María Carcaboso Abrié
Bangkok, 27 jul (EFE).- Los centros de estafa, puntos de ciberfraude global muy presentes en el Sudeste Asiático y determinantes para la economía camboyana, han sido señalados como uno de los posibles detonantes del enfrentamiento armado que estalló el jueves entre Tailandia y Camboya y que se extiende este domingo por cuarto día consecutivo a lo largo de su frontera compartida.
La primera ministra suspendida de Tailandia, Paetongtarn Shinawatra, dijo el sábado que el actual conflicto entre Bangkok y Nom Pen podría estar relacionado con los planes de su Gobierno para combatir estos centros trasfronterizos de estafas en línea, con una gran implantación en Camboya.
Paetongtarn indicó que Camboya «podría haberse sentido ofendida» por la megaoperación iniciada a principios de año de forma conjunta entre China, Tailandia y Birmania (Myanmar) para desmontar estos centros, presentes en varios países del Sudeste Asiático y donde se llevan a cabo prácticas que implican esclavitud y tráfico de personas.
El líder opositor camboyano, Sam Rainsy, ya señaló a finales de junio que el influyente exlíder de Camboya y actual presidente del Senado del país, Hun Sen, habría iniciado una retórica «antitailandesa» ante los esfuerzos del país vecino por desmantelar estos ‘hubs’ de ciberfraude.
De casinos a centros globales de estafa
Muchos de estos locales comenzaron siendo casinos ligados al blanqueo de capitales de bandas criminales y durante los confinamientos por la pandemia de covid-19 pasaron al espacio digital, con sofisticados engaños ayudados de alta tecnología e inteligencia artificial (IA).
Sus empleados -la mayoría jóvenes extranjeros con conocimientos tecnológicos y de idiomas, según el Informe Global sobre Trata de Personas de la ONU del pasado diciembre- son forzados a embaucar a terceros a veces mediante argucias amorosas o falsas promociones financieras.
Testigos y extrabajadores de estos centros los describen como miniciudades donde quienes no cumplen objetivos son esposados, torturados y forzados a permanecer en su interior.
China, Tailandia y Birmania pusieron en marcha un plan conjunto para acabar con estos centros estrechamente vinculados a las mafias chinas, y Bangkok empezó en febrero a repatriar a centenares de personas de varias nacionalidades implicadas en dichas actividades.
El 60 % del PIB camboyano
Este negocio genera más de 43.800 millones de dólares anuales, según el Instituto para la Paz de EE.UU., y es muy lucrativo para Nom Pen.
Una investigación de Humanity Research Consultancy (HRC) estima que Camboya ingresa por estafas cibernéticas entre 12.500 y 19.000 millones de dólares cada año, cifra que equivale a hasta el 60 % de su PIB.
«El fraude transnacional es uno de los muchos intereses delictivos que cuenta con complicidad del Estado en Camboya» y la magnitud de los ingresos hace que esta industria sea crucial para que el gobernante Partido Popular de Camboya sobreviva, dice HRC.
El opositor Rainsy señaló por su parte que Hun Sen podría haber visto peligrar «las fuentes de financiación ilícita» que mantienen en el poder a su clan, ahora con su hijo, Hun Manet, como primer ministro.
Amnistía Internacional (AI) acusó el mes pasado a las autoridades de Camboya de ser cómplices de estos delitos en auge en la región, tras lo cual la Policía del país ha detenido a más de 3.000 extranjeros acusados de pertenecer a centros de estafa.
La organización denunció en un documento que en estos centros «se han cometido o continúan cometiéndose abusos contra los derechos humanos, como trata de personas, tortura y otros malos tratos, trabajo forzoso, trabajo infantil, privación de libertad y esclavitud».
Ataques tras recrudecimiento de tensiones
La histórica disputa por cuestiones territoriales entre Tailandia y Camboya se reavivó el pasado mayo con la muerte de un soldado camboyano en una refriega entre ambos Ejércitos, tras una década de calma en sus relaciones bilaterales, en las cuales ha tenido un papel protagonista la amistad entre el clan de Hun Sen y el de los Shinawatra.
Después de la mencionada escaramuza, el influyente exlíder camboyano filtró una llamada con Paetongtarn en la que la política -hija de Thaksin Shinawatra, anterior primer ministro y muy cercano a Hun Sen- cuestionaba el rol de un comandante del Ejército tailandés en el conflicto territorial que arrastran los países vecinos.
Al salir a la luz la conversación telefónica, una crisis política se desató en el Gobierno de Paetongtarn.
El partido conservador Bhumjaithai, que era el segundo mayor socio de la coalición gobernante, abandonó el Ejecutivo, y el Tribunal Constitucional suspendió temporalmente a la mandataria e inició un proceso para determinar si cometió una «grave falta ética» al criticar al alto cargo militar, a la espera de una resolución que podría derivar en su destitución definitiva. EFE