Bogotá, 28 oct (EFE).- Los colombianos irán mañana a las urnas para elegir a los alcaldes y gobernadores para el periodo 2024-2027, así como concejales, diputados y ediles, en un ambiente de violencia e inseguridad en el que ha habido 37 asesinatos por violencia electoral.
Históricamente las elecciones en Colombia han estado marcadas por la violencia pero la negociación del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, firmado en 2016, la redujo notoriamente en los últimos años aunque sin desaparecer completamente del mapa electoral.
Para estas elecciones se ha recrudecido la violencia no solo contra candidatos sino también contra electores y, según la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), 37 personas han sido asesinadas durante la campaña y 51 han sufrido un atentado.
La víctima más reciente fue Jaime Luis Díaz, un exguerrillero de las FARC que se acogió al acuerdo de paz y fue asesinado a tiros ayer cuando era candidato al Concejo Municipal de Chalán, en el departamento caribeño de Sucre.
Con Díaz son ya siete los candidatos a concejal, más uno a edil de Junta Administradora Local (JAL) asesinados antes de las elecciones, según datos de la Fiscalía General de la Nación, una de las instituciones que ha advertido sobre el incremento de la violencia.
Según la Registraduría Nacional, entidad que organiza las elecciones, 38,9 millones de colombianos están habilitados para votar mañana y elegir a 1.102 alcaldes y 32 gobernadores, así como a los miembros de los concejos municipales, de las asambleas departamentales y a los ediles de las JAL, cargos para los cuales se inscribieron 132.553 candidatos.
Riesgos electorales
La atención estará puesta mañana en los resultados de las alcaldías de las cuatro grandes ciudades: Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, y por otro lado en la violencia que se repite principalmente en pueblos pequeños y zonas rurales donde hay menos presencia del Estado y más de los grupos armados ilegales.
Uno de los departamentos donde más grave es la situación es el Cauca (suroeste), donde se ha fortalecido el Estado Mayor Central (EMC), la principal disidencia de las FARC, hasta del punto de que el Gobierno tomó la controvertida decisión de apelar a los negociadores de paz de ese grupo, con el que además tiene vigente un cese al fuego bilateral que prohíbe explícitamente la inferencia en los comicios, para que permitan la celebración de las elecciones.
La presencia de los disidentes impidió durante días la llegada de material electoral al caserío de El Plateado, que hace parte del municipio de Argelia (Cauca), hasta donde solo ayer pudo entrar un destacamento del Ejército para garantizar la seguridad de los electores.
En el departamento del Guaviare (centro-sur), donde también opera el EMC, un grupo de soldados encargados de brindar seguridad en las elecciones fue retenido el pasado fin de semana en el caserío de San Jorge por civiles que «exigían el retiro de las unidades de la zona», según el Ejercito.
Ante esa situación, el jefe negociador de paz del Gobierno, Camilo González Posso, y el registrador nacional, Alexander Vega, se reunieron el jueves en Bogotá con el portavoz del EMC en los diálogos de paz, Andrey Avendaño, quien se comprometió a no perturbar las elecciones, como firmaron durante el cese.
Escándalo la víspera
Si esa reunión provocó críticas al Gobierno, el escándalo mayor se dio el viernes a raíz de un comunicado en el que las dos delegaciones de paz anunciaron que representantes del EMC habían sido invitados por «las autoridades electorales» a asistir el domingo en Popayán, capital del Cauca, al acto protocolario de apertura de las elecciones para todo el país.
Ese anuncio obligó al presidente colombiano, Gustavo Petro, a intervenir y dejar claro que nadie, ni el alto comisionado de Paz, Danilo Rueda, «ni el Gobierno Nacional han dado autorización alguna para que el EMC participe en actos de apertura al proceso electoral en ninguna parte del país».
De esta forma, Petro calmó la tormenta política que se estaba formando en vísperas de unas elecciones en las que, según analistas, el electorado dará mañana una advertencia a su Gobierno, desgastado prematuramente en solo 14 meses, por la falta de resultados y las polémicas diarias.
Las encuestan vaticinan que Petro no saldrá bien librado de estas elecciones pues las alcaldías de tres de las cuatro grandes capitales, entre ellas Bogotá, que ha sido su bastión electoral, quedarán en manos de opositores.
En la capital colombiana se perfila como ganador el exsenador liberal Juan Manuel Galán; en Medellín, todo indica que se impondrá con holgura el exalcalde y excandidato presidencial Federico «Fico Gutiérrez, y en Barranquilla los sondeos dicen que arrasará el exalcalde Alejandro Char, todos ellos candidatos de derechas.
Cali la tercera ciudad del país, tendrá una disputa más equilibrada entre Roberto Ortiz, que tiene el apoyo de políticos cercanos al actual alcalde, Jorge Iván Ospina, a su vez aliado de Petro, y el independiente Alejandro Eder.
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