He argumentado públicamente en varias oportunidades que el régimen tiene más debilidades que fortalezas. La guerra de encuestas y sondeos insisten y persisten en darle un porcentaje de aprobación a quien mal gobierna el país que oscila entre el 15 y el 20% cuando la realidad es otra, que equivaldría a la mitad de lo que las empresas que consultan periódicamente a los venezolanos presentan.
Guerra de analistas, manejo de escenarios señalan un panorama, en teoría complejo. Medios de comunicación con programas cuyos moderadores pierden la objetividad para dar paso a una estrategia comunicacional sesgada, parcializada y tutelada por las partes en conflicto que manejan grandes capitales que direccionan y manipulan la opinión pública, para tapar la realidad imperante, que no es otra que la implosión y división de los partidos políticos reducidos en lo estructural ,cuyos máximos representantes con sus desatinadas actuaciones han llevado a sus organizaciones, al reducto del descredito y se dedicaron a abonaron el terreno de la intolerancia, la confrontación y la deserción de sus componentes en los niveles bajos y medios, todos hastiados de la mercantilización de la política y del irrespeto permanente y osado del centralismo hacia todas las regiones del país. Estos señalamientos están sustentados en hechos bochornosos públicos y notorios de corrupción ética y moral de muchos dirigentes protagonistas de grandes escándalos que les descalifican para representarnos y conducirnos.
El único sector político que tiene un techo es el oficialista. Conscientes de esta irremediable realidad, sus principales operadores políticos, con sus alforjas llenas, hacen énfasis en blindar la división de los sectores de oposición; amancebados, blandengues, susceptibles y amantes de la comodidad y buena vida, que favorecen y alimentan la pugnacidad, nutren las finanzas personales y en menor cuantía la de sus partidos, en especial todos los que fueron judicializados como VP, AD y COPEI, las autoridades que dominan la tarjeta electoral hoy juegan un papel preponderante para favorecer al régimen que ha decrecido numéricamente, en absolutamente todos los procesos electorales que se realizaron después del fallecimiento del propulsor de la destrucción del país y que su sustituto busca por todos los medios su permanencia en el poder, en contra de más del 80% de los venezolanos. Estas tres organizaciones en un burdo entramado de ilegalidad, fingieron en una parodia política, la relegitimación de autoridades que no representan a su dirigencia de base, mucho menos a su traumada, vejada y mal tratada militancia, esa misma que pretenden seguir utilizando para apuntalar y acorazar las cúpulas, perversas y desgastadas que se han burlado de su gente. Estas organizaciones en un país normal, que se respete el estado de derecho podrían legítimamente participar electoralmente para competir por la conquista del poder pero, en un estado como el nuestro donde casi todo el espectro partidista ha sido victima de la injerencia oficialista a través de los poderes públicos, pasan a formar parte del nuevo polo patriótico madurista, ya que la alianza o polo patriótico chavista esta desmantelado, ha sido violentado y hoy toda su vieja dirigencia y sus cuadros juega en contra de la reelección de Maduro, quien tiene cifrada sus esperanza en la lealtad de estas cúpulas partidistas que buscan atomizar el voto opositor. A estas tres organizaciones que debemos descartar desde ya como una opción para el cambio, se le suman otras genéticamente mas parecidas y emparentadas con el régimen imperante como Primero Venezuela, Cambiemos, ahora asociada a Alianza lápiz y Soluciones para Venezuela, cuyos máximos representantes ejecutaron y ejecutan acciones ambiguas y contrarias al interés y sentimiento nacional. Todas las prenombradas organizaciones en su conjunto trabajan individualmente para capitalizar fraudulentamente el voto tradicional de esas organizaciones a través de figuras, que al haberse presentado cómo aspirantes a la presidencia, no han alcanzado si quiera uno o dos puntos porcentuales en las preferencias del elector y en otros casos ni siquiera aparecen en las encuestas.
Otras organizaciones como Unión y Progreso plantean un consenso inalcanzable, el MAS trata de contribuir en un equilibrio para lograr la mayor unidad posible al igual que otras organizaciones que se han mantenido al margen y en disposición de sumarse con sus propuestas a una opción que enfrente al régimen. Las organizaciones regionales aun activas en el país están cesantes en este proceso porque la ley no les permite postular candidatos a la presidencia, lo que les obliga a adherirse a cualquier propuesta candidatural y direccionar su capital político para que sufrague por una tarjeta de algún partido nacional que les represente.
Otro segmento opositor está compuesto por individualidades que no tienen partido político y mucho menos una mínima estructura que les permita el crecimiento de su oferta al país, aunque trabajan por un interés real de cambio, según mi apreciación, de lograr su postulación seria por iniciativa propia y sus nombres restarían a la opción de la oposición que logre la mayor unidad posible que actualmente se trabaja con dificultades, pero a mi entender, todas superables.
Y un segmento adicional de dimensiones desconocidas que serían los partidos que el permisivo CNE, estaría validando para apoyar candidatos como Benjamín Rausseo quien por cierto intenta montar una estructura nacional, con parte del precario equipo que manejo Juan Barreto en su desaparecido partido REDES , este mismo personaje es quien tiempo atrás busco una alianza con Claudio Fermín, hoy descalificado como una opción de oposición al autoliquidarse en su intento de dividir y evitar el triunfo opositor en Barinas en las elecciones pasadas por la gobernación del estado.
Observando este panorama podemos deducir que el conglomerado distorsionado, movedizo y en partes nauseabundo de los partidos políticos y personajes que los representan aquí señalados como el complemento del polo patriótico, pretenden comprometer el triunfo opositor en las elecciones generales y formales a la presidencia.
La posibilidad real de decantar la oferta electoral y deslastrarse del sector nocivo y toxico de la política venezolana hoy viva, activa y presente, están cifradas todas las esperanzas puestas en las elecciones primarias, que están en manos de gente honorable, que trabaja para vencer las adversidades y limitaciones. La exclusión o autoexclusión de algunos sectores de los que hemos señalado frente a esta convocatoria, tiene un origen de peso y se fundamenta en la decisión tomada por muchos de ellos de presentar candidaturas para llevarlas hasta el final, para cumplir su compromiso con el régimen, que los empodero de algunas de las tarjetas electorales de la oposición. Sin embargo la lección que asimilo la sometida dirigencia regional, municipal y parroquial junto a la ciudadanía de haber perdido muchas espacios en el año 2021 por las decisiones erróneas del centralismo, compuesta por los factores en conflicto permanente, de carácter irreconciliable , que hoy se mantienen y se mantendrán hacia el futuro próximo, obliga inevitablemente a los venezolanos a seguir por encima de esos partidos políticos la opción que aglutine la fuerza de la esperanza y genere confianza. Quien se alce en las primarias con el respaldo mayoritario de los venezolanos definirá y explicara en su momento cual o cuales serán los instrumentos electorales o tarjetas que servirán para sufragar de manera segura para no dilapidar ni un voto.
Escribo estas líneas para pedirle a los venezolanos que rompan sus ataduras partidistas y piensen en Venezuela. Seamos creadores y protagonistas del cambio y transformación del país. Aunque faltan unos meses para esas anheladas y necesarias primarias, defendamos la propuesta y candidatura de nuestra preferencia y luego de obtener el resultado hagamos un solo equipo para vencer. Desde ya deslastrémonos de lo que representa el eje tolerante del mal que aquí responsable e inequívocamente señalo. No perdamos nuestro tiempo y esfuerzo en las trampas del gobierno. Allí les dejo esta sana orientación para el análisis y consideración de todos los interesados y para quienes tengan la oportunidad de leerla pedirles la compartan.