Hace 60 años Valera era una comarca de ensoñación. El que llegaba no quería marcharse. Una extraña magia envolvía la ciudad. La generosidad de su gente la hacía más atrayente. Su espíritu jocoso y de fino humor la convertía en un poblado donde el drama se transformaba en celebración. Las calles lucían limpiecitas, esos barrenderos como que sentían la ciudad en lo profundo de su corazón; le ponían alma y sentido de pertenencia a la hora de limpiarle la cara.
Los mejores chistologos
Los velorios se convertían en amena competencia para ver quién de los presentes hacía reír a la concurrencia que se daba cita para despedir a quien se marchaba al camposanto…Los mejores chistologos eran: Juan Valera en el Lasso de la Vega, El gordo Wilmer en la Ciénaga, Adonay Gil, al final de la calle 10. A mi padre Juan de Jesús, rezando no le ganaba nadie.
Las malasangrosas redadas policiales en navidad se hacían un día y otro también; los funcionarios buscaban sus aguinaldos llevando detenido a cuanto borrachito encontraban en la calle para luego “bajarlo de la mula” y quitarle el dinero que llevaba encima.
La policía no podía con el gordo
El único que se salvaba era el “Gordo Wilmer”, al momento en que llegaba la patrulla policial “el gordo” se tiraba al suelo con sus 200 kilos de peso, los policías hacían un esfuerzo sobrehumano para levantarlo y meterlo en la “perrera”, pero jamás lo lograron, se escuchaba el “arrecherón” del sargento; “vámonos, dejen que ese gordo de “mielda” termine de dormir la pea” . Al irse la comisión, Wilmer se levantaba y seguía jugando domino con los bejucones que quedaban en el bar, se salvaban de la razzia policial porque pasaban de los 70 añitos de feliz y grata existencia…
Los días navideños el cariaquito morado volaba de los negocios que vendía ramas en el viejo mercado municipal. Había la creencia suprema que echándose un buen baño de cariaquito la noche del 24 de diciembre, el año venidero sería de abundancia, prosperidad y suerte en el amor…En noviembre se iniciaban las patinadas en la plaza San Pedro, centenares de muchachos de diversos sectores valeranos se reunían para hacer las más increíbles acrobacias sobre aquellos potentes patines marca “Unión”.
¡ Qué tiempos aquellos!
P La misa de aguinaldos del Ministerio de Obras Públicas (MOP) era toda una fiesta colectiva. La caravana de camiones recorría la ciudad lanzando miles de kilos de caramelos y quemando pólvora a lo largo de toda la ciudad. El fiestón terminaba en sus oficinas en Bella Vista, con la presentación de excelentes agrupaciones musicales y ternera para todo el mundo.
Hallacas “para chuparse los dedos”
Cada familia tenía su receta especial para que quedaran de lo más sabrosa. Los vecinos se intercambiaban tan apetitoso plato navideño. Los pordioseros hoy llamados indigentes comían a reventar: Gatea, marco la horca, Guacharaco, Ramona, la viejita del bojote, Epimenio, Reo, a nadie se le negaba su hallaquita…
En la misa del 24 de diciembre en horas de la noche, en la iglesia San José, aquello parecía un “Desfile de modas”. Los adolescentes lucían sus mejores trajes, las muchachas le daban vueltas y vueltas a la iglesia para exhibir a los presentes sus llamativas minifaldas que comenzaban a ponerse de moda. Monseñor Cardozo, tenía que tragar amargo y hacerse el locadio ante tanto muchachero con aquellas falditas tan chiquitas…
A las 5 de la mañana, Radio Valera comenzaba a trasmitir desde el mercado municipal de la calle 12, música en vivo con las mejores agrupaciones gaiteras. Radio Turismo realizaba inolvidables noches de gaitas en la calle 15 con Av. Bolivar…En el colegio Salesiano se reunían centenares y centenares de niños de nuestras barriadas para recibir excelentes regalos.
Valera no se parece a nadie…
En La av. 10, multitudes de valeranos recorrían el centro de la comarca haciendo sus compras navideñas. Hasta las familias más pobres entrenaban ropa nueva, era una Venezuela donde había respeto por el ser humano. Pobres y ricachones celebraban a su manera la santa navidad. Valera ha tenido esa característica que no se da en todas partes; no ha existido la discriminación que se ha respirado en otras regiones donde el potentado en fortuna se cree con derecho a mirar por encima del hombro a las demás personas…Por eso; yo, quiero tanto a mí Valera.