Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
Todos los seres vivos tienen estructuras en su cuerpo que ya no cumplen ninguna función pero son remanentes atrofiados (vestigios) de órganos que en sus ancestros sí cumplían un papel.
Por ejemplo, las ballenas descienden de ancestros cuadrúpedos y todavía retienen vestigios de pelvis y fémur. De manera similar, los ofidios provienen de ancestros con patas y las actuales serpientes pitón y boas retienen un vestigio de pelvis y fémur.
El humano también tiene varios vestigios. Por ejemplo, el coxis es un remanente de nuestros ancestros primates que tenían cola. Igualmente tenemos un apéndice vestigial, que es un remanente de nuestros ancestros que tenían un apéndice más desarrollado. Podríamos citar varios otros vestigios en nuestro cuerpo.
Pero de vez en cuando se dan casos de ‘atavismos’ (del latín ‘atavus’: ancestro), es decir, casos en los que el ser vivo nace con sus vestigios desarrollados. Por ejemplo, en octubre de 2006 unos pescadores japoneses capturaron un delfín (mamífero del grupo de ballenas odontocetos) con extremidades traseras desarrolladas, lo cual era evidencia atavística de sus ancestros tetrápodos (1).
Igualmente hay bebés humanos que nacen con una cola desarrollada (2) y obviamente tienen que ser sometidos a operación para cortarla.
Así mismo, el biógrafo e historiador romano Suetonio (aprox. 69-140) en su conocida obra: ‘Vida de los Césares’ refiere la vida de 12 Césares Romanos. El Capítulo 1 del libro es la biografía Julio César (100-44 A. de C.) y en la sección 61 de dicho capítulo, Suetonio dice que Julio César tenía un extraño caballo con 5 dedos en cada pata. Como los adivinos habían dicho que su dueño algún día conquistaría el mundo, Julio César no permitía que nadie más que él montara sobre tan raro caballo.
El eminente paleontólogo y biólogo evolutivo estadounidense Stephen Jay Gould (1941-2002) en su apasionante obra titulada: ‘Dientes de Gallina y Dedos de Caballo’ (3) analiza la potencialidad genética embrionaria de aves para fabricar dientes y casos de caballos con dedos.
Es bien conocido que los ancestros del caballo allá en los comienzos de la Era Cenozoica, hace unos 65 millones de años, tenían varios dedos en cada pata, pero luego hubo una serie de especies con una reducción consecutiva de dedos hasta llegar hace unos 7 millones de años al caballo actual de casco único que en realidad es el tercer dígito desarrollado, mientras los otros dígitos se atrofiaron.
No obstante, de vez en cuando aparecen caballos con varios dedos. Este tipo de casos evidentemente reflejan que el caballo actual todavía retiene la potencialidad genética para desarrollar varios dedos, aunque normalmente está reprimida durante el desarrollo fetal y por eso no se expresa.
Por otra parte, un estudio muy interesante es el que se ha hecho con embriones de pollo. Es bien conocido que las actuales aves se originaron por evolución a partir de los reptiles y que las primeras aves tenían dientes como por ejemplo el Archeopteryx. De hecho, en la moderna clasificación taxonómica cladística las aves son dinosaurios pequeños. Sin embargo, hacia finales de la Era Mesozoica, en el Período Cretácico, cuya duración fue de unos 79 millones de años , iniciándose hace unos 144 millones de años y finalizando hace unos 65 millones de años, se extinguieron las especies de aves con dientes y aparecieron las aves modernas sin dientes y con pico.
Entonces, dos investigadores llamados Edward. J. Kollar y Chris Fisher, reportaron en 1980 un estudio que hicieron con embriones de pollo y de ratón, en el que mezclaban epitelio (tejido embrionario exterior) del primero y segundo arcos branquiales de un embrión de pollo de 5 días, con el mesénquima (tejido embrionario interno) de la región de formación de los primeros dientes molares de un embrión de ratón de 18 días. Normalmente, en el embrión de ratón, el epitelio es el inductor que hace que el mesénquima fabrique la dentina de los dientes, mientras el epitelio se dedica a fabricar el enamel de los dientes. Entonces, en este experimento, Kollar y Fisher querían detectar si el epitelio embrionario del pollo es capaz de inducir a un mesénquima de ratón para que fabrique dentina. Para su sorpresa, encontraron que sí era capaz, pero se formaban unos dientes ligeramente distintos a los del ratón. Es decir, el epitelio del embrión de un pollo todavía conserva su capacidad genética de inducir la formación de dientes…¡A pesar de que no la ha estado utilizando desde hace más de 65 millones de años!!!.
Pero en el embrión de un pollo, el epitelio nunca induce al mesénquima del pollo para formar dentina, probablemente porque éste último ha perdido la capacidad genética de formar dentina. (4).
Posteriormente, en el año 2006 John Fallow y su equipo, encontraron que embriones de aves podían inducir el desarrollo de dientes de tipo cocodrilo en un pollo. Es decir, Fallow y su equipo lograron inducir un atavismo en el desarrollo embrionario de un pollo (5).
Ahora podemos preguntarnos…¿Cuántas potencialidades genéticas atávicas retenemos en nuestro organismo humano aunque normalmente no se expresan?…¿Qué resultados habría si alguna vez se hicieran estudios como el de Kollar y Fisher pero con embriones de humanos y otros animales?
Recordemos que los humanos tenemos un 99 % de identidad genética de nuestro ADN con el del chimpancé (6). Inclusive algunos autores consideran que si un humano se cruzara reproductivamente con un chimpancé, podría haber progenie viva aunque probablemente no sería fértil.
Dicho en otras palabras, la especie humana es muy reciente como especie biológica y entonces es de suponer que retenemos muchas potencialidades genéticas para características simiescas aunque normalmente no las expresemos porque están muy reprimidas por nuestro sistema de control genético.
¡Reflexionar sobre estas cosas es muy impactante!!!.
NOTAS: (1) Pag. 96 en Mark Pallen (2009) ‘The Rough Guide to Evolution’. www.roughguides.com. (2) Pag. 63 en Jerry A. Coyne (2009) ‘Why Evolution Is True’. Penguin Group….También Pag. 51 en Daniel J. Fairbanks (2012) ‘Evolving. The Human Effect and Why It Matters’. Prometheus Books. (3) Véase Stephen Jay Gould (1983) ‘Hen’s Teeth and Horse’s Toes. Further Reflections in Natural History’. W.W. Norton and Company. New York. (4) La información del presente artículo sobre los caballos polidáctilos y el experimento de Kollar y Fisher la he tomado del Capítulo 14 (Pags. 177-186) titulado ‘Hen’s Teeth and Horse’s Toes’ en la mencionada obra de Stephen Jay Gould (5) Pag. 96 en Mark Pallen, Op.Cit. (6) Véase mi artículo titulado ‘SIMILITUD GENÉTICA ENTRE HUMANO Y SIMIOS’ publicado en este diario en fecha 13 de julio de 2023