Cada vez son más los migrantes venezolanos que se sienten atrapados entre dos realidades: por un lado, el endurecimiento de las políticas en países como Estados Unidos y, por el otro, la nueva crisis económica en su país.
A pocas semanas de que el gobierno de Donald Trump anulara el programa de parole humanitario, más de 500.000 extranjeros quedaron en situación migratoria irregular.
Elizabeth —nombre ficticio para proteger su identidad— llegó a territorio estadounidense y, en declaraciones al medio español El País, expresó: “Es un mal momento para ser venezolano en Estados Unidos, y también para ser venezolano en Venezuela”.
La mujer está residida en Miami y teme que la deporten si las autoridades no aprueban su solicitud de asilo, que está en trámite.
El temor a un retorno forzoso a su país aumenta, sobre todo cuando la situación en Venezuela se complica por una nueva fase de devaluación, inflación acelerada y contracción del consumo.
Según cifras del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, se han deportado a unos 4.600 venezolanos en lo que va de 2025.
Un entorno cada vez más restrictivo en Venezuela
El medio español destacó que el contexto es cada vez más restrictivo en Venezuela. Aunque el Banco Central reportó un crecimiento económico de casi 10% en el primer trimestre, fuentes independientes como el Observatorio Venezolano de Finanzas proyectan una inflación anualizada de 229%, una de las más altas del mundo. Además, prevén una caída del PIB de 3,5 % al cierre del año.
Además, se ha intensificado la represión interna.
En junio, el régimen de Nicolás Maduro ordenó detenciones de economistas, activistas, exfuncionarios y ciudadanos acusados de manipular el mercado cambiario. La dolarización informal enfrenta nuevas presiones con la salida de actores clave como Chevron, que representaba un cuarto de la producción petrolera nacional.
“Se han alineado todos los factores para una tormenta perfecta”, advirtió el economista José Manuel Puentes, profesor del IESA, en conversación con El País.
La situación también es compleja en otros países de acogida porque un estudio reciente del Journal of Public Economics reveló que los venezolanos enfrentan discriminación laboral incluso en naciones con los que comparten idioma y cultura, como Ecuador. A pesar de tener formación académica superior, los migrantes tienen menos oportunidades de empleo y salarios más bajos frente a candidatos locales.
En Colombia, donde residen cerca de 3 millones de venezolanos, otro estudio encontró resistencia de agentes inmobiliarios a alquilarles viviendas, en comparación con otras nacionalidades.
“Es preferible salir con lo poco que nos queda antes que enfrentar una crisis legal y emocional”, manifestó Elizabeth.
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