“Ni las Canaimas sirven para dar clases vía on line”

Desde el 7 de abril 2020, el ministro de Educación Aristóbulo Istúriz dijo que ya no habría más clases presenciales por el resto del año, con el argumento de la cuarentena por el Covid-19. “Tenemos que hacer uso de aquellas estrategias pedagógicas de aprendizaje a distancia”, dijo sin mencionar cómo hacerlo ante las graves fallas de internet y electricidad en el país

 

“Sabían ustedes que en Venezuela existe una central hidroeléctrica que es la que surte de agua a todo el país. Yo sé que ustedes la conocen porque muchos la hemos escuchado por allí nombrar. Es una de las que actualmente tenemos con ese nombre tan maravilloso que es Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, lo famoso Guri. El Guri es la central hidroeléctrica que surte de agua a todo nuestro país, y cuando llega a nuestros hogares es cuando comienza el proceso de nosotros poderla recuperar, de poderla potabilizar”.

Este tipo de aberraciones fue transmitido en televisión nacional abierta, en un programa dedicado a “educar” a los niños venezolanos como medida compensatoria del chavismo, ante la ausencia de escolares en los planteles educativos por la cuarentena nacional.

Esto sólo es una de la tantas preocupaciones de la sociedad civil ante la peligrosa pérdida de la calidad educativa que no se limita a la poca, escasa o ausente preparación de docentes – como la que afirmó tal disparate en las pantallas de VTV – sino que se suma una larga lista de problemas no resueltos, incluso antes de la cuarentena.

 

Sistema educativo vulnerable

Hay quienes creen que la cuarentena obligatoria que se cumple en Venezuela a causa del Coronavirus ha visibilizado – aún más – la vulnerabilidad del sistema de educación, no solo en lo que a infraestructura se refiere, también a las graves deficiencias para poder cumplir con las clases de manera on line.

La precaria calidad del internet y el caótico sistema eléctrico en Venezuela hace más cuesta arriba una óptima formación escolar. Si este tipo de situaciones afecta significativamente a las zonas urbanas, en las áreas rurales se convierte en una verdadera tragedia.

Un docente del municipio Andrés Bello del estado Trujillo cuenta su experiencia. “La verdad que usted tuvo suerte para que le cayera ésta llamada, porque acá prácticamente vivimos incomunicados. No hay gasolina para visitar a los estudiantes y darle las instrucciones de lo que deben hacer, y los padres andan resolviendo el alimento de cada día, no tienen el tiempo ni la formación para ayudar a sus hijos en el proceso escolar”.

Al ser consultado sobre la efectividad del uso de clases a través de los canales de televisión, comenta: “¡Ah rigor! Acá es más el tiempo que vivimos sin luz que con luz, ni eso ven los muchachos, televisión”. Agrega que uno de los problemas de la educación rural es que muchos docentes tampoco tienen teléfonos inteligentes, ni internet, muchas veces ni siquiera tienen comida.

¿Y las Canaimas?

Un docente de Valera cataloga como “mentira” la logística del gobierno para atender el tema educación. “No hay internet, la población estudiantil no tiene operativas las Canaimas (mini computadoras) o sencillamente no tienen. Los directores comprometidos partidistamente con el chavismo están pasando fotos de casos puntuales solo de aquellos niños que sí tienen acceso a la tecnología. Es decir, ni las Canaimas sirven para dar clases vía on line, porque puede que las tengan y funcionen, pero sin internet es como no tener”.

Para este educador, uno de los problemas que se han observado en las asignaciones enviadas por los estudiantes es que en “un número muy alto es evidente” que quienes resuelven las tareas son los adultos, es decir la mamá o el papá más no el estudiante.

Sin incentivo gubernamental

Los bajos sueldos que ganan los docentes en Venezuela los han convertido en héroes que trabajan solo por amor a la profesión. Recientemente el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, quien alguna vez, hace muchos años, fue un líder gremial defensor a ultranza del derecho de los docentes, les asignó un bono para el “disfrute” de la Semana Santa de 4 mil 750 bolívares, con lo que no alcanza para comprarse ni un caramelo.

¿Suficiente?

El periodo escolar en Venezuela empieza en septiembre y concluye en julio del año siguiente, de manera que casi todas las escuelas habían terminado el segundo lapso (o segundo momento como actualmente se le denomina) cuando arrancó la cuarentena por el Covid-19. Según la Ley de Educación, en su reglamento, establece que eso es más que suficiente para que un alumno apruebe el año escolar.

 

La propuesta 

Ante tal coyuntura, surgen – de la voz de varios docentes – distintas propuestas que permitan garantizar a los escolares una formación adecuada:

Salir de la versión móvil