Malargüe (Argentina), 11 jun (EFE).- Casi mil doscientos kilómetros al oeste de Buenos Aires, en la falda de la cordillera de los Andes y en el límite septentrional de la Patagonia, la localidad de Malargüe y sus alrededores son, gracias a su variada oferta, uno de los principales centros de turismo sostenible de Argentina.
El entorno malargüino está privilegiado por sus condiciones geográficas que le permiten gozar de un clima templado en primavera y verano, y de nevadas abundantes en invierno, lo que nutre a la estación de esquí de Las Leñas, una de las más populares del país.
Uno de los responsables del ‘boom’ turístico en la localidad es Alberto ‘Johnny’ Albino, que regenta desde hace dos décadas el establecimiento EcoMalargüe, una posada totalmente sostenible y construida en barro.
«Vivíamos con mi familia en Mendoza -unos 350 kilómetros al norte de Malargüe- y decidimos venir para cambiar de vida y de destino y para buscar un lugar para nuestros hijos», relata Albino a EFE.
Cuando él y su familia llegaron a Malargüe, la infraestructura turística estaba mucho menos desarrollada; con la ayuda de sus visitantes y de la población local afrontaron la construcción de su posada mediante el método tradicional de la quincha, que utiliza arcilla y otros materiales locales.
«Llega gente de todos los lugares del mundo para poner ‘las manos en el barro'(…) Nuestra filosofía es la de que ‘el conocimiento que se estanca se muere'», explica.
«Lo lindo que tiene es que se puede transformar todo y moverlo a otro lugar», muestra Albino, que destaca otras particularidades del lugar, como la poca huella que deja en el entorno, que funciona mediante energía solar.
Este pionero del turismo rural sostenible considera que «otro tema importante es el trabajo con la comunidad», al colaborar con artesanos y productores locales y defender el trueque.
Además de su proyecto hotelero, ‘Johnny’ desarrolla actividades con caballos. Desde hace ocho años, ofrece rutas a lomos de estos animales, a los que amansa directamente y enseña con doma sin violencia o india.
Entre los paseos que organiza destacan las cabalgatas inclusivas, en las que emplea métodos de equinoterapia y psicoterapia asistida con caballos para personas con discapacidades motrices.
«Tiene un carácter terapéutico; (los caballos) son seres mágicos», asegura.
Choique Turismo Alternativo -la empresa de turismo que regenta Albino- y el resto de operadores de Malargüe -que suelen llevar a cabo actividades conjuntas- conducen a los visitantes alrededor de los distintos valles del departamento, uno de los más extensos de Argentina.
Frente al resto de la provincia de Mendoza, el vino y el enoturismo no son los protagonistas indiscutibles en Malargüe.
No faltan los enclaves naturales inconmensurables, como el volcán Malacara, el Pozo de las Ánimas o la caverna de Las Brujas; los monumentos curiosos, como los laberintos de Carmona; los yacimientos arqueológicos; o los puntos de turismo astronómico.
Pero Malargüe aún cuenta con entornos inexplorados para los estándares argentinos como la reserva provincial de La Payunia, un espacio natural único en esta parte de América, que cuenta con más de 800 conos volcánicos repartidos a lo largo de 4.500 kilómetros cuadrados.
Este paisaje multicolor, que recuerda en algunos puntos a la superficie lunar, se puede recorrer en automóviles acondicionados, en bicicleta o caminando.
Los senderos no siempre son sencillos, y las dificultades aumentan en invierno, cuando la nieve cae sobre las formaciones de la reserva.
A lo largo del camino, es habitual encontrar fauna local como guanacos; piches, pequeños animales que recuerdan a los armadillos; o choiques, aves que recuerdan a las avestruces africanas.
Junto al parque y en los alrededores de Malargüe es habitual encontrar puestos dedicados a la trashumancia.
En verano, los pastores dejan a los animales en los puestos andinos, más altos, mientras que durante la ‘invernada’ se trasladan a zonas más bajas como las próximas al parque.
Los operadores turísticos de la zona y el Ente Provincial de Turismo de Mendoza, que brindan la logística del viaje al equipo de EFE, recomiendan no perderse el chivito, una de las delicias gastronómicas de la zona.
Aún por explorar, Malargüe podría convertirse en el próximo destino ‘estrella’ de Argentina, un país donde el turismo ocupa cada vez un papel más importante en su maltrecho plano económico.
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